“Después de tantos años de convivencia sigue habiendo gente que no acepta que España es multirracial”

Hablamos con Xinyi Ye, la actriz que da vida a Claudia en ‘Chinas’, la nueva película de Arantxa Echevarría que reflexiona sobre la identidad y el racismo a través de tres jóvenes de origen chino

Hace ya cinco años del estreno de ‘Carmen y Lola’ (2018), la película con la que Arantxa Echevarría ganó el Goya a la mejor dirección novel. La cinta, que nos traslada de la mano al romance entre dos adolescentes gitanas y los conflictos que esta relación implica dentro de su comunidad, marcó un antes y un después. Era algo que nunca habíamos visto en pantalla y, sin embargo, parecía que siempre hubiera estado ahí. Ahora, cinco años después, la cineasta vuelve a sacudir nuestra conciencia con ‘Chinas’ (2023), su nueva película. Esta vez lo hace ahondando en la identidad y la convivencia a través de Lucía, Xiang y Claudia, tres chicas de origen chino que viven en Madrid pero con realidades completamente opuestas. Su estreno, hoy en cines, llega tras su paso por el Festival de San Sebastián y tras un preestreno exclusivo con la comunidad china.

Esto nos lo cuenta Xinyi Ye (21 años), la joven que da vida a Claudia, la hermana mayor de Lucía, y también el personaje que muestra cómo es el día a día de una adolescente nacida en España, a la que envían nada más nacer a China y que regresa a Madrid cuando ya tiene 11 años. Un personaje con el que Xinyi Ye comparte muchos aspectos de su vida.

Primera vez en el cine, primera vez que te enfrentas al mundo de la interpretación. ¿Cómo llegaste a este papel o cómo llegó a ti esta historia de Arantxa Echevarría?

En la comunidad china utilizamos una aplicación que se llama WeChat y estaban reenviando un post en el que ponía que había una directora española que buscaba a gente china para representar su película. Me obligué a hacerlo porque me da mucho miedo hablar en público, tengo miedo escénico, y dije no puedo seguir así, tengo que obligarme a hacer cosas para practicar mi valentía. Cuando llegó el día del casting me entró mucho miedo. Pensé en buscar una excusa para no ir, pero al final fui porque no encontré ninguna. Llegué y estaba Arantxa con su mediadora china. Esperaba de todo menos lo que pasó. Cuando se pusieran a charlar conmigo tranquilamente me relajé y les empecé a contar mi vida sin darme cuenta.

Interpretas a Claudia, una joven española hija de inmigrantes chinos que se debate entre la cultura de su familia y la del país en el que nació, donde sus amigos salen de fiesta, beben y se relacionan sin ningún pudor. ¿Cómo lo hiciste para entrar de lleno en la mente y la vida de Claudia? ¿Cómo ha sido la experiencia de darle voz?

Hemos tenido muchas charlas con Arantxa sobre el papel. Además, no me resultó difícil interpretar a Claudia porque tenemos mucho en común. Yo también tuve que cuidar de mis hermanos, tenía que ayudar en el negocio de mis padres; rellenar documentos, ir al banco, acompañarles al médico, porque ellos no se pueden defender en esos contextos.

Yo me comparaba con mis amigos españoles y decía: ¿Por qué hago tantas cosas que ellos no hacen y en cambio recibo menos? Me dieron el móvil tarde, cuando todos mis compañeros tenían y no me dejaban salir. Pero ellos lo hacían todo desde el amor, porque están todos los días trabajando y no conocen el mundo de fuera, no saben con qué me puedo encontrar y les parece peligroso. Me decían: “tú solo puedes estar en el colegio, en la tienda y en casa. A tu edad no puedes tener amigos, solo compañeros de clase”. Entonces a mí también me costaba integrarme en mi grupo de amigos porque ellos quedaban los fines de semana y yo nunca celebraba mi cumpleaños. Cuando me hice mayor, ya podía hacerlo, pero seguía habiendo esa barrera, algo que me frenaba.

O sea que es un historia que te toca de lleno, ¿no?

