Tinder te manipula para que acabes follando con una versión idealizada de ti misma

Love me, Tinder / El algoritmo del amor

"Si hay match es porque ya me pareces guapa. Ahora demuéstrame que también puedes ser interesante", Martí, 27 años. "Sonríe aunque tu sonrisa sea triste, porque más triste que una sonrisa triste es la tristeza de no saber reír", Sam, 25 años. Estas dos descripciones son reales. Aparecen en Tinder. Para quien no lo sepa aún Tinder es una aplicación para ligar que cuenta con más de 80 millones de usuarios que van desde los 18 años hasta los más de 60 y que consigue alrededor de un millón de citas por semana. Su funcionamiento es muy sencillo: te aparecen los perfiles de las personas y tienes que hacer swipe con el dedo, un movimiento a la derecha es que sí que te interesa la persona y a la izquierda es que no.

Hay tantísima gente dentro de esta aplicación que puedes viajar a cualquier parte del planeta, activarla y empezar a ligar. La comunicación a través de la pantalla ha ido creciendo poco a poco y cada persona tiene sus propias fórmulas para comunicarse pero, ¿qué puedo decir para que esa persona sepa que me estoy mordiendo el labio? ¿Cómo le digo que me gusta sin ser excesivamente cursi o extremadamente descarada? El equilibrio a través de las palabras en un chat es todo un arte y hay un motivo por el que en Tinder funciona: no hay lugar para el rechazo, la app garantiza a dos personas el interés mutuo antes de permitirles hablar. Cláusula mágica.

Como nueva religión

Núria Gómez Gabriel es crítica de arte y comisaria de exposiciones, además investiga temas relacionados con la cultura visual contemporánea. Estela Ortiz es artista e investigadora cultural y hace tres años que gestiona la página Filósofos del Tinder. Ambas acaban de publicar el libro Love me, Tinder Temas de hoy, 2019, un libro que resume casi más de dos años de trabajo y que analiza los discursos que hay detrás de los patrones de autorepresentación masculina en Tinder. Dentro del prólogo del libro hay una frase que nos llama especialmente la atención: “Las aplicaciones para ligar traerán al mundo tanto amor como Jesucristo”. Es dicha por Gary Kremen, director del departamento de comunicación de Match.com

Las autoras se encargan de dar respuesta a esto porque puede ser cierto. “Lo interesante en Tinder y en otras aplicaciones para ligar es que se convierten en lo que se ha conocido como la nueva religión de Silicon Valley, es decir que, creyendo en una serie de mantras y de funcionamientos, todos replicamos lo mismo en forma de oraciones. Parece que lleguen gratis, desde el cielo y hacen que todos actuemos de una manera determinada, como repitiendo una serie de comportamientos”. Y es que se trata de un conglomerado que ofrece productos únicos para satisfacer el deseo virtual. Las personas nos conectamos, pasamos horas viendo rostros y esperamos que en una de esos perfiles esté el amor de nuestras vidas.

Tinder se ha alzado y vive ahora, seguramente, en tu pantalla. No es sorpresa que, en algún momento, aparecieran quienes se interesaran en averiguar cuál es el origen de su peculiar fama. “Las dos llevábamos años investigando temas relacionados con las aplicaciones de citas y la autorepresentación digital y este libro es la culminación de nuestras conversaciones acerca de este tema porque teníamos que hacer algo con tanta información”, comenta Estela Ortiz.

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La construcción del libro también tiene un objetivo claro: que no se pierda la humanidad ni la sinceridad en las relaciones. “Ser sincero en Tinder creo que es algo que es muy difícil porque interactuar a través de una pantalla facilita muchísimo el hecho de poder llevar a cabo prácticas como el ghosting, es más fácil para los usuarios dejar de hablar y abandonar que dar una explicación sincera y humana”.

