El peligro de fingir que estás feliz cuando estás triste

Reprimes tus emociones reales, afianzas creencias nocivas y alejas la ayuda externa de ti

Concéntrate en ver el lado positivo de las cosas. Sonríe hasta que te sientas mejor. Finge estar bien para relacionarte con otras personas y que ello eleve tu ánimo. Seguro que has escuchado frases como estas millones de veces a lo largo de tu vida. Y ojo: un poco de optimismo, de tratar de mirar la realidad desde un ángulo diferente de la pura tristeza, puede ser de utilidad para superar algunos desafíos. Sin embargo, escribe el psicólogo estadounidense Mark Travers en un artículo para Psychology Today, “fingir felicidad constantemente puede afectar gravemente tu salud mental e impedir que abordes las causas fundamentales de tus problemas”. En concreto, se materializa en tres males diferentes.

En primer lugar, la represión de tus emociones reales. Según indica el propio Travers, basándose en una investigación publicada en la revista especializada Academy of Management Journal, “las personas que intentan fingir sus emociones y continuar con su día reportan peores estados emocionales peores con el tiempo”. Y sí, es comprensible que haya situaciones en las que simplemente no puedas mostrarte como querrías. No deseas echarte a llorar en una reunión de trabajo. O en un examen. Pero una cosa es mostrar autocontrol en situaciones claves y otra muy distinta pasar tus días así. Necesitas permitirte experimentar tu tristeza. De lo contrario seguirá ahí en un segundo plano.

Además, escribe este psicólogo, fingir estar feliz cuando estás triste también puede reforzar creencias poco realistas y dañinas como aquellas que abrían este artículo. A ellas debes sumarle la “soy invencible y nada puede conmigo”, “mi vida es simplemente perfecta y solo tengo que hacer el esfuerzo de verlo” o “la felicidad es un estado mental”. Por supuesto, en cierto sentido la felicidad es un estado mental, pero nadie, ni siquiera el Dalai Lama, es independiente de sus circunstancias. El mundo a tu alrededor importa. Y a veces sencillamente es doloroso. No te queda otra que asimilarlo progresivamente hasta que deje de doler. Pero date tiempo. No quieras sonreír antes de lo necesario.

Por último, está el hecho de que tu felicidad fake engaña a los demás. Y esto tiene dos consecuencias. Por un lado, hace que las personas de tus círculos íntimos no comprendan que en realidad estás triste. ¿Cómo van a apoyarte y ayudarte así? Es imposible. Estás eliminando las muletas que podrían servirte para transitar mejor tu tristeza. Por otro lado, contribuyes a esa gran mentira, cada vez más extendida a causa de las redes sociales, de que existen vidas de constante felicidad, lo que puede hundir más a esas personas que están en la misma situación de tristeza que tú. Sacarse la máscara de la eterna alegría puede ser un alivio. Para ti. Para otrxs. Para todxs.