Guía para responder a las preguntas incómodas en la cena de Navidad

"Que sí, que un año más estoy soltero. Y no, por mucho que me preguntéis no sé cuándo traeré una pareja a este coñazo de cena"

Ya se ha acabado el año y tú sigues soltero. Y por si no fuera poco, ha llegado la Navidad, las cenas en familia y las mil las cenas de esos tíos de Extremadura que ves una vez al año y que son más pesados que cenar lentejas. Así que ya sabes, tocará dar explicaciones por tu soltería. O porque todavía no habéis tenido un hijo. O porque no has acabado aún la carrera. O porque aun no encontraste trabajo. Por eso, te pasamos este corto manual con las preguntas típicas y sus posibles respuestas para quedar bien u horrorizarles tanto que no quieran volverte a preguntar nada más.

1. “¡A ver cuándo nos traes a unx novix!”

Gracias tía Juani por recordarme, un año más, que estoy solo. No, no sé cuándo te traeré unx novix a la cena de Navidad. Es la pregunta del millón, a todos nos cae y a todos nos sienta como un escupitajo en el ojo. Como decirle “porque mi ansiedad social me impide relacionarme de forma sana, me agobio y no logro formalizar nada porque suficiente tengo con pagar facturas y mantenerme al día de trabajo” suena demasiado depresivo e intenso, siempre está la opción decirle “prefiero vestir santos que desnudar gilipollas”, y reír.

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2. “¡Cada año estás mas calvo!”

Y te lo sueltan con una sonrisa. Responderle “¡Y tú más gordo!” puede resultar muy ofensivo y parecerás un picado, sé más sutil y responde “sí, se nota que he heredado los genes de la familia”, y le devuelves la misma sonrisa venenosa con la que te soltó ese dardo. Nota: para que sea más efectivo, después de decírselo, mírale de reojo el pelo. Sutil, pero que se note que tus ojos están apuntando a ese matojo que cada año está menos poblado.

3. “¡Y la boda para cuándo!”

Sonríes incómodamente, porque tu pareja y tú todavía no lo habéis hablado, y dices “¡todo se verá!”. Si te insisten —probablemente sucederá— siempre puedes decir “la modernidad ha demostrado que el amor no se mide por un contrato inventado por unas instituciones religiosas que necesitan meterse tanto en el ámbito privado que aseguran que el amor sólo es real si son ellos mismos quienes lo gestionan”. A ver qué te responden a eso. Y si lo sueltas de carrerilla y sin respirar, resultados 100% asegurados de que se acabaron las preguntas incómodas sobre tu vida personal.

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4. “¡Y los niños para cuándo!”

Te lo dice tu tía abuela, esa que tuvo diez hijos, como si tuvieras que seguir tu ejemplo. Si ya estás con el agua al cuello sufriendo porque no puedes pagar el alquiler del piso, imagínate sumándole a la ecuación el alquiler del piso. Se acabaron las cervezas con los amigos, los restaurantes, los viajes y cualquier cosa que tenga que ver con ser feliz y disfrutar de la vida. Primero, oculta la cara de horror, y di “¡cuando tengamos dinero! ¡Aunque quizá el reloj maternal vibra pronto!”. Lo que no saben es que pronto es en un periodo de entre diez años hasta la eternidad.

5. “¡Claro que tenéis dinero para un bebé, si os pasáis el año viajando!”

Pensabas que la conversación se había acabado diciéndoles que no había dinero para un niño,  pero no. Si te lo preguntó alguien de menos de cincuenta, no te hará más preguntas, pero si la pregunta viene de tu abuela o sus hermanos… ¡Mal! Ellos tuvieron hijos en la posguerra, viviendo en el campo y con una mano delante y otra detrás. Así que no dejarán de insistir hasta que tengan una fecha del parto. El dinero no es excusa. Cuando te suelten “¡yo a tu edad ya tenía dos hijos!”, es hora de darte cuenta que nunca vencerás esta batalla dialectal. Así que finge que alguien te saluda, alguien que esté detrás de ellos y no vean, te disculpas educadamente y huye, lejos. Pero cuidado, nunca te quedes a solas con ellos: seguro que vuelven a sacar el tema.

6. ¡A ver cuándo te vas de casa!

Cada vez que abres un portal inmobiliario y ves los precios de los pisos en las grandes ciudades, te entran ganas de coger una botella de vino y llorar mientras bebes en la ducha. Pero claro, eso no lo sabe tu tío Paco, que lo dice sin mala intención, ¿no? En estos casos, lo mejor es responder diciendo la verdad y enseñándole los precios de un simple piso de alquiler. A ver si él “se iría ya de casa de los papis” si por un piso que parece el ático de REC tuviera que pagar 900€.

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7. “¡A ver cuándo acabas la carrera!”

Te preguntan a ti, que la última semana has bebido más café y Red Bull que agua, cuándo acabarás esa carrera que se estanca y cuyos exámenes están cada vez más y más cerca. Esa pregunta que llevas haciéndote tú desde tu primera recuperación. Contén las lágrimas, sonríe sin que se note que llevas muerto por dentro desde primero, y di “¡no cogí este grado por ser fácil! Ve pensando  a qué viajecito quieres que te invite cuando la acabe y consiga un buen empleo”.

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Grábate estos consejos en la mente y tenlos a mano dispuestos a soltarlo en cuanto un familiar te lance las indeseables preguntas. Con suerte, se habrán acabado las fiestas pronto y podrás volver a tu vida normal. Y, si durante alguna comida o cena te sueltan alguna pregunta que no tenías prevista y necesitas desviar la atención, suelta la bomba de estas Navidades: “y lo de VOX, ¿qué?”.