Las cinco grandes mentiras que te dices a ti mismo

Con ellas haces que tu sistema de activación reticular te impulse a comportamientos muy poco saludables y productivos

Eres la persona a la que hablarás más a lo largo de tu vida. Es así. Nadie recibirá tantísimas chapas, tantísimas teorías ni tantísimos mensajes procedentes de ti como tú mismx. Es una relación intensa. Profunda. Permanente. Inevitable. De ahí que la manera en la que te hables y el tipo de discurso que te cuentes sea tan determinante para tu felicidad. Como explican desde Poosh, “hay una parte de tu cerebro llamada sistema de activación reticular que desencadena patrones de comportamiento centrados en pensamientos y creencias personales”. Así que si tus pensamientos y creencias son mentiras autotóxicas tus comportamientos también lo serán. Tienes que identificarlas y eliminarlas.

En concreto, y según el mismo medio, hay cinco cinco grandes mentiras que te dices a ti mismx a menudo y que orientan tu comportamiento en la dirección incorrecta, la primera de las cuales es el clásico “no soy suficiente”. Lejos de ser tan solo una frase, esta mentira, porque lo es, condiciona tus acciones en la vida. Te mueves por ella con mayor inseguridad, tomando menos riesgos, moviéndote con precaución y con una desagradable sensación de inferioridad. En su lugar, escriben, debes reemplazar esa mentira por una verdad mucho más sana que hará que tu sistema de activación reticular te haga actuar saludablemente: “soy suficiente y estoy destinado a grandes cosas”. Cambia el speech.

No, no la cagas siempre

Muy enlazada con la primera mentira está la segunda: aquella de “siempre la cago”. Un mensaje negativo por dos razones. Por un lado, te hace pensar que eres alguien fracasadx que no acierta una, lo que refuerza aquel “soy insuficiente”. Por otro lado, es un pensamiento que implica de alguna manera que equivocarse está mal. Y no. Como dicen desde Poosh, debes cambiar ese mensaje por otro que diga “reconozco cada error como una oportunidad para aprender y acercarme un paso más a mi verdadero potencial”. La tercera mentira, también ligada a esta, es más bien una pregunta constante: “¿por qué mierdas hice eso?”. Sustitúyela por la mucho más constructiva “me libero de todo juicio”.

Y quedan dos mentiras por desenmascarar. En un lado tienes la famosa “no tengo tiempo para cuidarme”. Piénsala. Reflexiona acerca de cómo es posible que te digas esto. Al fin y al cabo, tú deberías ser tu gran prioridad. En ese sentido, desde el citado medio recomiendan cambiarla por “mi cuerpo y mi mente son un templo donde se crean todas las cosas”. Le estarás diciendo a tu sistema de activación reticular que merece la pena invertir tiempo en mimarte. En el otro lado está la de “mi vida no tiene propósito”. En última instancia ninguna lo tiene salvo que cada persona le proporcione el que crea conveniente. No te deprimas con esa creencia. Busca tu intención de vida. Conócete. Ubícate.