Intenté pasar sobria un fin de semana comiendo solo recetas de marihuana

La marihuana tiene muchos más efectos que el colocón y se usa cada vez más como complemento alimenticio y medicamentos

Su perfil de Instagram parece el de alguien que se pasa el día de cachondeo. Fuma porros, cocina, ordena botes de yerba del tamaño de una mochila y es una jardinera ejemplar. Sus posts desaparecen constantemente, en especial los de perfil de Instagram. Alguien la tiene con las recetas que la doctora Weed lleva una década perfeccionando, desde que se dio cuenta de que un porro le calmaba el maldito dolor de articulaciones. A los 25 años, su médico le diagnosticó una enfermedad autoinmune que, junto a la artrosis y la artritis, degenera sus cartílagos. A partir de entonces su dolor de huesos solo iría a peor.

El de la doctora Weed uruguaya, de 37 años, vive en Madrid y prefiere ocultar su nombre real es un caso especial, porque además de sufrir de las articulaciones, tiene hiperactividad y problemas gástricos, por lo que cualquier medicamento le sienta como una patada en el estómago. Aprendió de su abuela que para cada dolor había una planta, así que introdujo el cannabis en su dieta. Aunque su cuerpo delgado tiene una tolerancia superior a la de los mortales rasos, su cocina no es para pegarse el gran viaje. "Hay que superar los brownies y las cookies", me dijo en uno de los primeros audios que me mandó unos días antes de conocernos, "la marihuana el cannabis en su dieta".

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Además de divulgación sobre los beneficios de la hierba, usa los stories para compartir recetas: risotto de setas, flanes, gnocchi con pesto, panettones, croissants... todo cannábico. Según como la cocinas, activas o no los componentes psicoactivos de la planta. La marihuana también contiene proteínas, antioxidantes, calmantes o antinflamatorios y te permite hacer vida normal. Lo tiene todo para convertirse en el próximo boom de los superalimentos de moda y, aunque no creo que sea milagroso ni pretendo automedicarme, me monté mi propio menú con las recetas de la doctora Weed para probar qué tal me sienta empezar a consumirla. Aviso: requiere práctica, así que mejor probar en fin de semana. El plan era este: 

Viernes curro. Desayuno: té de jengibre, limón y hojas de cannabis y tostada con aceite cannábico. Almuerzo: ensalada con hojas de maría y pescado al horno. Cena: risotto de setas y flan. 

Sábado. Desayuno: mango con yogur y açaí, galleta de cannabis y café con semillas de marihuana. Almuerzo: sardinas al wok y ensalada con hojas de maría y aceite cannábico; flan casero. Cena: brownies de chocolate para llevar a un cumpleaños.

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Domingo. Pancakes con plátano y miel con mantequilla de cannabis y café. Almuerzo: crema de calabaza con aceite cannábico. Cena: pizza con mozzarela y ricotta y aceite de marihuana; bizcocho canna con nata y fresas.

La temperatura mágica: de 155 a 175 grados

Para preparar todos estos platos, lo que necesito es mantequilla cannábica y aceite macerado. Esta va a ser la base de todo. Al llegar al club y pido los 25 gramos que tenía previstos, los chicos intentan frenarme: además de arruinarme, tal cantidad me mandaría de viaje sin billete de vuelta. Ingerida, la hierba es cuatro veces más potente que fumada, repiten. Les explico que mi idea es probar distintas recetas para investigar sus supuestos beneficios, pero, aun y así, decido irme a casa para investigar bien las medidas. 

Al día siguiente me compro seis gramos de hierba. Me parece razonable. Al fin y al cabo, cada plato llevará un poco de mantequilla, algo de aceite o unas hojas. Si quisiera ser profesional del todo, debería calcular el contenido de THC que incluye cada gramo de marihuana, algo que varía en función de la especie de la planta y las condiciones en las que fue cultivada.

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El THC y el CBD son los componentes psicoactivos de la marihuana. Como vemos en esta guía —que me pasó la "doctora" para que tuviera claro cómo debo cocinar la hierba para conseguir ciertos resultados— estos dos elementos se activan al cocinarlos entre 155 y 175 grados. Si lo subes a 180 y querías la fumada, mal, porque mueren los efectos. Y si no llegas a 155, también. Estos días voy a vivir pegada al termómetro, me advierte cuando la veo al fin en Castelldefels, un pueblo al sur de Barcelona donde se aloja para participar en la conferencia cannábica Spannabis. Solo verla caminar, despacio y algo ladeada, entiendo lo que me decía de los dolores que padece y que intenta corregir por cualquier medio, para tener una vida algo más llevadera.

Después de presentarnos, me regala una bolsita con dos galletas y un cogollo de su cosecha. Cuando le enseño mi compra sonríe y me dice que no me va a alcanzar para nada. Lo que tengo, en teoría, solo es la mitad de lo que ella usa para macerar un solo vaso de aceite de oliva. Las galletas mejor que me las coma poco a poco, advierte, un consejo que se me repetía como flashback al día siguiente, cuando iba flotando por mi barrio mientras intentaba hacer la compra muerta del hambre. Y eso que solo había probado con media.

