Ruta por los restaurantes de Barcelona en los que podrás llegar al clímax comiendo sin contar calorías

¿Para qué te matas al gimnasio si no es para que llegue el viernes y puedas recuperar toda tu alegría perdida durante la semana?

Toda la semana corriendo de arriba abajo, currando, yendo al gimnasio a la hora de comer y alimentándote de lechuga y pavo. Está llegando el verano y parece que te acabas de enterar de que de después de mayo viene junio. Controlas tu dieta, tienes hasta el objetivo de perder un medio kilo aunque nadie más que tú lo vaya a notar. Es tu propia lucha, así que si fallas, tampoco se darán cuenta. En Instagram te empiezan a aparecer fotos de restaurantes bonitos que van directamente al grano: a tu tentación.

Empiezas a clicar de uno a otro y acabas exactamente donde querías llegar: una hamburguesa gruesa, jugosa y grasienta que tiene escrito tu nombre. Y decides hacerlo: no piensas cortarte más. Tampoco seremos nosotros quienes te frenemos. Más bien, al contrario. Si todavía tienes dudas, esta es la ruta más cerda de Barcelona para permitirte un respiro y poner el contador de calorías a 10.000. Lleva sal de frutas.

El previsible: Fat Barbies

Empezamos con Fat Barbies porque su nombre encarna todo lo que queremos. Dejar de ser muñecas condenadas para toda la vida. Barbacoa al fuego de leña, costillas de cerdo con las manos y hamburguesas de las imbatibles para carnívoros de los de siempre. Un restaurante de esos cool de barrio para la lista básica de cerdadas. Calle Bailén, 83.

El asqueroso: L'Avia

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Abre la boca y mira hacia otro lado. L'Avia es un restaurante mítico en el centro del Raval regentado por un poeta uruguayo autoeditado. Es famoso por las pizzas estilo cono sur: grandes y con mucho queso y mucho aceite y mucho de todo. Los expertos dicen que te dejan tocado del alma y es verdad. Si tienes manías, este no es tu lugar, pero si esperas comer hasta hartarte y poder pagarlo todo por menos de dos dígitos, estás en el sitio justo. Una joya que no se va ni con KH7. Calle de la Cera, 33.

El chino: Chen Ji

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Es el "chino, chino" porque es un chino donde van los chinos. Los vecinos de Tetuan están acostumbrados a tener buenas ofertas de restaurantes de esta zona del mundo que tanto se relaciona con la comida trash, pero el Chen Ji es el favorito de muchos. Y lo apoyamos. Es de estos sitios donde puedes pedir sin saber lo que te van a traer. Los dumplings de carne con verduras, las sopas y el pato laqueado son un hit, pero lo mejor es atreverse y dejarse recomendar. La ensalada de medusa es favorita. Obviamente, la birra es Tsingtao. Y si buscas en Google, verás cómo te aparecen montones de fotos de tickets: porque es baratísimo. Calle Ali Bei, 65 Barcelona.

Five Guys

La hamburguesería favorita de Obama está en Barcelona y aunque no soy demasiado fan de las cadenas, reconozco que no puede faltar en la ruta cerda. Lo más impresionante es su batido de Oreo con bacon, pero las hamburguesas son una locura. Las mejores, las que no te caben en las manos. Y acompañadas de un lecho de patatas fritas que cubre toda la mesa. En Barcelona ya hay tres: en La Maquinista, en plaza Cataluña y en Provença, 427.

El vegano: Trocadero

También los veganos tienen derecho a darse un festival. Es verdad que sumar calorías a base de verduras no es tan sencillo, pero Trocadero es experto. La forma de comer comida basura si tu prioridad es el respeto a los animales. Literal, un hot dog o un bacon vegano que imita el sabor de la carne de forma excepcional. Calle de Marina, 269.

El tex-mex: Gringa

El día que te despiertas con el sandwich de pollo frito de Gringa en la cabeza, no hay nada que hacer. La sutileza de su pan, la salsa picante y el pollo rebozado y bañado a la perfección en el aceite hirviendo son un masaje en el estómago. Yo tengo que hacer un gran esfuerzo para terminármelo, pero vale la pena el sudorcito frío que te empieza a caer por la sien. Después te echas la siesta y estás listo para volver del mundo de los muertos. También hay hamburguesas y tacos, patatas caseras, micheladas y postres con nata montada para que acabes viendo las estrellas. Corazones en los ojos de los más sinceros. Calle LLeialtat, 16.

El postre: Sil's Cakes

Ahora que tu madre ha dejado de decirte que si comes azúcar se te van a caer los dientes, por fin puedes entrar a la pastelería americana sin mirar atrás. Los típicos pasteles que si los hicieras tú darían asco porque la crema de Oreo caería chorreando por los lados, que no conseguiste hacer con suficiente consistencia o se te derrumbaría esa especie de plastilina de colores con la que forran todos los pasteles. De no ser porque sabe delicioso, parecería que estás en Toys'r us. Gastronomía plasticosa de la buena para tragarte las penas en tu peor día. Necesitarás un carné para navegar sobre nata montada. Calle Torrent de l'Olla, 62.

El gourmet: Plat Únic

En este hotel el chef se rompe la cabeza: cambia de menú cada cuatro meses y en la carta solo puedes elegir un 1 tipo de plato. O lo tomas o lo dejas. Ahora sí: si acierta, estás en tu día de suerte porque tienes barra libre de vino y comida hasta que estés a rebentar. El precio no es barato del todo 32 euros, pero es cerrado y vale la pena. El plato de temporada ahora es: jarrete de ternera. Calle Trafalgar, 30.

La escapada: bocadillo de caracoles con butifarra y mahonesa

No podía cerrar esta lista sin incluir el bocadillo más polémico del año: el de caracoles con butifarra y mahonesa que ha dado tanto de que hablar este mes en Lleida. Vale, necesitas una escapada para irte a la capital del Pirineo catalán, pero está a tiro de tren y pegarse el viaje vale la pena sumergirse en este mejunge viscoso que combina dos clásicos de la gastronomía local y sin escatimar en salsas. Tíene pésimas valoraciones, pero los gastrónomos ya se preguntan si es la nueva tortilla deconstruida con la que un día nos la lió Ferran Adrià. En la cocina, más es más. Carrer Torres de Sanui, 24 Lleida.