La depresión juvenil no es igualitaria

Las chicas presentan más sintomatología depresiva que los chicos

La adolescencia, ubicada aproximadamente entre los diez y los 19 años según la Organización Mundial de la Salud, es una etapa marcada por los cambios fisiológicos y psicológicos profundos. De ahí que durante tantísimo tiempo la sociedad haya considerado normales las fases depresivas de lxs adolescentes. Como si sus dramas fueran menores y sus penas una inevitabilidad fruto de un momento vital muy confuso. No obstante, y pese a que esta fase incluye los primeros desengaños y angustias, la realidad es que hay un abismo enorme entre la tristeza natural y la depresión. Esta última es una patología médica y, según un nuevo estudio, está afectando más a las chicas que a los chicos.

En concreto esta investigación, de la que hablan sus tres autores en una publicación para The Conversation, fue realizada a partir de datos y testimonios de 1.212 adolescentes de primero y segundo de la ESO de la Región de Murcia. “Llegamos a dos conclusiones fundamentales: que a partir de los 12 años se produce un aumento significativo de la sintomatología depresiva y que las chicas adolescentes presentan más dicha sintomatología que los chicos”. No es una enfermedad igualitaria. El riesgo de las jóvenes de caer víctimas de este trastorno es mayor y los mismos autores del estudio barajan algunas explicaciones teóricas por las que esto podría ser así.

La primera de ellas es el hecho científico de que los cerebros de ambos sexos son diferentes. “Existen diferencias sexuales en los procesos neurobiológicos que hay detrás de los aspectos de la depresión como el procesamiento del miedo, la excitación, la evitación social o la indefensión aprendida, esa sensación de que no podemos hacer nada para cambiar la situación y sentirnos impotentes por experiencias previas de situaciones incontrolables, solo presente en hombres”. Por ejemplo, la pérdida de proteína claudina-5, vinculada a la depresión, se produce en áreas cerebrales distintas en ambos sexos, lo que da lugar a déficits cognitivos diferentes.

La segunda de ellas es la vulnerabilidad ante el pensamiento desesperanzado. En palabras del equipo responsable del estudio, “los datos indican que los chicos adolescentes que adoptan este tipo de actitud ante situaciones muy adversas pueden acabar desarrollando depresión. Sin embargo, una chica que presenta un estilo de pensamiento desesperanzado puede llegar a deprimirse incluso sin que se produzca un evento negativo estresante”. Y no podemos olvidarnos de los factores sociales relacionados con los estereotipos de género. Sea como sea, está claro que abordar exitosamente la depresión pasa por tener en cuenta lo que nos hace diferentes.