Cuando el BDSM dejó de ser una enfermedad mental para la ciencia: la historia detrás de esta práctica

Y muestran una mayor satisfacción sexual

Muchas de las teorías de Sigmund Freud han hecho bastante daño. Una de ellas, relacionada con las prácticas BDSM, ha erigido una cantidad de prejuicios sobre las personas a las que les molan durante siglos: decía que indicaban una neurosis severa. Y el mundo de la psiquiatría lo asimiló sin más. Hasta tal punto que quienes desean la dominación o ser dominadas se han visto obligadas a luchar contra sus propias autocensuras internas: ¿me pasa algo en la cabeza por fantasear con esto? Por suerte, la buena ciencia, la que hace preguntas y las responde mediante experimentos, ha ido probando poco a poco que no, que lxs amantes del BDSM son perfectamente saludables.

Así lo explica el periodista especializado en sexualidad Michael Castleman, autor de obras como Sizzling Sex for Life: Everything You Need to Know to Maximize Erotic Pleasure at Any Age, en un artículo para Psychology Today: “La primera edición de la biblia de las enfermedades mentales, el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, clasificó el sadismo sexual como una desviación, pero en 2013, y basándose en estudios del siglo XXI, el DSM-V eliminó el BDSM de su lista de enfermedades mentales, calificándolo como otra forma de jugar para personas psicológicamente normales y sanas”. No, no hay ninguna oscuridad escondida tras este rollo sexual.

No es ningún problema de salud mental, como se creía

Y no solo eso: las propias prácticas BDSM tampoco parecen tener ningún impacto negativo en la vida de quienes las anhelan y pueden hacer de ellas una realidad cotidiana. En palabras de Castleman, un estudio reciente demostró que estas personas experimentan una disminución del estrés, una perspectiva más positiva de la vida y una mayor excitación sexual después de llevar a cabo estas prácticas. En resumen, “lxs investigadores concluyeron que, lejos de amenazar la salud mental, el BDSM en realidad contribuye a ella”. Un enfoque que rompe por completo con la imagen generalizada que se suele tener. La palabra “perversión” no tiene sentido cuando se habla de BDSM.

Pero Sigmund Freud y la hornada de psiquiatras estirados que le sucedieron no son los únicos que han contribuido a este cliché en el que la persona amante del BDSM es en realidad alguien con un grave trastorno psicológico. Como dice Castleman, “Cincuenta sombras de Grey describe a Gray como el producto de un horrendo abuso infantil”, un discurso clásico que termina calando en la peña. ¿En ti también y te ha molado siempre el BDSM? No te sientas mal. No indagues en busca de un problema en algún lugar de tu psique. Todo está bien. Lo que pasa simplemente es que el sexo convencional no te motiva demasiado. Para ti le falta salsa. Y ya está. Fin del mal cuento.