Kristen Stewart es la actriz del momento. Después de ser apabullada por su papel el Crepúsculo y criticada por no sonreír nunca en ninguna gala, ahora, a sus 32 años, se ha convertido en la presidenta del jurado más joven de toda la historia de la Berlinale. Lo mismo pasa con otro excrepúsculo: Robert Pattinson, que desde su papel como Batman se ha ganado el respeto de muchos.
Sin negar que a lo largo de una carrera profesional todo el mundo va mejorando, lo cierto es que cabe preguntarse si realmente eran tan malos actores en Crepúsculo como para convertirse en un chiste de Internet durante años. Carnaza de tuits desagradables sobre vampiros de purpurina y una protagonista sin sangre en las venas. O dicho de otra forma, ¿por qué siempre las películas que gustan a las chicas adolescentes ( y adultas también), son tachadas de “malas”?
Brecha de género: sí, también en el cine
Una de las mayores burlas a Crepúsculo era la historia en sí: que si lo de los vampiros no era creíble, que si risitas con los hombres lobo y que mucha ñoñería. Incluso había quejas de que le faltaba sangre y crudeza. Ahora bien, no pasa lo mismo con las películas de superhéroes como Batman, donde Robert Pattinson interpreta a un caballero oscuro que prácticamente ni gesticula ni cambia el registro ni nada. Ahí Pattinson hace un papelazo mientras que en Crepúsculo es criticado por su falta de expresión emocional. Parece que solo se puede etiquetar a un producto cultural como “bueno” si gusta a los hombres adultos.
Esto mismo ha pasado también con géneros literarios al completo. Hablemos de por qué la saga de literatura fantástica de Una corte de rosas y espinas (conocida por los fans como Acotar), a pesar de no estar pensada como literatura juvenil, es considerada literatura para adolescentes. Curiosamente, siempre pasa con las historias de fantasía narradas por mujeres y que incluyen romance.
En cambio, El Señor de los Anillos o Juego de Tronos, que precisamente están escritas por hombres y también pertenecen al género fantástico, son consideradas obras maestras para el público en general. Es cierto que Tolkien creó un universo muy completo y Martin consigue hacer un retrato bueno de la política, pero antes del boom que consiguieron en las pantallas nunca fueron consideradas obras de literatura juvenil. Parece que al final, para poder ser considerado como “cultura” o “bueno” tiene que gustar en especial a un público muy específico: el de los hombres de mediana edad.