Megarexia, el trastorno alimenticio que te hace verte bien aunque no lo estés

La megarexia es una trastorno poco conocido que induce a engaño a quienes lo padece y que deberías conocer. 

Este sería un tema controvertido si nos centráramos únicamente en que cada persona puede hacer con su cuerpo lo que quiera y que nadie tiene por qué criticar o infravalorar a otra persona por su aspecto. Es alentador ver como, cada día, somos más conscientes de que las imágenes que nos han proyectado los medios toda la vida no son reales. Ni los hombres son un prototipo Ken, ni las mujeres son un prototipo Barbie. Existen mujeres y hombres curvy, hombres y mujeres mujeres y hombres curvy, personas delgadas, personas gordas. Tallas que van de la 32 a la 50 o más y, lo importante, es que cada uno se quiera sea como fuere su aspecto. Sin embargo, esto no va de apariencia. Se trata de salud.

La megarexia o fatorexia es un trastorno alimenticio y de la imagen corporal prácticamente desconocido del que existe muy poca información al respecto. De hecho, hasta hace bien poco no se reconocía como tal, pero la megarexia se engloba dentro de los trastornos alimentarios tales como la anorexia nerviosa o la bulimia. Esto quiere decir que las consecuencias de padecerlo pueden ser fatales para la salud. Podría definirse como la cara opuesta de la anorexia: las personas que la sufren se ven a sí mismas delgadas y sanas pese a padecer obesidad.

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"Quienes no son conscientes de su obesidad pueden llegar a sufrir un problema psicológico de negación", explica la psicóloga y directora técnica de Clínicas Origen, Pilar Conde. "En otros casos el individuo no percibe que tenga dicho problema. Es el caso de algunas personas con diagnóstico de trastorno mental grave, que no reparan en que su peso puede ser fatídico para su esperanza y calidad de vida", añade la experta.

Vida sedentaria, sobreingesta de calorías, malos hábitos alimenticios —con predominio de grasas y azúcares— y atracones incontrolados ocasionales son algunos de los aspectos de la vida de las personas que ignoran su obesidad. Todo ello les lleva a un déficit de nutrientes como las vitaminas o los minerales que, a la larga, pueden suponer males muchos mayores: anemia, una reducción en su esperanza de vida e, incluso, la muerte.

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Aunque la megarexia se da tanto en hombres como en mujeres, afectando a estas últimas sobre todo entre los 20 y los 30 años, Conde afirma que la misma "podría está más asociada a los varones". De hecho, y aunque no existen investigaciones científicas que corroboren al 100% este dato, en algunos países de Latinoamérica se han llevado estudios muy reveladores sobre esta enfermedad. En 2015, un estudio realizado en la Ciudad de México comprobó que ocho de cada diez menores con problemas de sobrepeso y obesidad se perciben más delgados de lo que son. 

Sin embargo, la primera vez que se utilizó la palabra megarexia fue 13 años antes, en 1992, cuando el doctor Jaime Brugos acuñó el término en su libro doctor Jaime Brugos. Según Brugos, la megarexia es un desorden en el comportamiento alimentario en el que "una persona obesa no admite, ni ve, que lo es. Lo que da como resultado una distorsión de la propia imagen corporal con un origen psicológico queda como resultado un aumento de peso y una mala nutrición".

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Pese a esto, pocas referencias más se conocen de este trastorno. De hecho, ni siquiera en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales DSM-V hacen referencia a ella aún. Es ahora cuando este nombre está tomando más fuerza. Puedes padecer sobrepeso e incluso obesidad y, al padecer megarexia, te verás bien y tu autoestima no se verá mermada. Sin embargo, según Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales, tener un índice de masa corporal superior a 25 puede suponer un grave factor de riesgo sobre todo en las enfermedades cardiovasculares. No solo eso: un índice de masa corporal elevado constituye un importante factor de riesgo de cardiopatía, accidente vascular cerebral AVC, diabetes de tipo 2 y otras enfermedades crónicas.

Ojo, no estamos diciendo que estar obeso debería acabar con tu autoestima eso nunca, pero sí deberías tomar conciencia de los efectos en tu salud. "Para cambiar los hábitos que llevan a la obesidad se requiere un doble apoyo: el del psicólogo y el de un nutricionista. Ambos se enfrentan al reto de hacer frente a esos hábitos inadecuados y a la ansiedad que supone intentar cambiarlos", subraya Conde. Esto es así porque los megaréxicos niegan esa enfermedad y, cuando se la señalan, pueden volverse hostiles y desconfiados. Por todo ello, el apoyo de su entorno debe ser vital para ayudar a cambiar las rutinas ya establecidas y a su cumplimiento. Una persona megaréxica debe conocer qué le pasa pero hay que tener paciencia y hablar con los profesionales adecuados para que le ayuden en ese proceso porque, no hay que olvidarlo, es un trastorno alimentario más.