Lola Vendetta: 'Parece que insultar y mostrar sangre menstrual estén al mismo nivel'

La ilustradora habla de las distintas etapas de sus libros y de lo que está por venir

La revolución feminista y femenina podría ser la columna vertebral del discurso de Raquel Riba Rossy a la que, por cierto, también podemos llamar Lola Vendetta. Nacida en el año 1990 en Igualada Barcelona y con dos libros editados por Lumen desapareciendo de las librerías —el primero ya va por su séptima edición— llega al plató de Código Nuevo y el ambiente se torna distendido y agradable. Parece que nos conocemos de toda la vida.

La principal diferencia entre Lola Vendetta y Raquel Riba Rossy es que la segunda vive en el mundo real y la primera en un mundo imaginario. Eso es lo más importante, es decir, Lola puede cortar cabezas y no pasa nada: “Lola es la exageración de todo lo que Raquel podría ser porque ella vive en un mundo mucho más plástico. Pero ambas van de la mano”, me cuenta Raquel cuando empezamos la entrevista.

Ahora que la artista ha ampliado su público y que cuenta con más de 240.000 seguidores en las redes sociales —mi madre se unió al feminismo después de leer sus libros— me sorprende saber que durante gran parte del tiempo Raquel no tenía planteado hacer nada con el personaje de Lola Vendetta, de hecho, según me relata, el personaje "pasó bastante tiempo encerrada en las carpetas” de su cuarto: “Pasaron unos 4 o 5 meses y me hice una página de Facebook y llegué a los 500 seguidores y ya me pareció una pasada, no me lo creía”.

El planeta siguió girando y César apareció en su vida. Él, como pintor, utilizaba el mundo cibernético para compartir sus piezas artísticas, una ventana que Raquel empezó a usar gracias a su ayuda. Así es como Él, como pintor pero saltándose todos los esquemas y las reglas impuestas por una sociedad que se merecía —y aún se merece— algunas bofetadas de realidad.

La sangre como complemento de la ilustración

Raquel es una de esas ilustradoras que, a través de sus dibujos, comenzó a denunciar situaciones muy cotidianas que todas las mujeres hemos tenido que soportar. Su ilustración se presenta para llenar un hueco que existía: “Los aspectos del mundo feminista ya no son única y exclusivamente de las personas que son grandes lectoras o ‘intelectualoides’ sino que ha pasado a ser de todo el mundo. La ilustración lo permite”, me explica.

La parte sádica de sus dibujos es la que más se ve a primera vista. Este hilo conductor empezó a ser una forma de desatar la rabia en momentos íntimos. “Dibujaba en mi cuarto para mí y lo compartía con mis compañeras de piso. Decapitaba peña y no pasaba nada”, cuenta Raquel. Así fue todo el tiempo hasta que las ilustraciones llegaron a las redes sociales: “Me di cuenta que cuanto más agresivas eran las ilustraciones, más agresivos eran los comentarios que me llegaban. Esto me hizo matizar la personalidad de Lola”.

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La ilustración permite que se transmitan conceptos muy importantes con un lenguaje que aprendimos en el parvulario. Esto es, precisamente, lo que impulsa a estos artistas para llegar a un público más amplio. Raquel lo cuenta de manera más simple: “La ilustración es como un caballo de Troya: al estar maquillado con aspecto 'infantil',  permite lanzar mensajes súper potentes a través de la cara de Lola Vendetta que puede ser perfectamente parecida a la cara de Las tres mellizas”.

Esos mensajes que son como flechas directas al corazón de lo correctamente establecido están sustentados, además, con sangre. Y lo más fuerte de todo “es que estamos más acostumbrados a ver sangre de alguien al que le acaban de cortar la cabeza que sangre menstrual”, reflexiona Raquel entre risas, como si aún estuviera sorprendida por el hecho. “El público agresivo del principio reaccionó fatal a la sangre menstrual: les ofendía, como si insultar a su familia y mostrar sangre menstrual estuvieran al mismo nivel. Así que empecé a hacer el doble juego de sangre agresiva cortando cabezas y sangre pacífica evidenciando la regla”, prosigue.

