6 maneras de motivarte con tus errores y salir del bucle de la autocompasión

Aprender de los errores y actuar para enfocarte en el futuro son las mejores formas de pasar página después de cometer un error

La vida te pone constantemente ante la obligación de elegir entre dos caminos. Estudiar esto o aquello, mudarte a otra ciudad o quedarte donde estás, coger un trabajo o esperar otro mejor. Y así cada día. Elegir es lo que nos hace progresar y ser quienes somos, pero a veces, tener demasiadas opciones nos atormenta, nos llena de preguntas e incluso nos angustia. Frente al enorme abanico de posibilidades que tenemos ante nuestros ojos, es normal que nos nublemos, pero hay una filosofía de vida que nos hará ser mucho más felices y estar tranquilos con las decisiones que tomamos.

Se puede resumir así: no mirar atrás. Aprender del pasado siempre está bien, pero fijarse demasiado en lo que pudimos haber hecho y no hicimos nos hace perder el tiempo y nos estanca. Es mucho mejor enfocar nuestras energías en aprovechar el presente al máximo y, sobre todo, en llegar adonde nos proponemos en el futuro. Si te hemos convencido de que lo mejor que puedes hacer es dejar de lamentarte y tomar las riendas de tu vida, aquí tienes seis consejos recogidos en un artículo publicado en el New York Times.

1. Fíjate en cómo digieres el arrepentimiento

Es normal que de vez en cuando te arrepientas de una decisión. No pasa nada, tampoco tienes que olvidarte de ese sentimiento en seguida. Es más, enfrentar el luto de forma madura es mejor que tratar de olvidarlo directamente. Tómate un rato para relajarte y asumirlo. Eso te ayudará a entender que has cometido un error pero que no tienes por qué pagar las consecuencias para siempre. Seguro que encuentras la forma de corregirlo. Mirar al futuro, sí, pero autocrítica, también.

 Resultado de imagen de feeling bad gif

2. Deja de obsesionarte

¿Cuánto tiempo necesitas para superar un error? ¿Aprendiste algo de él o solo te quedaste castigándote una y otra vez? Para pasar página necesitas saber dejar atrás las decisiones que ya no puedes cambiar. Como todos tenemos debilidades, te recomendamos que te tomes un momento para identificar dónde y cuándo tiendes a recrearte en tus errores y así podrás interrumpir los pensamientos que te atrapan. Si no lo consigues por tus propios medios hay técnicas abruptas como enjuagarte la cara con agua helada. Dicen que funciona.

3. Analiza lo que ha pasado y repite esto

"Todo puede verse desde una perspectiva distinta". "De todo se puede sacar una experiencia positiva". "Todo puede verse desde una perspectiva distinta". "De todo se puede sacar una experiencia positiva". "Todo puede verse desde una perspectiva distinta". "De todo se puede sacar una experiencia positiva". "Todo puede verse desde una perspectiva distinta". "De todo se puede sacar una experiencia positiva". "Todo puede verse desde una perspectiva distinta". "De todo se puede sacar una experiencia positiva". "Todo puede verse desde una perspectiva distinta". "De todo se puede sacar una experiencia positiva".

Has sacado algo bueno de ese desastre de decisión y no volverás a repetir el error, ¿verdad? Vale, pues a por lo siguiente.

4. Trátate como te gustaría que te tratara tu amigo ideal

Ni caer en la condescendencia ni en el castigo extremo. Lo mejor de los amigos es que ven tus decisiones con distancia y pueden ayudarte a reconstruir los fallos y virtudes de lo que ha pasado. Intenta hacer el ejercicio solo y verás que la experiencia se vuelve mucho más rica y provechosa.

5. Identifica lo que más te importa

Aprovecha el sentimiento de arrepentirte para identificar lo que más te importa lo que más aflora cuando lamentas tu error. Así podrás identificar patrones de tu comportamiento que te hacen sentir mal una y otra vez y acabar con ellos para siempre.

6. Actúa

Somos nuestros aciertos, pero también nuestras cicatrices. El "kintsugi" consiste en reparar objetos rotos, como vasijas de cerámica, en lugar de deshacernos de ellos. Esta filosofía japonesa se encarga de señalar las imperfecciones porque considera que forman parte de la historia de cada objeto. Como si fueras un plato roto, recuerda qué decisiones te han hecho daño y piensa que gracias a ellas has llegado a ser quien eres hoy.