Entre las sombras

Ellas no han sido las únicas que se han sumergido en los entresijos de esta aplicación. Es más, mientras construían su libro comenzó a sonar —a ponerse de moda— la palabra algoritmo. Uno de los ejemplos más famosos es el de Judith Duportail, periodista francesa, que publicó su libro El algoritmo del amor. Un viaje a las entrañas de Tinder, donde se encarga de revelar las telarañas que tiene la aplicación y cómo funciona su algoritmo, el cual nos clasifica a través de nuestro nivel intelectual, estético y económico. En este punto se debería hablar del trabajo de presentarse en la aplicación, que es el principal protagonista de todo lo que sucede después.

“La forma de autorepresentarse hace referencia a la idea que esa persona tiene de éxito. Es decir, si una persona piensa que ser exitoso es ser una persona que viaja, que lee mucho, que es muy activa, que va al gimnasio, que es emprendedora o que es optimista, eso es lo que va a poner en su perfil de Tinder”, explican las autoras. Esa idea de crear un perfil tiene algo de disfraz. Este disfraz se hace, como se explicaba con anterioridad, en base a aquello que tú quieres conseguir. Primero piensas cuál es el objetivo y luego construyes tu identidad. Con esta base medianamente falsa o de postureo de nuestra personalidad Tinder crea lo que se llama puntuación Elo.

Este aspecto fue revelado por la periodista Judith Duportail. Cuando se quedó soltera y se hizo Tinder se dio cuenta de que la aplicación evaluaba a los usuarios y les atribuía una nota secreta según el atractivo. Ella estaba deseosa de conocer su puntuación y la información que la aplicación tenía sobre su persona. Decidió que debía conocer los documentos internos de la empresa que no solo contenían sus datos sino la explicación de cómo se construye el algoritmo. Descubrió que la nota depende de tus interacciones: si una persona con buena puntuación te da like, tu nota sube y si alguien con mala puntuación no lo hace, tu nota desciende, así se explica en este artículo.

Dos vías aterradoras 

Estos entresijos que van guiando nuestros gustos y expresiones a su antojo tienen dos maneras de funcionar. Mientras swipeamos, el sistema almacena nuestras preferencias: nombre, edad, geolocalización, fotos, biografía y una canción de culto. Registra, además, el tiempo que dedicamos a observar cada imagen, sus colores, formas y siluetas, las bandas sonoras que reproducimos y los lugares en los que estamos más activos. Toda una lectura de nuestros movimientos e intereses que se hacen a través del Eigenfaces y el Message tree. Y es así como funcionan:

Eigenfaces es un algoritmo que analiza las características faciales de los perfiles que nos han gustado y que, con la suma de todas las fotos, genera una cara promedio o un perfect match. Es la media de todas las elecciones que hayas hecho, un rostro ideal, el físico que buscas. A medida que pasas tiempo en la aplicación lo que va sucediendo es que los perfiles que van apareciendo son más iguales, más homogéneos y más parecidos a tu gusto, esto hace que se aleje la diferencia, que no haya lugar para alguien diferente.

Por su parte el Message tree es un sistema inteligente que analiza las respuestas del chat de los usuarios clasificándolas como sentimientos positivos o negativos. Este algoritmo aprende y ordena los perfiles para optimizar tus coincidencias. Así que si eres de las personas que empiezan una conversación con un emoticono, probablemente te junte con alguien que también lo haga. Este algoritmo es como una brisa o una serpiente que se mueve por los mensajes que escribes y recibes, analiza la cantidad de palabras o sílabas que usas y tu forma de escribir y te acerca a personas que hablan como tú.

Sin duda alguna, una de las conclusiones que se pueden sacar es que Tinder apuesta por un amor autorreferencial, es decir, como un espejo. Alguien que es y se comporta como tú. Tienen la intención de facilitarte y encontrarte un perfil más parecido a tu propia identidad. Con Tinder y el uso del móvil se pierden otras sensaciones que es posible reconocer en esos espacios exteriores cuando dos miradas se encuentran y dicen ‘quiero conocerte, darte un beso y que nos vayamos juntos a tu casa o a la mía’: las olfativas, el contacto de la piel, el flow, el feeling o el instinto. Sin ello todo se convierte en una operación racional y económica. Y no queremos un amor de este tipo.