Tengo 16 años y me paso el día chateando con mi novia virtual de México

Las aplicaciones y webs en las que se sumergen los jóvenes generan parejas virtuales sin cesar

Se han entregado el corazón. Se han prometido amor eterno. Y ya han pensado hasta el nombre de sus hijos. Todo ello sin salir de la habitación ni haberse visto las caras, al menos no en vivo y en directo. Es la nueva era de las parejas virtuales y ahora comienzan a formarse desde que son muy, muy jóvenes. Uno de los mejores ejemplos es el de Alberto. Este joven canario tiene 15 años y, cuando los cumplió, le regalaron su primer smartphone. Una ventana al exterior para alguien que piensa que su instituto es un lugar deprimente y sus amigos dejan mucho que desear. No encuentra a nadie que comparta sus gustos o sus aficiones y además, en este instante de la vida, el mundo parece un lugar antipático y desolado.

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Es solamente en la intimidad de su habitación y del extenso ‘planeta’ que se abre ante sus ojos — que en realidad no deja de tener el tamaño de una pantalla de móvil— donde es capaz de expresarse y ser quien realmente es. Esto es exactamente lo que el especialista en comunicación digital, Óscar Toloza Navarro, define como identidad digital: “La mayoría de los jóvenes comparten información y suben fotos o vídeos buscando reconocimiento y creando, de esta manera, una identidad digital”.

Cuando la idea del amor se sale de la norma

Los jóvenes de entre 14 y 18 años se mueven constantemente entre el caos adolescente de definirse a uno mismo y cierta ansia por descubrir no solo la propia sexualidad sino aquella que puede aparecer de su primer contacto con otras personas. Así, es bastante común que muchos adolescentes se alejen de sus familias y empiecen a crear lazos por fuera del hogar intentando satisfacer sus deseos. Pero esto no funciona de esta manera en todos los casos.

“El día que Alberto me contó que tenía una novia me alegré mucho por él, al fin y al cabo era lo que quería: ‘encontrar una chica con la que compartir sus cosas’”, dice Helena, la hermana de Alberto, que no puede evitar mostrar su escepticismo ante la afirmación de que el “amor verdadero” de Alberto estaba en México. Se habían conocido, según explica, por la aplicación Amino, intercambiaron sus números de teléfono y su relación comenzó por WhatsApp donde, cada día, compartían sus rutinas y se deseaban las buenas noches antes de irse a dormir. Horas y horas de conversaciones adolescentes ‘gracias’ a la tecnología.

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“La nueva generación de jóvenes en Internet genera y comparte contenido y es muy sensible a su experiencia online”, apunta la profesora de Estudios Sociales, Paloma Bahamón, quien recuerda que los contactos que se realizan a través de aplicaciones o webs en las que hay foros donde los adolescentes intercambian sus gustos u opiniones, son para ellos muy de fiar: “No se cuestionan el nivel de seguridad ni la identidad de con quienes comparten sus vidas”.

De hecho, las aplicaciones como Amino son una especie de submundo donde puede entrar quien quiera. Sí, absolutamente cualquier persona sin ningún tipo de filtro más allá que el de facilitar el número de móvil, la cuenta de correo o el perfil de Facebook. Esto quiere decir que hay vía libre para aquellos que van con malas intenciones: pederastas, pedófilos, estafadores… Amino tiene diferentes tipos de foros, todos con temáticas muy diferentes. Es posible meterse en grupos donde se habla de libros o de música o de ambos. Se trata de miles de ramas que los propios jóvenes van creando según sus gustos o preocupaciones, con lo cual es muy sencillo encontrar foros que se denominen: ‘Conocer gente’ o ‘Buscar pareja’.