Sí, porque yo nací en Madrid, cuando mis padres ya llevaban un tiempo viviendo en España, y a los dos meses me llevaron a China. Volví a los tres años, pero sin recordar nada de mi vida en China. No tuve esa dificultad de integración y convivencia. Pero mis hermanos, que sí que vinieron aquí a los 10 años, ellos sí que tenían esas discusiones y les gritaban a mis padres que por qué les habían traído aquí sin su permiso. Era muy doloroso, porque si mis padres hubieran tenido ese tiempo, y esa capacidad, seguro que habrían querido tenernos a los tres al lado.

Una de las cosas que más vemos en la película, además del racismo de la población española hacia la comunidad asiática, es el propio rechazo que sienten las tres protagonistas por sus propios orígenes. Cosa que no me sorprende vistos los insultos que reciben por ser mujeres asiático descendientes. En el caso de Claudia esto se materializa a través del término ‘banana’, que usan para referirse a ella. ¿Puedes explicarnos qué significa exactamente?

‘Banana’ significa ser blanca por dentro y amarilla por fuera, tener mitad mitad y a la vez no pertenecer a ninguno. Yo he tenido experiencias así, de microrracismos. La típicas preguntas que me hacen mis compañeros tipo: “¿Los chinos coméis perros?” “Vamos al chino” “No me cuentes cuentos chinos” “Trabajas como un chino”. Luego vas por la calle y la gente te suelta “chinita” y es como, pero, ¿de qué vas? Luego también dicen que las chinas son más cerradas. Todo estereotipos. Antes me molestaban muchísimo. Luego empecé a explicarles que las cosas no son así, pero hubo una temporada en la que lo normalizaba y decía bueno, ya me da igual, ya todos piensan así.

Además de esos microrracismos, el personaje de Claudia también tiene que lidiar con los problemas que tiene cualquier adolescente; como el miedo al rechazo, la necesidad de encajar en un canon bastante estricto...

Totalmente. Como le pasa a Claudia, a mí en la adolescencia también me asustaban las cosas que me contaban mis compañeros que hacían. Yo decía, cómo me voy a integrar con ellos si no voy poder hacer todo eso. Menos mal que no me ha pasado como a Claudia que, por querer integrarse, hace cosas que ella no quería.

Dices que te ves muy reflejada en la película, ¿cómo ha recibido el resto de la comunidad china esta historia?

Arantxa ha invertido muchísimo tiempo en entender, comprender y conocer nuestra cultura y nuestras costumbres, nuestra vida aquí. Por el casting pasaron 1750 personas y les escuchó a todos. Por eso la película es tan honesta, porque, aunque no representa a toda la comunidad china en España, sí que representa a una parte muy real. Hemos tenido un pase privado para la comunidad china y les ha gustado a la mayoría. Tuvimos un coloquio después y se pusieron a contar toda su historia, se sentían muy identificados. Todos han vivido ese tipo de agresiones que se ven en la película, incluso peores.

Ahora en nuestra familia tenemos un bar, pero antes también teníamos tiendas de alimentación. Cuando yo era pequeña veía muchas discusiones con los clientes y con borrachos que venían a montarla. Yo no podía hacer nada, era muy pequeña, les veía a mis padres discutir con ellos y me ponía a llorar escondida en un rincón. Eso también duele mucho.

Después de décadas de convivencia, ¿crees que siguen existiendo prejuicios acerca de la percepción que se tiene de la comunidad china?

Sí, como dice Arantxa, pasa mucho en la vida real lo de las agresiones en las tiendas de alimentación porque la gente no trata a esa persona que vemos todos los días en la tienda como una persona. Y eso de coger un producto y decir “¿no me lo puedes dar un euro más barato?”. Eso no lo hacemos en otros supermercados. O coger una cosa y decir “esto si lo vendes tú es de mala calidad”. No es normal.

No hay nada más evidente de que no conoces a fondo a una cultura que los clichés. Como le pasa a la amiga de Lucía, que al llegar a casa de la familia se “decepciona” al no encontrar allí ni rollitos de primavera ni arroz tres delicias. ¿Cuáles son los estereotipos más llamativos y extraños con los que tú te has podido cruzar en tu vida?