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Tapar el sol con un dedo

En España hay unos 300.000 consumidores habituales de cannabis, de los cuales al menos 50.000 son pacientes, según el Observatorio Español de Cannabis Medicinal, aunque todavía no se ha desbloqueado la legislación, su cultivo con fines comerciales sigue siendo ilegal y el consumo personal está en un limbo legal. Por eso, en parte, la doctora Weed oculta su nombre, aunque tiene 37K seguidores en su cuenta privada. Cultivar en casa está más o menos tolerado, pero si tienes las plantas en el balcón, según el Observatorio Español de Cannabis Medicinal

Canada ha sido de los últimos en legalizar los usos recreativos de la planta y en Portugal, los fines medicinales. En Colombia también legislan en esta línea, y lejos de considerar un despropósito proyectos como los de la doctora Weed, los usos tradicionales de la planta suelen ser el punto de partida para investigaciones médicas

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"Es un momento interesante para la industria porque partiendo del reconocimiento de los beneficios empíricos de la planta tenemos ahora el reto de demostrarlo mediante estudios de alto rigor científico", explica Gustavo Escobar, director de innovación y cofundador de Clever Leaves, una de las empresas que se ha lanzado al mercado en Colombia. Ya se ha demostrado que la marihuana ayuda a paliar el dolor uno de cada cinco españoles lo sufren, la esclerosis múltiple y la epilepsia, pero también hay muchos avances relacionados con la ansiedad, las enfermedades psiquiátricas y el control del apetito. Las primeras pruebas con casos de epilepsia han mostrado un descenso drástico de los episodios. 

Manos a la obra

El sábado empieza tranquilo. El viernes, al final, no había tenido tiempo de conseguirlo todo, así que se cayó el plan de empezar mi menú un día laboral solo le eché unas hojitas al té para ir habituando el estómago y no noté nada. Desayuno mi clásico yogur con mango, al que añado una taza de café con semillas de cáñamo, recomendadas porque contienen proteínas, y la media galleta de la doctora Weed. Error.

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Me pongo a hacer la mantequilla cannábica, a la que le hecho la mitad de la yerba que compré tres gramos por unos 250 de mantequilla y la dejo derretirse a fuego lento durante una media hora. En otra olla, echo otros tres gramos de marihuana y un vaso de aceite de oliva a fuego muy muy bajo no puede llegar a hervir ni un mínimo, también durante una media hora. Lo ideal para hacer aceite cannábico es macerar los cogollos durante un mes o dos a temperatura ambiente o sobre un radiador, en invierno y la doctora Weed recomienda echar más cantidad de cannabis para que sus efectos, sobre todo calmantes, sean más palpables. Ella se lo regaló, por ejemplo, a una vecina que pasa por una quimioterapia.

Así, en frío, estos dos productos, en principio no le harán nada al estado de tu conciencia, a no ser que le eches imaginación. Pero mientras me entretengo con esto, la galleta ya me ha hecho efecto, porque esa sí estaba horneada a la temperatura que era. Recuerdo que me advirtió de la diferencia entre comer y fumar: comer es más lento tanto de llegada como de salida. Así que me mentalizo y trato de hacer vida normal. Ir al mercado, volver y seguir cocinando.

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Las sardinas al wok las hace mi pareja y a la ensalada le hecho un chorro del aceite cannábico que ya está frío y listo para servir. Lo mejor es la siesta después de comer, las ganas con las que me tiro en el sofá y lo a gusto que me duermo. Al despertar estoy feliz, plácida, lista para volver a cocinar. La verdad es que este plan me tiene pegada a la cocina todo el fin de semana, pero me gusta. Me pongo a hacer el brownie.

La idea para hoy era una cena psicodélica: pizzas con amigos, cookies y trufas con CBD, pero al final acabo saliendo y llevando el pastel a un bar. Y es un éxito: desaparece en un momento y todo el mundo parece divertirse con sus conversaciones. Se ríen. La noche sigue, pero a mí me da sueño. El domingo seguiré con el experimento, pero las conclusiones empiezan a ser claras. La marihuana me da risa a veces, pero duermo muy bien como para necesitar más calmantes en mi vida. Recuerdo por qué dejé de fumarla en la universidad y era justamente por esto.

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El aceite lo sigo usando de vez en cuando en las ensaladas e incluso para cocinar, igual que tomo colágeno cada mañana, té de jengibre o chia. Por fin la marihuana parece que empieza a estar más normalizada, aunque no del todo. Cuando termina esta historia con la doctora Weed, su cuenta de Instagram vuelve a estar cerrada, se abrió otra y se la volvieron a cerrar... "diez años de trabajo, voy a tener que pagar a un abogado... estoy tan triste", me dice. Así que al menos que este sea un homenaje y una pequeña guía para quienes quieren investigar, como ella, cómo sienta comer marihuana.