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Es en ese entorno virtual donde se generan lazos que, para jóvenes como Alberto, son más fuertes que los de su vida diaria. Y como se trata del principio, es decir, de las primeras veces en que ‘se tiene pareja’, parece que la vida tuviera un antes y después. “Cuando cumpla 18 años me voy a ir a estudiar a México, así puedo estar con ella y formar una familia”, cuenta Alberto súper decidido. Lo más curioso es que él no es el único, su grupo más cercano de amigos también utiliza esta aplicación y, algunos de ellos, han vivido incluso desamores. Marcos, un amigo de Alberto, que también tiene 15 aún “se está recuperando de la ruptura con Lili, su novia chilena”. A la que, por cierto, solo había visto por videollamada.

Como ellos, muchos otros jóvenes no consiguen conectar con su entorno y buscan lazos afectivos a través de sus teléfonos e Internet. Esta desconexión social generada en su día a día se ve potenciada por las facilidades que dan las redes sociales y las dificultades que encuentran en realizar sus pretensiones en el mundo real. De hecho, Toloza Navarro cuenta que “cuando los jóvenes buscan mostrar su identidad digital no siempre muestran lo que son sino lo que está de moda ser” y esto sí es posible en las redes pero no lo es fuera del mundo digital.

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“Para ellos es muy importante darse a conocer, que los vean, que los reconozcan y que —al menos— en redes sociales puedan tener un nombre, ser alguien”, cuenta el especialista. Estas razones son las que los llevan a ser personas que en la realidad no pueden ser. Es como si estuvieran, por fin, en su salsa. Y en ese contexto que para ellos es real, el ‘amor’, con la forma que tengan de entenderlo, es uno de los aspectos más preciados e importantes. Por eso, también, cuando te enfrentas a ellos con grandes dosis de realidad, explicándoles que eso no es amor, se llenan de rabia y aseguran que "nadie los entiende".

No todo es tan bonito como parece

El 18% de los españoles entre 14 y 18 años tienen una fuerte adicción al uso de Internet. Según explica el Ministerio de Sanidad, encargado de fuerte adicción al uso de Internet, lo usan de manera compulsiva, pudiendo superar las 3-4 horas seguidas en tres momentos diferentes del día. Es más, esta es la primera vez que la Estrategia Nacional sobre Adicciones recoge como patología el uso de las nuevas tecnologías. “Existe una preocupación creciente por el aumento del uso ‘patológico’ de Internet, los medios digitales y las redes sociales, así como por el papel de las nuevas tecnologías como facilitadoras y potenciadoras del acceso a otras conductas adictivas”, se relata en el informe para los años de 2017 a 2024.

En el mismo se explica que en las apps como Tinder o Grindr, especialmente creadas para ligar, “aparecen y se diseminan nuevos patrones para el consumo de drogas ligados a prácticas sexuales”. Y, aunque los perfiles de estas aplicaciones están formados por gente de más edad, los más jóvenes tuvieron su paso por foros como Terra, Amino o Wattpad. Los riesgos en este tipo de contactos cibernéticos son amplios. Los padres, por lo general, desconocen la inmensa cantidad de desconocidos con los que sus hijos contactan por Internet. Así es como aparecen casos de abusos, sexting o distintas situaciones que escapan al control de los menores. Algunas de estos casos terminan con la propagación de vídeos e imágenes de contenido sexual de personas muy jóvenes.

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Cada vez que se comparte algo así y, además, se visualiza, la víctima queda expuesta a más vergüenza y victimización, haciendo que no solo el contenido sea viral sino que la propia identidad de la afectada también lo sea. Las emociones, el momento personal de cada uno, la desesperación, la dependencia o la autoestima están en constante movimiento, pudiendo generar, si existe algún mal uso, un trauma que dure toda la vida. Las redes sociales para conocer pareja llenan espacios de tiempo en los que no es necesario salir de casa pero quizás lo ideal sería aprender a vivir nuestras vidas cada día —y cara a cara— a través del aprendizaje de habilidades sociales como la empatía o la comunicación asertiva, entre otras. Descansar los ojos de la pantalla y, además, encontrar el amor en vivo y en directo. De esa manera, todo son ventajas.