Inteligencia artificial. Sin duda, uno de los términos del año 2023 y, nos guste más o menos, de los próximos años y décadas. Porque es obvio que, más allá de sus potenciales amenazas éticas, las IAs esconden la capacidad de enriquecer buena parte de las áreas humanas. También la de los videojuegos. ¿Te imaginas una inteligencia artificial que no solo entiende lo que haces, sino que también, y como apunta el investigador predoctoral en Ocio, Cultura y Comunicación Ricardo Fernández, de la Universidad de Deusto, tiene la habilidad necesaria para entender los sentimientos que experimentas al hacerlo? Pues es una realidad. Las IAs afectivas ya se están aplicando en algunos videojuegos.
Façade, apunta el propio Fernández en ese mismo artículo para The Conversation, es un buen ejemplo de ello: “un juego interactivo donde la comunicación con personajes virtuales se realiza a través de un chat en línea” y en el que la “IA emocional del juego interpreta las respuestas de los jugadores para ajustar las reacciones de los personajes, creando una experiencia dinámica y personal”. Aunque no es el único. The Last of Us, uno de los más aclamados por la crítica durante esta última década, es en cierto sentido impresionante porque “la IA ajusta la inteligencia y comportamiento de los enemigos como respuesta a las acciones del jugador”. Son videojuegos que parecen estar vivos.
¿Te mola enfrentarte a los enemigos con mucha cautela? Ellos se vuelven más agresivos. ¿Prefieres ser tú quien vaya hacia delante con todo y soltar toda la adrenalina de golpe? Ellos se vuelven más defensivos. ¿Elegiste una determinada opción entre varias en un momento del juego? La inteligencia artificial la recuerda y adapta el relato a lo que pareces preferir. Así, la inclusión de esta tecnología en los videojuegos promete acercar cada experiencia lo máximo posible a la experiencia ideal de cada jugador. En el futuro no jugarás al mismo videojuego que lxs demás. Jugarás al tuyo. Al que se ajusta a tu rollo. Al que evoluciona contigo a lo largo de las sesiones. Es toda una revolución.
Así lo confirma Fernández: “La IA emocional también está abriendo nuevas fronteras en juegos más centrados en la narrativa como Detroit: Become Human. En él cada elección no solo cambia la trama, sino que también se ve influenciada por el estado emocional del jugador. ¿Tomarías las mismas decisiones si estuvieras enfadado o triste, en calma o nervioso?”. Dicho esto, el asunto también despierta algún que otro recelo ético. Primero, ante el posible mal uso de tu información facial, fisiológica o de tono de voz, necesaria para que la IA capte tus emociones. Segundo, ante la posible manipulación emocional de lxs desarrolladorxs. Claramente se necesita cierta regulación.