Dime cómo es la relación con tus padres y te diré cómo te comportas con tu pareja

"La primera vez que pones en práctica las dinámicas de intimidad y confianza es en la relación con tus padres", explica un experto.

Los padres nos enseñan cosas mucho más difíciles de detectar que cómo sostener una cuchara o cómo atarnos los cordones de las zapatillas. Fueron la primera relación de relación vida y conviviendo con ellos aprendimos a comportarnos y a gestionar las emociones de una manera determinada que terminó por solidificarse hasta formar parte fundamental de tu personalidad. El eco de aquella primera gran relación resuena en la forma en que te relación con el mundo. Siempre y vayas donde vayas. Aunque muy especialmente en tus relaciones de pareja.

La razón de que esto sea así, cuenta el psicólogo humanista Gerardo Castaño, reside en la cantidad de intimidad que existe en las relaciones sentimentales: "La primera vez que ponemos en práctica las dinámicas de intimidad y confianza es en el entorno familiar. Por eso en las relaciones de pareja solemos practicarla del modo en que la hemos entendido en casa. Sin embargo, nuestro comportamiento en otros escenarios más sociales como el laboral o el grupo de amigos, donde la intimidad y confianza son menores, depende más de otros elementos".

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Estos elementos, explica Castaño, son las habilidades sociales y las habilidades de resolución de problemas. También estos están condicionados por la relación con nuestros padres, pero con matices: "Los aprendemos y corregimos viendo a muchas otras personas practicándolos a diario. Pero poner en práctica el cariño, la intimidad y la confianza es más complicado. Ahí nuestros padres son los grandes referentes", añade el experto.

La influencia es común a todos los mortales, pero hay casos exagerados donde el condicionamiento de esa primera relación se vuelve tóxico. Castaño expone los dos más típicos: "Por un lado, el hijo mimado que nunca ha tenido que mover un dedo y no ha sentido la necesidad de volverse más resolutivo. Es muy probable que delegue tareas y esfuerzos en su pareja. Y por otro las relaciones paterno-filiales abusivas. El maltrato verbal o físico y el chantaje emocional pueden hacer que gestione con conductas agresivas las frustraciones de pareja".

Hasta tal grado alcanza la impronta de nuestras padres en nuestra vida amorosa que, según un estudio de la Universidad de Durham, en Inglaterra, las mujeres que han tenido una buena relación con sus padres suelen elegir parejas que se parezcan a ellos. Por el contrario, las mujeres que han sufrido una mala relación con su padre no. Porque como explica Castaño, no necesariamente reproducimos el modelo de relación con nuestros padres. También pueden afectarnos de un modo que genere una respuesta contraria.

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Nuestros padres marcan nuestra vida sentimental, pero no a todos nosotros por igual. Depende, en palabras del psicólogo, de la impresión que haya causado el comportamiento de nuestros padres en nosotros, especialmente durante la infancia: "En la adolescencia solemos ser más crítico y vamos ganando consciencia de los fallos que tienen nuestros padres". A partir de ahí, y como en cualquier otro aspecto de nuestra mente, dependerá de nuestras experiencias y nuestro crecimiento personal descubrir estos condicionamientos.

"Por regla general, a medida que vamos creciendo y aprendiendo de nuestras relaciones de pareja, algunas más fallidas y otras más exitosas, solemos ir corrigiendo muchas de las conductas inculcadas por nuestros padres. El choque cultural entre nuestra forma de comportarnos y la de la otra persona es esencial para esto", explica Castaño. Porque su forma de gestionar el cariño, la intimidad y la confianza pueden ser muy distintos y hacerte cuestionar todo cuanto has heredado de la relación con tus padres.

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De todas formas, es posible que no estés lo suficientemente despierto o abierto al aprendizaje en tus relaciones de pareja como para lograr este resultado. En esos casos, dice el especialista, el autonocimiento es muy importante: "Tener más autoconocimiento nos permite diferenciar entre lo que hacemos porque es importante para nosotros y lo que hacemos porque era importante para nuestros padres o porque ellos lo hacían así. Para diferenciar qué respuestas son nuestras propias y cuáles son introyectadas por nuestros progenitores".

Como todos los procesos de desarrollo personal, conocer estas diferencias es enriquecedor. Pero tampoco tienes que obsesionarte. Si tus relaciones sentimentales son sanas y no hay patrones tóxicos, el proceso de entender la influencia de la relación con tus padres en tu vida amorosa es una elección. Pero si identificas conductas tóxicas que se repiten, trabajarlo te iría muy bien. Como dice Castaño, "a veces basta con poner consciencia, pero otras es necesario asistir a terapia para no repetir esas conductas". De una u otra manera, ha solución.