Pasé 24 horas aplicando los hábitos de la gente eficiente y descubrí que mi vida era un caos

Cuando empiezas a priorizar lo que realmente te importa y, sobre todo, a dónde estás decididx que quieres llegar, el entorno y tu capacidad se van adaptando a alcanzar lo que sea que te propongas

Cada uno tiene una forma de ser que nos parece natural. Algunos de esos rasgos son buenos y otros, no tanto. Para construir nuestra personalidad, nos nutrimos de todo lo que consumimos y lo que nos rodea: películas, libros, conversaciones con amigos, los lugares por donde nos movemos, nuestra familia… Somos como nos ha hecho la vida. Esto tiene sus ventajas: almacenamos todo lo bueno que nos da el entorno. Pero, ¿qué pasa con lo malo? No es cuestión de culpar a los demás de nuestro éxito o nuestro fracaso, pero siempre es un buen momento para plantearnos que quizás está en nuestro poder la capacidad de cambiar y empezar a ir hacia donde deseamos. Esto es, en parte, de lo que habla el libro 7 hábitos de la gente altamente efectiva escrito por Stephen J. Covey y que tomé como referencia para cambiar la forma en la que entiendo y vivo mi vida.

Las bases del cambio

Según J. Covey, los siete hábitos de las personas altamente efectivas materializan —hacen realidad— los principios fundamentales de la efectividad humana. Pero antes de que podamos comprenderlos realmente, tenemos que entender cuál es nuestra manera de actuar y saber o bien averiguar cómo realizar los cambios necesarios, en el caso de que nos esté llevando por un camino que no deseamos. Lo primero que tienes que pensar es: ¿cómo te ves en el mundo? Para visualizarlo aún con más claridad hay que pensar, según dice el autor, en un mapa. Imagina que quieres hacer una ruta por todo el centro de tu ciudad. Para ello, se te ha dado un mapa. Ahora resulta que el mapa es erróneo y que es, en realidad, el de otra ciudad. ¿Te imaginas la frustración? Y, sobre todo, ¿te imaginas la inefectividad con las que te tropezarás intentando llegar a los diferentes destinos?

¿Cómo debemos actuar ante este problema? Es en este punto donde aparecen los siete hábitos de los que habla J. Covey. El objetivo, en resumidas cuentas, es no depender de ningún mapa. “Se puede trabajar en dos puntos concretos. Primero sobre la propia conducta: poner más empeño, duplicar la velocidad. Esto hará que lleguemos más rápido al lugar equivocado. Habrá, entonces, que trabajar sobre la actitud: pensar más positivamente en lo que se intenta. De este modo tampoco llegará al lugar correcto a pesar de estar feliz sea el lugar que sea.

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La cuestión solo está en que el mapa está mal: si tienes el plano correcto, el empeño y el esfuerzo te guiarán y a la hora de encontrar obstáculos la actitud determinará de qué manera los recibes y los superas. Sí, son importantes ambos puntos pero el primordial es que el mapa sea preciso y esté bien”, explica el autor. Eso solo lo podemos conseguir nosotros, está en nuestra mano el hecho de determinar cómo queremos que sea nuestro propio camino. De una sola manera: teniendo claro cuál es.

Antes de poner en práctica los consejos del autor habría que marcar cuáles son esos siete hábitos de los que él habla.

1. El hábito de la proactividad nos ayuda a responder de acuerdo a nuestros principios y valores. Nos permite afirmar que somos lxs arquitectxs de nuestro propio destino. El hecho de ser proactivx significa que tenemos la capacidad de coger las riendas, de tener iniciativa.

2. Comenzar algo con un fin en mente hace posible que nuestra vida tenga razón de ser, pues tener una visión de lo que queremos lograr permite que nuestras acciones estén dirigidas a ello.

3. Poner primero lo primero nos permite liberarnos de lo urgente para dedicar tiempo a las actividades que, de verdad, dan sentido a nuestras vidas.

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4. Pensar en Ganar/Ganar nos permite desarrollar una mentalidad de abundancia material y espiritual.

