Dos reglas que te ayudarán a no dejarte llevar por el ego en el trabajo

Un poquito de ego puede protegerte. Demasiado puede hundirte

Una pizquita de ego nunca viene mal. Como dicen lxs autorxs Laure Berger y Glen Tibaldeo, esa pequeña llama interior te proporciona “un toque de seguridad en ti mismo que potencia los riesgos audaces y el aprovechamiento de oportunidades”. Te da autoestima. Hace que tu amor propio sobreviva incluso en los entornos más difíciles. No obstante, el ego tiene un apetito infinito y, si no lo mantienes a raya, si le das más alimento del necesario, “se transformará en un saboteador, generando arrogancia, sofocando la colaboración y enturbiando los canales de comunicación”. Hay un pequeño paso entre la sana autoadmiración y el volverse el gilipollas de la oficina.

Por eso necesitas domarlo. ¿Cómo? El primer paso, cuentan estxs dos mismxs expertxs, es poner en práctica la regla comunicativa 70/30. Es muy sencilla: “Practica la humildad dedicando el 70% de tus conversaciones a escuchar y reserva el 30% para contribuciones reflexivas y concisas”. Por un lado, te beneficiarás de la sabiduría de tus compañerxs de curro y harás que se sientan mucho más cómodxs contigo. Por otro lado, le estarás enviando a tu ego un claro mensaje de nosomosmásimportantesquenadie. Esto es especialmente necesario cuando has llegado a creerte aquello de que tus ideas son la panacea absoluta. La verdadera genialidad surge en equipo.

La regla 4-4-4 para no dejarte llevar por los impulsos

De ahí la importancia del segundo paso: encajar las críticas con elegancia y utilizarlas como una oportunidad de autorreflexión, aprendizaje y mejora. En palabras de Berger y Tibaldeo, “reconoce tus limitaciones y áreas de mejora, y no dudes en pedir ayuda u orientación a otros cuando sea necesario”. El cuento de que eso te hace débil es solo eso, un cuento. En realidad, entender que dependes de otras personas es la verdadera fortaleza y una manera además de encontrar mayor felicidad en el trabajo. Al fin y al cabo, y por mucho que esta sociedad te quiera llevar por el camino del individualismo, eres un ser social que brilla de alegría con las victorias colectivas.

En tercer lugar, y siempre según estos especialistas, estaría bien que practicaras la técnica 4-4-4 para no permitir a tu ego tomar el control de tus actos en momentos de tensión. “Simplemente inhala mientras cuentas hasta cuatro, sostén durante cuatro segundos y exhala durante otros cuatro”. Tu sistema nervioso bajará la guardia. Tu mente ganará claridad. Evitarás actuar desde las emociones y cometer errores muy gordos. Ah, y por último, Berger y Tibaldeo te animan a reconocer los aciertos de la gente que hay a tu alrededor siempre que puedas. Sabes de sobra lo bien que sienta una sincera y cálida palmadita en la espalda. No la esperes: sé quien la regala.