Lo del sushi lo dicen mucho y, en realidad, es comida japonesa. También lo de que los chinos comemos perro. Siguen diciéndolo porque tienen muy normalizado que los chinos comemos cosas raras. Antiguamente sí que comían perro, e igual ahora lo siguen haciendo en alguna parte pequeñita del campo, pero eso pasa en todo el mundo; seguro que hay algún rincón done todavía comen perro, no solo en China. Yo en mi casa nunca he visto nada raro en los platos.

En la película, Lucía, que hace de tu hermana, sueña con celebrar su cumpleaños en Burger King, pero vuestros padres trabajan más de 14 horas en el bazar y les es imposible entender esas costumbres españolas.

Sí, lo de trabajar tanto es por cultura y por costumbre. En mi caso, mis padres tienen que mandar dinero a China, tienen a cuatro padres esperando ese dinero. También quieren dejarnos a nosotros algo de fortuna, para que no tengamos que trabajar tanto como ellos. Pero es algo que no pasa en todas las familias, porque hay muchas que al venir aquí, y hacer amigos o conocer padres españoles, tienen una mirada más abierta, aceptan mejor muchas cosas. Mis padres son de los que no han tenido tanta suerte económicamente y siguen todos los días metidos en el trabajo, no tienen amigos, no salen, entonces es muy difícil que ellos puedan entender o cambiar conceptos que han tenido toda la vida. Es muy difícil cambiarles el chip, pero en mi caso, lo han hecho, quieren dejarnos lo mejor y quieren ayudarnos lo máximo que puedan.

En la película se ve como las tres protagonistas se cruzan en un colegio público, donde vemos niños y niñas de diferentes culturas. Sin embargo, ¿crees que la multiculturalidad todavía es una asignatura pendiente en España?

Sí, la verdad es que sigue habiendo mucho racismo. A veces es difícil entender que después de tantos años de convivencia siga habiendo tanta gente que no acepte que España es multirracial. Arantxa decía que no le gusta nada la palabra integración, tiene que tratarse de convivencia. No es que los españoles tengan que aceptar 100% a todos los que vengan de fuera, ni que los de fuera tengan que integrarse por completo a los españoles. Se trata de convivencia, es algo mutuo.

Una especie de entrecruzamiento de culturas...

Exacto. ¿Cómo puede ser que conozcas a los dueños de todas las tiendas españoles, pero luego, en las tiendas en las que hay gente extranjera no sepas ni cómo se llaman? Creo que hay gente que nunca se ha planteado preguntarles su nombre ni conocerles. Y no, no es que los chinos sean más cerrados. Ellos quieren decirte muchas cosas, pero les da miedo meter la pata por no decirlo bien. No quieren molestarte, no quieren perder tu tiempo. Entonces, prefieren quedarse callados. Sobre todo por el idioma, que sigue siendo una barrera. Solo aprenden lo mínimo que necesitan en el negocio y ya está. Trabajan tato que no pueden hacer más.

Y respecto a las generaciones jóvenes, ¿cómo lo llevan? ¿Son más abiertas a aceptar esa diversidad que en décadas anteriores?

Creo que ahora claramente está mejorando, esto de aceptar que España es multirracial. Se van acostumbrando más. Los niños, como en la película, son super limpios. Ellos no ven que seas chino o negro. Ellos dicen “mi amigo el que juega bien al fútbol”, “la que pinta bien”. No se relacionan contigo porque seas o no español, y eso es muy bonito. Luego son los mayores los que les ensuciamos. Ojalá algún día nos acepten por completo.

¿Crees que la película puede ayudar a dar ese “empujón” final?

Es lo que desearía, la verdad. Ojalá después de ver la película les surja el interés de conocernos un poco más. No solo a la comunidad china, sino a cualquier extranjero, y entender que sí que podemos convivir bien, entendiéndonos más. Le agradezco un montón a Arantxa que haya elegido contar esta historia y que, para hacerlo, haya cogido a tantas personas chinas. Normalmente, en las películas, siempre vemos a los típicos chinos mafiosos. A partir de ahora, ya no será igual.