Cuando Zara y otras marcas de ropa empezaron a llevar la fast fashion a todas partes del mundo por allá en los 90, parecía que el estilo propio se democratizaba y ya no era solo algo reservado para una élite con acceso a las marcas más caras y elegantes. Ahora, sin embargo, hemos terminado en el otro extremo: hay tanto por elegir que enfrentarse al armario puede acercarnos más a una crisis existencial que a un acto creativo con el que expresar nuestra identidad. Es lo que se conoce ya como ‘fashion burnout’.
La culpa de todo, como siempre, podría tenerla el algoritmo. Las tendencias duran menos de una semana. El hecho de que cualquiera pueda llegar a ser un potencial creador de contenido con una audiencia de millones de personas abre las oportunidades para que tendencias de nicho escalen a una velocidad vertiginosa. Y las marcas lo están sabiendo aprovechar. Que si ‘dark academia’, que si ‘coquette‘, ‘clean girl’, ‘indie sleaze’... Pero si empezamos a querer seguirlas todas, podemos sobresaturarnos y terminar vistiendo un mix de piezas de ropa de tendencias que nos alejan de nuestro estilo personal.
Así lo afirmaba la creativa Mina Le en un vídeo que rápidamente explotó en YouTube y llegó al millón de visualizaciones en pocos días. Mina Le contaba cómo se hizo un sitio hace unos años en el mundo de la moda vistiendo ropa original y saliéndose de lo establecido, pero ahora se siente saturada con tantas tendencias imposibles de seguir: “Puedo saber los minutos que pasas en TikTok solo por cómo vas vestida”, dice en el citado vídeo.
Nefasto para el planeta
Por otra parte, Fiza Faheem, estudiante de derecho, contaba al medio estadounidense NBC News que el estilo personal ha sido reemplazado por una carrera sin fin para mantenerse al día. “Compré varias cosas que me encantaban, pero ahora apenas las toco porque ya no están de moda”, confesaba.
Según Dejeuné Harris, estilista personal, esto genera una paradoja: “La gente compra más ropa que nunca, pero siente que no tiene nada que ponerse”. Querer una gratificación instantánea o estar al día nos empuja a comprar sin pensar prendas de ropa que pierden relevancia en cuestión de semanas, y lo peor: sentimos que hemos perdido el tiempo y el dinero.
Además, con consecuencias nefastas para la emergencia climática. Según la Fundación Ellen MacArthur, cada segundo se quema o entierra el equivalente a un camión de basura lleno de textiles.
Pero no todo está perdido. El estilo personal no tiene que ser una víctima más del algoritmo. La gente afectada recomienda hacer una pausa cuando te sientas saturadx con tantas tendencias, elegir con intención y recordar que la moda no debería ser una carga.