5. Buscar entender primero y ser entendido después es la esencia del respeto a los demás. La necesidad que tenemos de ser entendidos es uno de los sentimientos más intensos de todos los seres humanos. Este hábito es la clave de las relaciones humanas efectivas y posibilita llegar a acuerdos.

6. Sinergizar es el resultado de cultivar la habilidad y la actitud de valorar la diversidad. La síntesis de ideas divergentes produce ideas mejores y superiores a las ideas individuales.

7. Afilar la sierra es usar la capacidad que tenemos para renovarnos física, mental y espiritualmente. Es lo que nos permite establecer un equilibrio entre todas las dimensiones de nuestro ser.

Métodos para construir mi mapa

Una vez entendidos los siete puntos, empecé a plantearme cómo me gustaría que fuera mi vida. O mejor aún, qué aspectos de ella —tal y como está ahora— no me satisfacían. Para ello realicé una lista bajo un pretexto: es complicado decidir qué quieres ser o cómo quieres que estén las cosas pero es sencillo saber o marcar cómo no quieres que sean. Escribí todo aquello que no me gustaba para poder poner en práctica la manera de ver con más claridad mi propio mapa. Esto me llevó a hacerme varias preguntas, pues ahora que sé lo que no quiero, ¿cómo puedo averiguar lo que sí deseo? En el fondo, sea cual sea el contexto, las personas queremos que se nos valore en nuestro trabajo, que ese trabajo sea el que nos completa y nos dé de comer y que podamos aprovechar esta oportunidad de vivir para disfrutar y aprender hasta el día en el que nos apaguemos.

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Para concentrarme en focalizar cómo construir mi mapa hay ciertos aspectos que necesito que estén cubiertos: el fundamental es el orden. Tengo muchos elementos dentro de mi casa. Mi hogar es el espacio de mi intimidad donde me permito ser sincera conmigo misma y ser clara acerca de lo que quiero, para ello necesito que todo lo que pueda distraerme esté perfectamente colocado. Así que lo primero que hice fue ordenar perfectamente los espacios de mi casa con los que más contacto tengo. En esa calma del ordenar empecé a poner en práctica los siete hábitos.

El autor explica que es posible que algunos puntos ya estén adheridos a tu forma de ser natural pero muchos otros, seguramente no. Nadie los tiene todos. En primer lugar, debo trabajar el hábito de la proactividad. Ser líder no es algo que esté adherido en mí, tomar la iniciativa me cuesta porque no confío al 100% en mis ideas, por ello prefiero guardarlas a compartirlas.

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El segundo punto saber por qué hago las cosas es más habitual en mí pero depende del contexto puedo dispersarme y no tener claro ese fin. Justamente por ello me sirven las listas, para no olvidar hacia dónde voy o qué tengo que hacer. A la hora de colocar primero lo primero sí que puedo decir que es un hábito que he ido interiorizando a lo largo de mi vida, quizás por la forma en la que me han educado o porque siempre, de alguna manera, he tenido que aprender a priorizar para ir construyendo mis sueños. Estos tres puntos principales son la base para que los demás puedan hacerse realidad. De hecho, según el autor, los primeros aspectos conforman lo que él denomina la victoria privada. Una vez conseguidos se puede seguir con el resto, los que conformarán lo que él llama la victoria pública.

Para apuntar la mirada hacia el éxito, cada uno debe encontrar su forma de construir su mapa. Yo sigo trabajando en cómo apuntalar los siguientes puntos. Es necesario ser sincerx con unx mismx, remarcar cuáles son nuestras carencias e ir paliándolas poco a poco. Pero desde el primer momento, y hasta en las pequeñas cosas del día a día, ser consciente de tus carencias te hace mejorar tu rendimiento y tu tranquilidad. Este método ayuda a tener claro qué pasos deben seguirse para empezar a crear nuestro éxito, tenga la forma que tenga. Porque el éxito es, simplemente, lo que nos proponemos. Entenderlo será siempre positivo, en especial para aquellos que, llegada cierta edad, descubren que están perdidos. A ellos, este libro les dice: no era por falta de empeño o de actitud. Lo que sucedía, simplemente, era que tenían entre manos el mapa equivocado.