JOMO: o el placer de cuidarte sin tener que hacer planes con amigos

Tener que estar pendiente de todo el mundo 24/7 es agotador. Recupera la capacidad de disfrutar de tu soledad

El maldito FOMO. Ese sentimiento combinado de ansiedad y miedo por quedarte fuera del mundo. Por no saber de la vida de los demás. Por no estar conectadx constantemente al resto. Por no participar en algún plan. Es muy probable que este sentimiento esté incorporado en los seres humanos desde nuestros inicios. Un mecanismo destinado a no quedarnos solxs para poder sobrevivir. Un aviso emocional de que sin otras personas estás en serio peligro. No obstante, está claro que las redes sociales lo han magnificado. Te has convertido en una especie de esclavo del FOMO. La buena noticia es que puedes combatirlo con su reverso: el JOMO, la alegría de perderse algo.

Según cuenta en un artículo para Psychology Today Chris Barry, profesor en el Departamento de Psicología de la Universidad Estatal de Washington, “definimos JOMO como el disfrute de periodos de desconexión respecto a los demás y respecto a las demandas sociales”. Y es muy real. Está dentro de ti. Solo que no lo has estado cultivando. Al fin y al cabo, FOMO y JOMO son antagónicos, y cuando uno tira fuerte de ti, te aleja del otro. En este sentido, haberte entregado al FOMO durante todos estos años te ha estado privando del placer de alejarte de todo y de reencontrarte contigo mismx en la soledad de ese no hacer nada especial. Simplemente estar. Simplemente fluir.

Ni mucho ni poco: socializa lo que necesites

No obstante, la investigación llevada a cabo por el propio Barry y su equipo establece un matiz muy importante: disfrutar de un poco de JOMO es saludable para tu alma, pero vivir en un constante JOMO también tiene su lado negativo. Al parecer, teoriza el investigador, muchas de las personas afincadas en el JOMO lo hacen porque sufren ansiedad social o tienen algún tipo de conflicto con la socialización. Es decir, que el JOMO no es en ellas una elección libre y estratégica que les trae felicidad, sino un estado de alivio provocado por el hecho de que conectar con los demás les provoca una insatisfacción enorme. Es como tener fobia a las cucarachas y marcharte a la Antártida.

¿Qué significa todo esto? Pues que una vez más, y como ocurre con tantas otras cosas en esta vida, los extremos son perjudiciales y es esencial hallar el punto medio idóneo para ti. Un FOMO desbordante, que te obliga a andar pegadx a Instagram diez horas al día, a apuntarte incluso a planes que no te apetecen, a mostrarte disponible 24/7, es terrible. Un JOMO súper profundo, que hace que nunca quieras estar con nadie, lo es igualmente. La clave está en compartir tu vida con personas que merecen la pena, no por FOMO, sino porque hacen que sea más rica, y dar oportunidades puntuales al JOMO para no perderte en la vorágine social. En ese equilibrio está la felicidad.