Cómo guiar a tu pareja sexual en la cama sin herir su ego

La empatía, la generosidad y el sentido del humor son fundamentales

La diferencia entre que te toquen, te laman o te follen de una manera que no te satisface y que te toquen, te laman o te follen exactamente como a ti te gusta es abismal. Y lo sabes por experiencia propia. Por eso resulta tan frustrante cuando alguien no da con la tecla y te pasas las sesiones sexuales tratando de sentir lo que sabes que puedes llegar a sentir. ¿Pero sabes qué? Tu pareja sexual no tiene poderes. No está en tu mente para conocer tus preferencias. En este sentido, la comunicación es clave para que alcances la satisfacción que te mereces. Aunque no es sencillo activarla. ¿Cómo guiarle para que te lo haga rico sin que sienta que estás menospreciándolo?

Lo primero de todo es expresarle que existe una técnica con la que disfrutas más. Hazlo con asertividad y positividad. “Creo que me gusta más de esta forma” o “a mí me excita más así”. Una vez la otra persona conoce tus intenciones, pídele consentimiento para guiarle físicamente. “Es crucial para la seguridad, la comunicación abierta y la confianza”, escriben las expertas del medio digital Poosh. Puedes usar construcciones como “¿te sentirías cómodx si intentáramos X?”, “¿puedo pedirte que hagas X?” o “¿estás abiertx a X?”. La cuestión es que no sienta ni por asomo que estás obligándole a nada. Es una sensación muy desagradable. Asegúrate de que se sienta a gusto.

Las frases clave

Cuando le guíes, mantén siempre presente la empatía. Entiende que puede resultar tenso que alguien te eduque acerca de sus gustos sexuales porque te preocupa no ser capaz de aprender la técnica para satisfacerlos. Aquí el sentido del humor es crucial. Restarle importancia. Verlo como un juego de aprendizaje. Ah, y para que la otra persona se sienta valorada, y también y simplemente porque es lo más ético, pregúntale tú sobre sus preferencias para que te guíe. Frases como “¿cómo puedo hacer que esto se sienta aún mejor para ti?” o “¿me enseñarás el ritmo que prefieres?” le harán sentir que tú también tienes cosas que aprender y su ego estará más protegido.

Por último, ten presente que la comunicación no tiene por qué ser puramente verbal. En realidad tienes a tu disposición una serie de armas como los gemidos suaves, tu lenguaje corporal o la demostración física de cómo quieres las cosas para ayudarle a entender por dónde deben ir los tiros. ¿Y si se pone a la defensiva? En ese caso, dicen desde Poosh, deberías invocar a la compasión y, en lugar de frustrarte tú también, preocuparte por cómo se está sintiendo. Pregúntale. Quizá muestre su vulnerabilidad y eso os reforzará a ambxs. Ah, y no temas arruinar el momento ni parecer demasiado libidinosx. Son miedos del siglo XX. Estamos en el siglo XXI.