Tu cumpleaños mola. Es un día en el que todo el mundo que te quiere se acuerda de ti, en el que te llueven los mensajitos y las llamadas y en el que normalmente te espera alguna que otra sorpresa bien guapa. Pero no es tan divertido cuando altera el primer numerito de tu edad. Lo de pasar de los diecitantos a los veinte da mucho miedo. Y lo mismo pasa con el paso de los veintitantos a los treinta. Y tan solo pensar en la transición de los treinta y tantos a los cuarenta te da un infarto anticipado. Cambiar de década acojona. Duele. Confunde. Te atormenta de una manera que no consigues explicar con palabras. En cierto modo porque ni siquiera tú sabes cuál es la raíz de ese malestar.
Pero la psicóloga Raquel García, especializada en psicoterapia integradora, sí. Según explica en un artículo de El Confidencial, ese temor que sientes al cambio de década vital se debe a que “nos da miedo lo incierto y el paso del tiempo nos expone ante una de las mayores incertidumbres que tenemos: no sabemos qué acontece detrás y nos da miedo el cambio y ante eso, por pura supervivencia, generamos resistencia”. Obviamente esto ocurre en pequeña medida en cada cumpleaños, pero el cambio de década te asoma a un contexto nuevo en el que no sabes cómo encajarás. A partir de los treinta irás cambiando de prioridades y responsabilidades. Y no quieres eso.
Miedo al paso del tiempo
No lo quieres porque estás aferradx a tu actual identidad, la cual, apunta la propia García, se conforma a través de tu contexto. ¿Quién eres tú con treinta años? ¿Quién eres tú en un contexto en el que la gente a tu alrededor sienta la cabeza, encuentra trabajos con buenos sueldos y se plantea tener hijos? Eso no eres tú. No te sientes así. No estás en ese punto. Y el hecho de que tu edad comience con un 3 te pone en la tesitura de empezar a pensar en ello. De comenzar una reflexión acerca de quién serás en los próximos años. De iniciar un cambio de identidad. Como añade esta psicóloga, “son muchos los elementos de nuestra identidad que están ligados a la década en la que nos encontramos”.
El paso de década funciona así como una especie de cierre, “una muerte simbólica que en principio deja paso a que venga otra cosa, pero de nuevo nos expone a tener que integrar algo diferente, algo nuevo y lo nuevo muchas veces nos aterra por todo lo que requiere de nosotros para adaptarnos a eso”. Además, en muchas personas esta resistencia a abandonar lo conocido se presenta junto con la cronofobia, un miedo general al paso del tiempo que, en última instancia, está muy vinculado al miedo a la muerte. Con quince años sientes que tienes la vida por delante. Con treinta sí pero no tanto. Y nadie te enseña a aceptar la finitud de tu vida. Es algo que debes aprender a gestionar tú.