Erika Lust: “Todos sabemos que la penetración pura y dura no da orgasmos”

La directora de cine para adultos habla sobre igualdad y estigmas dentro del mundo de la pornografía

La seguridad y la cercanía de Erika Lust te atrapan desde el momento en el que pasa por la puerta. Su mirada fija y sus palabras claras se mezclan con un carisma natural que ambienta la sala en la que se realiza la entrevista, por eso se conecta con ella y con su discurso en tan solo unos segundos. El placer femenino, el objetivo de encontrar y generar ese placer en la mujer podría ser la base del alegato que busca cambiar las formas en las que conocemos la pornografía. Este tipo de cine adulto siempre ha sido falocéntrico y eso debe cambiar. Esta es una de las misiones que Erika Lust se ha marcado y en Código Nuevo estamos con ella.

Nacida en Estocolmo hace 41 años y residiendo en Barcelona desde hace 18, donde fundó su productora Erika Lust Films, esta mujer de armas tomar decidió entrar en la industria de la pornografía después de cansarse de ver un tipo de cine adulto cutre y sexista. “Mi trabajo tiene el objetivo de cambiar la manera en que vemos la sexualidad como sociedad. Cuando entré en este mundo y me encontré con los/as pornstars que manejan la industria del cine adulto quisieron ningunearme, eran muy escépticos conmigo, quisieron reducirme solamente a un cuerpo”, relata cómodamente sobre un sofá de su despacho con la tranquilidad de saber —como todos sabemos— que ahora sí la respetan.

A la pornografía le falta igualdad

Es sabido que las películas que encontramos en páginas web como Pornhub, XVideos o Redtube entre otros han servido y aún sirven como una especie de manual de aprendizaje para todos los que buscan herramientas para el sexo que se hace en casa. Esto ha hecho que las experiencias sexuales no sean placenteras para todos. Una de las culpables de que estas webs sigan funcionando como compendios universales del sexo es la educación, sobre todo la ausencia de una educación sexual en España.

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Pero, para Lust, esta educación no puede ser de cualquier tipo. “Necesitamos un ejército de educadoras sexuales que vayan a las instituciones y que se abran y que le hablen a los jóvenes con una abertura y una naturalidad que puedan generarle a ellos buena energía, que puedan contagiarles las ganas de explorar el deseo y los aspectos positivos de la sexualidad”, explica la directora.

Una sensación casi de enfado la inunda cuando comenta que, desde siempre, se han reforzado los aspectos negativos de la sexualidad: “Hay mucho enfoque en todos los aspectos de protección, de cómo cuidarte para no embarazarte, de cómo hacerlo para no tener enfermedades sexuales, para no estar en situaciones de riesgo. Hay, todavía, mucho miedo y muy poca educación que hable de las partes positivas”. Un hecho que sucede porque la sociedad actual sigue siendo, por desgracia, heteropatriarcal.

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“Los hombres, tradicionalmente, han tenido más acceso a su propia sexualidad y las mujeres hemos sido juzgadas durante muchos años. Eso ha hecho que en general haya más mujeres que tienen vergüenza y miedo y que quizás están un poco inseguras en su sexualidad”, explica Erika Lust. Aunque eso es verdad, no debemos perder el optimismo. Estamos en un tiempo en el que la liberación femenina nos ha ayudado a abrir los ojos a un mayor entendimiento de nuestros cuerpos y nuestra sexualidad: “Con la campaña #MeToo y los distintos movimientos feministas he visto a muchísimos hombres que han empezado a reflexionar sobre dónde están los límites y cómo tienen que relacionarse con las mujeres y sobre todo tener muy presente el tema del consentimiento en sus relaciones sexuales”.

El consentimiento. Ese gran olvidado aspecto de la sexualidad que no se tiene en cuenta, ni siquiera, en las relaciones de pareja. Como si el hecho de llevar años juntos significara un sí a cualquier práctica sexual. Por ello, dentro de un intercambio de este tipo, el consentimiento es algo que se tiene que pedir varias veces: “Tienes que decir '¿esto te gusta?', '¿esto te sienta bien?', '¿lo quieres diferente?', '¿lo quieres más lento, más rápido, más intenso?' Tiene que haber un diálogo sexual entre ambos", recalca la artista.

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Para conocer un poco más el trabajo de Erika Lust nos acercamos a una de las mujeres que ha protagonizado una de sus películas. Ella es Cintia Shapiro. Esta directora de arte de 31 años trabaja ocasionalmente como actriz porno en proyectos que le parecen interesantes y “con directoras cuya ética y visión” coincidan con la suya. El porno generalista siempre le pareció vacío, “carente de cualquier tipo de empatía o conexión”. Ninguna de las escenas representaba sus fantasías. Esto terminó cuando descubrió el cine de Lust: “Con Erika, además de encontrar reflejadas las mías, descubro nuevas que me flipan. Su trabajo nos da a las mujeres poder, luz y voz”.

Potenciando el placer femenino y el amor propio

Estamos en este mundo porque en algún momento de la historia pasada dos personas tuvieron sexo. Es una imagen en la que puede haber vida y belleza y no algo oscuro o turbio u obsceno. Las películas pornográficas y el sexo en general han estado, tradicionalmente, orientados al deseo del hombre: “En el porno mainstream se ve muy pocas veces a la mujer teniendo un placer auténtico. Se centra en orgasmos falsos, se las ve gritando de placer de forma exagerada. Cuando te fijas, te asombra ver que nadie la está estimulando de la manera que la gran mayoría de las mujeres necesitarían ser estimuladas. Todos sabemos que la penetración pura y dura no da orgasmos a la gran mayoría. Necesitas una estimulación clitoriana para llegar al éxtasis”.

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El trabajo de esta directora ha conseguido normalizar el sexo, así lo comenta Cintia Shapiro, “es una labor educativa brutal. Personalmente he crecido muchísimo gracias a trabajar con ella. Me conozco mucho mejor, se qué quiero y cómo conseguirlo. Además, he terminado de convencerme de que no hay prácticas buenas o malas, lo que importa es que sean mutuas, seguras y consentidas”. Esta aceptación es uno de los puntos protagonistas en el trabajo de esta directora.

Dentro del porno generalista se tiende, todo el tiempo, a dividir a las personas por categorías: latina, asian, big ass, milf, teen… El porno hace eso todo el tiempo y también lo divide según el género o la sexualidad: “En este caso yo estoy trabajando para que haya diversidad y para dejar de clasificar a la gente de esta manera y aceptar a las personas tal como son”. Prueba de ello es el trabajo previo a los rodajes que lleva a cabo la directora: “Quiero conocer todas las circunstancias de estas personas, absolutamente todo lo que piensan y sienten. También pregunto a los actores y actrices con quién quieren trabajar porque de esa manera sería posible encontrar y dar con esa pasión entre gente que se desea de verdad”.

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El sexo también es amor y también es cariño. Las miradas, los besos, las pausas deben formar parte de la pornografía para que cuando utilicemos este tipo de cine como guía personal podamos hacer que el placer mutuo alcance un mismo nivel. Todos tenemos que vivir los orgasmos de manera plena, derritiéndonos en un éxtasis que es un manjar para todos los cuerpos, para todas las bocas y para todos los géneros. Ojo, no pasa nada con el porno y el sexo duro. Ese tipo de sexualidad siempre existirá por eso hay que potenciar el otro lado para que haya un equilibrio y la experiencia sexual toque todos los ámbitos. La base de una vida feliz y plena.