Visité un sexshop trans, queer, vegano y feminista y descubrí que mi manera de follar es tóxica

Ni rastro de escenas de pornografía sexista, y muchísimas estanterías de sexualidad consciente, feminista y LGTBI

Estoy en Berlin, una de las ciudades más cosmopolitas y abiertas de Europa. Como hace bastante frío, por no decir que me estoy congelando, el plan de contemplar las maravillas de uno de los sexshops más alternativo de la capital alemana me seduce bastante. "A ver si así entro rápido en calor", pienso. Inmediatamente tras cruzar las puertas del local me encuentro con una pared decorada con arneses, una estantería llena de dildos de todos los formatos y un mural con dibujos de vaginas llenas de diversidad. “Gutten morgen”, dice la encargada de esta sexshop berlinesa, mientras prepara un té a dos clientas que están sentadas bajo unos cuadros de sexo gay, trans y lésbico. Es Other Nature, una tienda trans, queer, vegana y feminista dedicada al sexo positivo y alternativo.

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En una primera ojeada se puede ver que no es una sexshop normal. Las diferentes secciones de la tienda se dividen entre porno feminista, libros de pinta y colorea de penes y sexo gay BDSM, bragas para sexo no genital, porno feminista, complementos BDSM y libros de sexualidad consciente. Cat, una de las educadoras sexuales que está al frente de la tienda, me atiende y me guía a través de esta Capilla Sixtina de sexo ético.

Empezamos el tour con una estantería llena de condones y lubricantes. Según la sexóloga, mientras que en la mayoría de sexshops tradicionales hay muchos productos de origen animal o testados en animales, en Other Nature solo hay productos éticos: “nuestra tienda nace para cuidarnos y ser compasivos, así que no podíamos tener productos que basen su riqueza en el maltrato animal. Todos los productos son veganos, sí”. Me asegura que hasta los arneses de cuero para el sadomasoquismo están hechos de productos no-animales. Aquí, el único que debe sufrir es el esclavo —si es pertinente, claro—.

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El dildo marca la práctica, no la orientación

Frente a los condones, en el recibidor, hay una amplia sección llena de dildos y juguetes para promover relaciones no-falocéntricas y que se adapten a la sexualidad queer. Queer es una palabra con muchísimos significados y formas de entenderla, así que le pregunto cuál es el enfoque de Other Nature. Cat me remite al manifiesto de su página web, que explica bien su postura. “¿Qué es queer? Para nosotros es romper las normas establecidas, porque cuando hablamos de sexo no hay nada ‘normal’. La sexualidad es tan diversa como las personas. Tus deseos, fantasías y placeres no van determinados por tu anatomía, identidad de género u orientación sexual”.

Así, sus juguetes se adaptan a todo tipo de relaciones. Dildos clitorianos, anales, para masturbarse, de doble punta… Agarro uno doble y asumo que es para lesbianas. Sin embargo, ella me corrige. “Por eso decimos que es una sexshop queer. Lo diferente no es el producto en sí sino el uso que le damos y a quién se lo vendemos. Este dildo doble no es solo para lesbianas, también una pareja hetero puede usarlo. El sexo anal te puede encantar y ser hombre hetero y en cambio repugnarte siendo hombre gay”.

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Como añaden en su web, “en un mundo que nos dice constantemente cómo ser y nos castiga muchas veces por cómo somos, Other Nature celebra el derecho de todos a decidir y expresar de forma única su sexualidad”. Aquí no hay dildos para hombres o mujeres, aquí hay dildos según la práctica sexual que quieras entablar. Y no te juzgarán porque no se asocie a las expectativas que tiene de tu orientación y género la sociedad. “Hay heteros que quieren explorar su ano y hay lesbianas que ven porno hetero”, sentencia.   

