El sexo es un mecanismo de vinculación. A veces con amor de por medio, otras simplemente con deseo, la realidad es que el verdadero placer surge cuando sientes que hay una fuerte conexión en el ambiente. Quizá entre vuestrxs cuerpos. Quizá también entre vuestrxs mentes. Quizá también entre vuestrxs corazones. No hay una única vía de unión. Pero suele haber unión. Esa es la magia. Y por eso se siente tan raro, incluso desagradable, cuando te descubres en mitad de un encuentro sexual sumidx en un incomprensible sentimiento de soledad. No obstante, dice la investigadora sexual Chelom E. Leavitt, de la Universidad Brigham Young, es relativamente normal. Les pasa a muchas personas.
Y les pasas debido a asunciones sobre el sexo y las relaciones poco saludables que han interiorizado desde bien jóvenes. Para solucionarlo, y comenzar a conectar de verdad con tu pareja o con parejas sexuales más random, Leavitt acude a seis verbos en concreto, el primero de los cuales es pedir. En palabras de esta experta, “es posible que hayas sido criado con la sensación de que no puedes pedir tus necesidades”, lo que hace que los encuentros sexuales sean ajenos a tus deseos. Y eso obviamente te conduce a las sensaciones de aislamiento. Del mismo modo, añade, está el verbo rechazar: debes empoderarte para poder decir no a lo que no te mola en la cama. No eres un juguete.
Puedes (y debes) tomar acción cuando tú quieras
En tercer lugar está el verbo tomar. Muchas personas adoptan un papel muy sumiso en sus relaciones sexuales no porque les mole este rol, sino porque no se sienten legitimadas a tomar aquello que les están ofreciendo. Hay cierto pudor. Cierta sensación de no ser merecedoras. Y eso debe cambiar. Tomar la iniciativa te hace sentir poderosx y te vincula a la otra persona. Y lo mismo ocurre con el verbo recibir. Si no te sientes dignx de todo ese amor, de todo ese deseo, de toda esa lujuria, si no sientes que mereces que la otra persona te dé tanto, te abrace, te lama, te folle, estarás constantemente saliendo del estado de flow y volviéndote hiperconsciente. Un camino seguro a la soledad.
Y quedan tres verbos claves más. Por un lado, el verbo dar, porque según Leavitt cuando das para no crear conflictos o cumplir expectativas ajenas, sin apetecerte de verdad, te acercas mucho a la soledad durante el sexo. Por otro lado, el verbo compartir, pues sacar las emociones que llevas dentro durante tus polvos es una manera de tender puentes con la otra persona. Os acerca. Abre oportunidades de fusión. Y, por último, está el verbo jugar: “¿Te sientes lo suficientemente seguro en el sexo como para ser creativo e imaginativo?”. Si la respuesta es que no, es normal que te invada la soledad. Estás coartadx. Reprimidx. Y quizás toque replantearse la idoneidad de esa relación.