El verano suele ser una de las épocas favoritas de muchas personas. Los días duran más, hay más planes al aire libre y, en definitiva, tendemos a sentirnos más tranquilxs y relajadxs. La gente viaja, se mueve con mayor frecuencia y todo parece estar influido por esas ganas de pasar tiempo con la gente que queremos.
Sin embargo, en una época en la que tenemos más tiempo y menos rutinas y, además, hace más calor, hay personas que se sienten más tristes y desanimadas de lo normal. La paradoja es: ¿cómo puede pasar esto en unos meses en los que todo el mundo parece más feliz y relajado? Pues es algo que sucede mucho más de lo que creemos y tiene sus razones científicas.
Esta sensación se conoce como trastorno afectivo estacional de verano y presenta a grandes rasgos la misma sintomatología que la de invierno.
Qué es el trastorno afectivo estacional
Parece imposible, pero sí. Un pequeño porcentaje de la población se siente triste durante el verano a pesar de que sea la época del año en la que hay más luz. Además, suele estar asociada a las vacaciones y al tiempo libre. Una condición poco común, pero que afecta a muchas personas bajo el término antes mencionado, trastorno afectivo estacional (TAE).
Se trata de síntomas típicos de los trastornos depresivos pero su llegada coincide con la entrada a una nueva estación, motivo por el cual se conoce como trastorno afectivo estacional, ya que se asocia a cambios climatológicos: mayor exposición a la luz solar, exceso de calor, alteración de las horas de sueño... Así como una alteración de las rutinas en las actividades diarias que pueden desestabilizar los biorritmos.
Sin embargo, a diferencia del TAE de invierno y otoño, cuando muchas personas presentan falta de energía, tristeza generalizada y cansancio, el de verano tiene unos síntomas específicos más comunes. Entre ellos destacamos:
- Cambios de humor.
- Pensamientos negativos.
- Desgaste de la autoestima al compararse con los demás.
- Falta de energía y de motivación.
- Cansancio generalizado.
- Incapacidad para disfrutar.
- Insomnio y falta de apetito.
- Dificultad a la hora de concentrarse.
Otro factor que se ha relacionado con este trastorno de verano es la luz. Mientras que en invierno los días son más cortos, en verano, una sobreabundancia de luz puede llegar a reducir la producción de melatonina, la hormona que controla el ciclo de sueño y vigilia. Es decir, con días más largos, el cuerpo tiene menos horas para producir la melatonina que nos ayuda a dormir. Y ya se sabe que, la falta de sueño, nos vuelve personas más agitadas, ansiosas e irritables.
Controlar los factores ambientales puede ser una de las claves para frenar la aparición del trastorno. Para ello, lxs expertos recomiendan mantenerse en zonas ventiladas, frescas y menos húmedas; darse duchas frías o utilizar persianas que oscurezcan la habitación. Todo esto podría ayudar a mejor el estado de ánimo.
En lo social, es importante no sentirse presionado por las actividades que otras personas hacen, en una época en la que la presión por salir de fiesta o hacer planes aumenta. Y, sobre todo, piensa que es normal sentirse triste algunos días. Pero si esa sensación de desánimo se prolonga durante días, cambian los patrones de sueño y apetito es importante recurrir a un profesional.