Está claro que cuando piensas en masajes piensas en recibirlos de otra persona. Es lo más placentero del mundo. Una delicia que no quieres que pare nunca. Sin embargo, no siempre tienes a alguien tan generosx dispuesto a pasarse los minutos amasando tus músculos y tu piel. La alternativa, aunque menos espectacular, es la misma que cuando quieres sexo y no tienes a nadie a mano: satisfacerte tú mismx. Las piernas. Los pies. El rostro. Hay muchas zonas de tu cuerpo a las que puedes llegar, aunque hay una a la que probablemente no le eches mucha cuenta y deberías: se trata de tus tetas. Según la doctora Mary Jacobson, el automasaje de senos te proporciona múltiples beneficios.
Para empezar, y como es lógico, te sume poco a poco en un estado de relajación que te viene muy bien. Pero es que además es un método muy efectivo contra el dolor. En palabras de esta experta, directora médica del centro Hello Alpha, “según la literatura médica, el automasaje de las tetas puede aliviar el dolor producido por conductos bloqueados, congestión mamaria e inflamación del tejido mamario”. A esto hay que sumarle que promueve el drenaje linfático y la buena circulación de la sangre. De hecho, los cirujanos recomiendan el masaje mamario a quienes cuentan con implantes mamarios para reducir el riesgo de complicaciones. Sí, sobarte las tetas es autoprotección.
Aunque la cosa no termina ahí. Además, y para aquellas mujeres que acaban de tener un bebé, el automasaje de senos “puede incrementar la producción de leche en las personas lactantes y promover la lactancia del recién nacido”. Quizás te sientas lejísimos de esto. O quizás no. En cualquier caso, está bien saberlo. Por último, y según el portal MindfulWomen, esta práctica, que puedes realizar ahora mismo en tu casa en cuanto termines de leer este artículo, también libera emociones reprimidas en tu interior y, muy importante, te ayuda en la detección de temprana de posibles bultos anómalos en el tejido mamario. No debes obsesionarte, pero cierto control nunca viene mal.
¿Cómo dártelo?
Cada persona tiene unas preferencias ante los masajes. Hay quien prefiere algo duro e intenso. Hay quien prefiere caricias y golpes suaves. No obstante, las expertas de Poosh proponen una hoja de ruta sencilla. Primero, amasa o acaricia un seno a la vez. Luego pasa al otro y seguidamente aplica un poquito de aceite corporal a ambas tetas. Ahora ve jugando con los ritmos y las intensidades. Encuentra ese punto que te aporta más placer. Ve cambiando de método durante unos veinte minutitos. Te sentirás como nuevx. Ah, y si tienes la suerte de tener a alguien dispuestx a hacer el trabajo por ti, y te apetece, adelante. Tu organismo liberará aún más hormonas beneficiosas.