Tanto la fidelidad como la infidelidad son estrategias gracias a las cuales el homo sapiens ha perdurado durante más de 300.000 años en este planeta. De lo contrario no las estaríamos implementando ahora y quienes las utilizaban habrían tenido problemas para reproducirse y pasar esos genes fieles o infieles a sus descendientes. Pero aquí estamos: siempre con la terrible tensión entre ambas fuerzas. Y tú lo tienes claro. La fidelidad es innegociable. Es fundamental. Es la esencia de tus relaciones. Y te parece totalmente lógico. ¿Pero realmente lo es? ¿Hay alguna razón para que creas que ser fiel es lo correcto por naturaleza o le estás pidiendo demasiado a tu pareja?
El doctor en filosofía Mark D. White lo tiene claro: harías mal en creer que la fidelidad es un estilo de vida más digno. Sí, si ambos llegáis a la conclusión de que lo que queréis es una relación monógama, si firmáis ese contrato verbal, es normal que esperes fidelidad por parte de tu pareja y que te cabrees infinito si lo rompe. Pero si tu pareja no lo firma, si no está de acuerdo con esa exclusividad carnal, no tienes ningún derecho a chantajearle emocionalmente y hacerle sentir que es una persona egoísta que no sabe amar. En palabras del propio White, “pedir fidelidad está bien siempre y cuando ambas partes estén de acuerdo”. De lo contrario es una imposición.
En apariencia es un discurso innecesario a estas alturas. Pero no lo es. Muchas personas siguen pensando que rechazar la monogamia implica ser moralmente deficiente o amar menos a las parejas románticas. De ahí que cuanto se tiene la conversación, y se tiene que tener siempre porque no debería haber nada implícito en una relación entre dos seres singulares, la persona que desea fidelidad tienda a machacar a la otra y tratar de llevarla a su terreno. Algo tan terrible como lo contrario. Como dice este filósofo, a veces simplemente hay que aceptar que “ambas personas no pueden ser una buena pareja porque hay una diferencia de opinión irreconciliable”.
Pero esto no es lo peor. Algunas personas, por amor, están dispuestas a abrazar artificialmente la monogamia, pero en el fondo de su corazón siguen deseando verse con otras personas. Y como su pareja lo sabe y no lo soporta continúa haciéndole sentir mal por esta necesidad tan profunda como legítima. Y eso no es amor. No es empatía. No es comprensión. Es querer transformar a alguien en su raíz. Celebra que está dispuestx a renunciar a sus deseos para estar a tu lado o, si no vives feliz sabiendo que preferiría tener libertad sexual, déjale ir. Existen muchas personas maravillosas en el mundo con tu misma visión de las relaciones. No os martiricéis.