No todos los orgasmos son iguales y no todas las mujeres han conseguido llegar al éxtasis ya sea a través de la masturbación, el sexo oral o la penetración. En este ámbito, de hecho, si pensamos en la pornografía mainstream observamos muy pocas veces a la mujer teniendo un placer auténtico. Parece como si se centrara en representar orgasmos falsos, con mujeres que reciben una estimulación bastante contraria a la que les puede generar un éxtasis de placer. En palabras de Erika Lust: “Todos sabemos que la penetración pura y dura no da orgasmos a la gran mayoría”. Dentro del ámbito del orgasmo femenino, hemos dado con uno llamado orgasmo expandido, que puede llegar a durar 30 minutos.
El término
El promedio de un orgasmo femenino está entre tres y 15 segundos. El suceso, dentro de la masturbación, depende de la temperatura, la presión y el movimiento ya sea de las manos propias o ajenas o de algún juguete sexual. Las mujeres, además, pueden ser multiorgásmicas, es decir, tienen la capacidad de vivir varios orgasmos en un corto periodo de tiempo. El término de orgasmo expandido fue acuñado por la bioneuróloga Patricia Taylor en el 1995 cuando, para su tesis doctoral, realizó una investigación en más de 44 parejas de diversas procedencias y consiguió que todas las mujeres del estudio alcanzaran orgasmos de hasta 30 minutos. Las técnicas utilizadas para conseguirlo fueron: autoestimulación manual 60%, estimulación manual por parte de la pareja 35%, penetración 30% y estimulación oral 15%.
Según la experta, este éxtasis se ha visto evidente en prácticas como el sexo tántrico que emplea técnicas de respiración profunda para que el orgasmo sea producido por una activación progresiva y equilibrada del sistema nervioso. Ahora bien, según explican Alan Brauer y Donna Brauer prácticas como el sexo tántrico, la mujer debe estar sumamente relajada y debe tener un conocimiento y un control sobre su cuerpo y sus propios orgasmos bastante amplio y previamente trabajado. Esto es lógico, pues si nunca ha conseguido masturbarse y generarse a sí misma diferentes tipos de orgasmos para conocer su cuerpo, su sexualidad y su placer, el camino para dar con uno expandido tendrá mayores obstáculos.
El proceso de alcanzarlo
Para alcanzar este orgasmo se debe estimular el clítoris dibujando movimientos circulares lentos y constantes alrededor con el dedo índice. La zona debe estar húmeda o humedecerse para que el contacto sea suave y placentero. A partir de ahí la presión y el ritmo deben ir variando según el gusto de la mujer. Los expertos también hablan de ejercicios de suelo pélvico de Kegel, que incluyen apretar, sostener y liberar los mismos músculos que se utilizan para orinar. Así, si la zona está fortalecida, el cuerpo de la mujer —naturalmente— irá activando esos músculos para dar con el orgasmo. A este cóctel de movimientos y de relajación hay que sumarle solamente un aspecto: una respiración profunda y constante, de esas que llenan todos los pulmones hasta el final. Vamos que la clave está en lograr un estado de relajación y concentración tal que las sensaciones se multipliquen en duración e intensidad, es decir, prácticamente un estado alterado de conciencia.
Cuando el orgasmo aparezca el paso inminente es dejar de estimular el clítoris y pasar a acariciar las paredes vaginales internas: hacia dentro y hacia afuera o en círculos, lenta y constantemente, no con brusquedad. La vagina, después del primer clímax, irá a relajarse pero con la prolongación de las caricias vaginales internas aparecerá otra contracción y a posteriori otro orgasmo. Quienes consiguen superar un tiempo de varios minutos indican que, para alargar el éxtasis hasta casi alcanzar la media hora, deben usarse ambas manos: una para estimular el clítoris y otra para la zona interna de la vagina.
El orgasmo expandido no debe convertirse en el objetivo o la meta a conseguir. Se trata de una práctica más con la que experimentar el placer ya sea en soledad o dentro de una relación. Siempre, lo imprescindible, es disfrutar del sexo, del cuerpo propio, del tacto y de un camino hacia el placer que sea sano y consentido, ante todo.