Los argumentos, como la vida, cambian y se transforman

La primera edición de Más vale Lola que mal acompañada Ed. Lumen salió a la venta en marzo del año 2017, un año después ya va por la séptima. Entre sus páginas es posible encontrar situaciones de acoso, frustraciones sexuales, conflictos personales, machismos encubiertos y a la vez descubrimiento corporal y empoderamiento. Todo ello en un mix que tiene grandes dosis de reivindicación y, por supuesto, humor.

“Es necesario que exista una etapa de la vida en la que nos dediquemos a afirmar nuestro cuerpo. Para mí fue muy importante vivir y experimentar esa etapa de conocimiento porque desconocía mi cuerpo, tanto al observarme como al compartirlo con otra persona. Descubrir esto fue muy importante para mi autoestima y para el concepto que yo tengo sobre mí misma”, cuenta Raquel.

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Esa forma de abrir paso a nuestro cuerpo, a aceptarlo tal cual es y a investigarlo tiene una relación directa con cómo disfrutamos del sexo y con cómo lo compartimos con los demás, dos puntos que, por desgracia, están alejados de lo que la educación sexual de nuestro país tiende a potenciar. Para Raquel esto es indudable: “El sexo oral y la forma de hacerlo tiene una relación directa con la educación sexual. Todas las mujeres sabemos cómo practicar una mamada y ellos no saben hacérnoslo a nosotras. El problema es que no se explica”.

El porno, además, no ayuda. Es muy explícita la forma de chupar un pene pero dudosa la manera de comerse un coño, para encontrar pautas hay que indagar un poco más. Y es que, como dice Raquel, “estamos muy educados para que el resultado de una felación sea al menos correcto. Además, por ejemplo, los niños lo tienen hacia afuera, juegan con ella, está a la vista. A las niñas se las ha educado para que no se lo toquen porque se infecta, que esté limpio... No es costumbre sentar a una niña frente a un espejo y enseñarle qué tiene”.

Desde el primer libro hasta el segundo la ilustradora vive un socavón emocional muy grande que le hace regresar a casa de sus padres. Esta situación le lleva a convivir nuevamente y de forma directa con su madre. Dos instantes se fusionan: ese volver a conectar con su madre y a la vez la ruptura de una promesa que se había hecho: 'nunca más voy a volver'. Algo que hemos prometido muchos de los que nos hemos ido.

Y es que así es la vida, las circunstancias pesaron más que lo que Raquel tenía programado. Así, las conversaciones con su madre la llevan a pensar qué significa —además de lo obvio— esa mujer para ella: qué ha hecho y sobre todo qué cosas ha hecho en la sombra que no se han valorado tanto porque se daban por sentado. Si hizo todo lo que hizo al menos se merecía el segundo libro, titulado ¿Qué Pacha, Mama? y editado por Lumen.

Y ahora, ¿qué es lo siguiente?, le pregunto cuando estamos por terminar. Raquel tiene muy en cuenta a sus seguidores: “Me han enseñado cosas que desconocía y es porque es imposible sentirse poseedor de la verdad absoluta. Mi trabajo ha sido el de compartir esto con ellos y yo tengo en cuenta lo que piensan”.

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Bajo esas premisas Raquel se cuestiona qué traerá Lola Vendetta en su siguiente libro. “Desde las redes me han pedido que hable de homosexualidad. Podría ser una opción. Me gustaría navegar también por los distintos amantes que Lola Vendetta ha tenido y qué sucede alrededor de ello. Quiero hablar otra vez sobre sexo, porque creo — sobre todo después del caso de La Manada— que el mundo está pidiendo a gritos que hablemos más de cómo trazar una educación sexual consensuada”, apunta.

Sea cual sea el camino del siguiente libro, estoy segura que ocupará un lugar en mi vida y la de muchos otros mileniales. Los dos anteriores ya consiguieron hacerme abrir los ojos en cientos de situaciones diferentes y han sido un refugio con el que me he arropado y he conseguido las respuestas que necesitaba. Ojalá más personas puedan también arropar sus emociones con las ilustraciones de Lola Vendetta.