7 señales de que tu amigo sufre el síndrome de Hubris

Ya no le reconoces. Ha pasado de ser una bellísima persona a unx arrogante sin empatía

En su ensayo El hombre en busca de sentido, el psicoanalista Viktor Frankl retrata la sorprendente transformación de algunos prisioneros muy empáticos y amables en verdaderos demonios abusadores cuando las autoridades nazis les proporcionaban un poquito más de poder que al resto. No era simplemente una pequeña cuota de orgullo. No era una cuestión de mera satisfacción por ser parte de los elegidxs. Era maldad y desprecio hacia los demás. Una conversión que, según cuenta la doctora Susan Krauss, tiene nombre dentro de la psicología especializada: se trata del síndrome de Hubris. Personas que se vuelven literalmente gilipollas cuando tocan un poquito de éxito en la vida.

En palabras de la propia Krauss, profesora emérita de psicología y ciencias cerebrales en la Universidad de Massachusetts Amherst, “la hubris es una cualidad que un individuo solo puede desarrollar después de haber alcanzado una posición de prominencia”. Quizá un trabajo que está de puta madre. Un poquito de fama en las redes sociales. O un aluvión de money. La cuestión es que esa dosis de poder extra hace que deje de ser quien solía ser y comience a comportarse como alguien lamentable. ¿Sospechas que a tu amigx le puede estar pasando precisamente esto? Susan aporta siete señales que pueden servirte para confirmar tu diagnóstico de andar por casa o descartarlo del todo.

Las siete señales para reconocerlo

Son las siguientes: la persona debe mostrar cambios que duren al menos tres meses, debe haber desarrollado estos cambios de personalidad en la edad adulta, deben haberse producido después de que experimentara un éxito abrumador, la falta de consideración hacia los demás debe haber aumentado a lo largo del tiempo, debe mostrar un egocentrismo y una grandiosidad extremas, debe presentar acciones propias de una profunda irresponsabilidad y no deben mediar otras condiciones de salud como una enfermedad física o daño cerebral. Con síntomas así en la mano, lxs psiquiatrxs pueden confirmar la existencia de un síndrome de Hubris en toda regla.

¿Pero y tú? ¿Qué puedes hacer con esta información en la mano? Lo primero es no precipitarte: no eres unx expertx en la materia y tienes que andar con pies de plomo. Lo segundo, y en caso de que su transformación cumpla los requisitos de este síndrome, es sumar aliadxs y darle un buen toque de atención. Como dice Krauss, “una dosis de realidad podría provocar una corrección del rumbo antes de que sea demasiado tarde”. Sin agresividad pero con asertividad. Abriéndole los ojos. Ah, y no te olvides de autoanalizarte cuando experimentes éxito del bueno. Al fin y al cabo, tú también eres vulnerable a esta transformación. Por favor, no te vuelvas imbécil.