Por qué abandonar la actividad física en verano es un error fatal

La falta de deporte después de una rutina saludable tiene un efecto rebote sobre las personas

Te miras al espejo. Oh sí, vaya pibón. Qué bien te ha sentado el ejercicio durante toda la época de frío. Ahora que llega al veranito estás potente. Vaya, que estás como recién salido/a del horno. Al fin y al cabo ese era el objetivo de hacer deporte y de la dieta: estar en forma para las vacaciones y el buen tiempo. Pero eso de pegarte un sprint de actividad física y abandonarlo ahora que ha empezado el calor es uno de los errores más grandes de aquellos que se apuntan al gimnasio o se meten a hacer deporte. Es más, la flacidez se apoderará de ti en cuanto dejes de pisar el gym.

Colgar las zapatillas del running, mal

El verano es época de relajación, excesos y sol. Cuando terminó el anterior muchos de nosotros empezamos —nuevamente— con la cuenta atrás hacia el siguiente. Septiembre, ese mes de los comienzos, de las renovaciones, del empezar de cero. Los gimnasios se llenan de ofertas y ya no hay tiempo libre al completo: una combinación explosiva. Es momento de poner el cuerpo en forma para junio, tiempo suficiente para estar de diez.

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Así, bien entrado dicho mes llega el descanso y las ganas de disfrutar pero ¡cuidado! el efecto rebote ese monstruo de la letra pequeña está a la vuelta de la esquina. Este efecto es uno de los principales enemigos de las dietas y de los entrenamientos que buscan bajar mucho de peso en relativamente poco tiempo. Dieta y deporte fast and furious que podrían pasarte factura en cuanto las dejes de lado.

Sascha Rado, entrenador personal y coaching de salud de Actívate, explica que “los cambios que se producen en el cuerpo al dejar de hacer deporte dependen de muchos factores: qué dieta lleva la persona, cómo duerme, qué cantidad de actividad física realizaba y qué tipo de ejercicios eran los principales de su rutina deportiva”. Además, a estas pautas se une la cantidad de tiempo que se deje de hacer deporte, no es lo mismo parar durante unos meses que durante unos años o para siempre.

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Más morenitos pero más fofos

La cuestión es que el cuerpo cambia para mal, ya que Rado puntualiza que “algunos procesos fisiológicos y bioquímicos se ven afectados”. Al hacer deporte no solo se queman grasas y crece la musculatura sino que la concentración aumenta, lo cual genera rapidez mental; hay mayor irrigación sanguínea, lo que nos asegura tener un corazón más sano y se producen gran cantidad de hormonas —como la adrenalina, la testosterona o las endorfinas— las cuales nos ocasionan una sensación de bienestar. Cuanto más deporte se hace, más se acostumbra el cuerpo a este estado de abundante salud y placer. Al frenar ocurre directamente lo contrario.

La masa muscular se marcha y su ausencia será ocupada por la grasa, por eso al principio no aumentarás de peso, tu cuerpo se está equilibrando. Es más, cuando no haces ningún tipo de deporte, comes mal y te ves más delgado incluso pesas menos es porque tus músculos cada vez son menores y la grasa —que es menos densa que dicho órgano—mucho mayor. Ahora bien, después de varios meses sin hacer ejercicio y no comer de forma sana es probable que subas de peso. Además de tener un metabolismo lento tendrás el riesgo de padecer enfermedades como presión sanguínea elevada, colesterol alto, depresión o insomnio.

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Como prueba de ello, según el experto, “las principales adaptaciones del cuerpo al abandonar el ejercicio serán siempre multisistémicas, es decir, todo a la vez: afecta al aparato muscular, al sistema endocrino o metabólico, al aparato digestivo, a los neurotransmisores etcétera. En las primeras semanas de abandonar el deporte las células de los músculos disminuirán y la capacidad cardíaca será lo primero que se irá”. Y es que el cuerpo, en general, tiene que ir adaptándose a los cambios de la vida sedentaria: hacerse al sofá, acomodarse en la arena, rememorar el sabor de los chocolates y las hamburguesas y saludar a los olvidados gases producidos por los refrescos.

Tu casa, la playa y la calle tus gimnasios improvisados

Si ya has colgado las zapatillas de correr, pues bueno, no pasa nada: aún puedes recuperarlas. Si la pereza puede contigo, tampoco pasa nada. Hay soluciones, no hace falta ir al gimnasio ni tampoco estar en ese grupo de Crossfit del parque. Ejercicios cortos y concisos para hacer en casa, en la playa o en la calle serán tu ‘clavo ardiendo'.

Sascha Rado no recomienda en absoluto dejar de entrenar pero da unos consejos que se pueden hacer antes de que prepares tu kit playero para no desvincularte del todo de la actividad física: “Se puede hacer una rutina diaria de 10 a 20 minutos trabajando dos grupos musculares principales a través de ejercicios globales, también llamados multiarticulares, como zancadas, sentadillas, dominadas o flexiones. Luego es importante seguir una vida activa haciendo unos 8.000-10.000 pasos diarios”.

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Ya sabes, cuando te muevas del salón a la cocina hazlo en zancadas, si has quedado en el centro y vives en las afueras, ve caminado. Usa tu casa como tu gimnasio personal, no te des por vencido y sobre todo quiérete estés como estés. Es importante saber que estar en forma es una decisión que tiene como objetivo la salud y no la belleza. Por eso, Usa tu casa como tu gimnasio personal a lo largo del verano ámalo y cuídalo. Todos los cuerpos son hermosos, brillantes, maravillas de la naturaleza, especiales y únicos. El tuyo también.