Ni contaminan la naturaleza ni tus genitales

Empiezo a toquetear diversos juguetes y noto que huelen diferente y que el material parece de mejor calidad de algunos de los que yo he tenido. “Que un dildo huela a cortina de la ducha significa que es de plástico y probablemente use materiales tóxicos”. Los juguetes de mala calidad y de plásticos no se hacen pensando en tu cuerpo y mucho menos en el miedo ambiente. “Te contaminan a ti y a la naturaleza”, denuncia la sexóloga. Así, en Other Nature, como en todas las sexshop veganas, apuestan por empresas eco-friendly que presten atención a si los juguetes son sanos para el cuerpo.

Me enseña otras secciones de la tienda. Por ejemplo, una estantería con ropa interior para personas trans, con sujetadores que ocultan el pecho y pechos y miembros de silicona, un apartado con productos de higiene íntima para reglas sostenibles como bragas de menstruación reutilizables o copas menstruales, y una pared llena de dibujos con escenas de sexo BDSM, trans y LGTBI.

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“Todos los dibujos son para celebrar la sexualidad positiva y consciente”, asegura la sexóloga. Ilustran una gran variedad de deseos sexuales para que cualquier comprador que entre se sienta cómodo sea cual sea su fetiche o su forma de encontrar placer, “todo el mundo tiene el derecho a sentirse feliz con su sexualidad y sus prácticas. No hay nada malo en follar, y todos deberíamos poder disfrutarlo en igualdad independientemente de lo que nos guste”.

Una biblioteca para echar polvos feministas

Me pregunta si, con todo lo que he visto, encuentro la principal diferencia con una sexshop tradicional. Tras pensar un poco caigo en la cuenta que sí, no he visto ni una imagen hipersexual ni misógina de actrices y actores porno. Todas las imágenes son dibujos inclusivos con discursos queer y feministas. Sonríe y me responde que, en efecto, la sexshop está pensada para ser un lugar cómodo sin imágenes hipersexualizadas ni sexistas, sin esos juguetes que van en cajas con imágenes de mujeres pensadas para satisfacer el deseo patriarcal. “Esa es nuestra apuesta feminista, crear un entorno de sexo positivo, y no crear una sex-shop que refuerce los estereotipos, los roles de género, las jerarquías sexuales y el porno sexista”, comenta Cat.

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Entramos a una pequeña sala contigua con muchísimos libros que intentan aportar, más allá del placer, una educación sexual. La habitación está equipada con unas butacas y sillas donde sentarse y hablar con un té sobre la sexualidad, ya sea con las expertas al frente de la tienda o comentando los libros. “Siempre queremos tener una conversación abierta y honesta sobre nosotros, nuestra sexualidad, nuestros cuerpos, complejos, deseos, fantasías, problemas, consenso, relaciones… En este entorno cómodo, informativo y seguro demostramos que el sexo no es malo o vergonzoso, sino inclusivo y natural”, explican en su web.

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Para ilustrar este discurso feminista, me señala una columna con libros sobre empoderamiento sexual, sexo feminista y dibujos sexuales. Aun así, se me hace difícil creer que estos materiales pornográficos sirvan para despertar el deseo sexual. Le pregunto si hay personas que utilizan este porno para masturbarse, y asegura que sí, aunque no a todos les pone porque estamos acostumbrados al porno misógino y sexista mainstream. A mí, personalmente, solo me parece una declaración política —muy necesaria— pero no una escena que sacie mi deseo sexual. Quizá todavía me queda mucho camino por deconstruir mi consumo pornográfico.

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Mientras me voy, me explica que sus clientes son de todo tipo y que el hecho de que por fuera parezca una tienda de cosmética ayuda mucho. “No aleja a nadie porque no parece un local turbio, el sexo es positivo y nuestra tienda también”. Me cuenta que muchas veces incluso vienen personas a quienes no les gusta el sexo y que se sienten avergonzadas porque “no follan todo lo que deberían”, según lo que la sociedad entiende como normal. “Lo que queremos que el mundo sepa es que tu sexualidad no debería ser de ninguna forma excepto como tú quieras que sea”, concluye con una sonrisa. Después de esta visita, toca replantearse con qué y cómo nos masturbamos.