Es una de las cosas que más descuidas en tu vida. Uno de esos factores decisivos en tu felicidad que nunca terminas de valorar lo suficiente. Es difícil con el smartphone lleno de estímulos. Y con tantas series de moda por ver. Y con tantos videojuegos molones por jugar. Cuesta irse a la cama. Cuesta priorizar el descanso. Pero deberías hacerlo. Al fin y al cabo, una buena higiene del sueño determina tanto tu salud física como tu salud mental. El problema es que, si eres mujer, necesitas hacer un esfuerzo extra para alcanzarla porque, según cuenta el somnólogo Juan José Ortega en una publicación para The Conversation, hay una evidente brecha de género en la calidad del sueño.
En sus propias palabras, “después de ajustar por datos demográficos, socioeconómicos y variables de salud y depresión, las alteraciones del sueño son más prevalentes en la población femenina para todos los grupos de edad entre los 25 y los 69 años”. Y sí, detrás de esto se esconde en parte una cuestión biológica. Según Ortega, circunstancias como la premenstruación, la menstruación o el embarazo alteran de un modo significativo los niveles hormonales en sangre de las mujeres, lo que puede desencadenar estados de dificultad para conciliar el sueño, de fragmentación del mismo, de descanso poco recuperador o incluso de pesadillas. Poco se puede hacer aquí.
No solo se trata de diferencias genética, hay más
Leyendo todo esto, no te resultará extraño que la calidad de sueño autopercibida sea peor en las mujeres. Pero cuidado con quedarnos solo en las diferencias genéticas. Vale, las mujeres atraviesan momentos de caos hormonal que le ponen las cosas más difíciles, pero no es como si las diferentes sociedades de la historia se lo hayan puesto mucho más fácil. Quiero decir: si eres una campesina del siglo XI que tiene que trabajar los cultivos, amamantar a un bebé, vigilar que otros cuatro hijos estén bien, ir al pozo a por agua, limpiar la casa, hacer comida para siete u ocho personas y estar sexualmente disponible para tu marido, igual estás más reventada al cabo de la noche.
Y eso mismo puede aplicarse hoy día. Aunque se está avanzando en igualdad, y la paternidad y maternidad se viven ahora aparentemente con más igualdad, la carga mental de la crianza y la coordinación de los hogares sigue recayendo principalmente en ellas. ¿Cómo no van a tener una peor calidad de sueño? ¿Cómo van a descansar igual si realizan esfuerzos físicos y mentales mucho mayores día tras día? Yo soy un amante de la biología y creo que hay que tener en cuenta siempre las realidades genéticas, pero siempre acompañado de una lectura cultural. Que nadie te diga que duermes mal solo por tener cromosomas XX cuando la realidad es más sexista que todo eso.