Algunas de las cosas que admiras las admiras porque la sociedad te ha enseñado a hacerlo. Se trata de un aprendizaje cultural. Otras, como las que tienen que ver con la naturaleza, las admiras porque entre tus genes hay instaurada una biofilia heredada de los cientos de miles de años que tus ancestros han pasado en ella. Estar en mitad de un bosque te sume en un estado de armonía inigualable. A tu mente le encantan los sonidos de los arroyos, el olor de la tierra y esa perspectiva visual tan verde. Es inevitable. No obstante, lxs japonesxs aprendieron décadas atrás que los beneficios de estar en el bosque pueden multiplicarse cuando realizas un ejercicio consciente. Es lo que llaman forest bathing.
En concreto, y como cuentan desde la revista digital Poosh, “el forest bathing, también conocido como shinrin-yoku, es una práctica inventada en Japón durante la década de 1980 y, básicamente, consiste en utilizar todos tus sentidos para absorber la atmósfera del bosque”. Esto, entre otras cosas, significa dejarte en casa todos los dispositivos electrónicos. Desde la cámara digital a los auriculares y pasando claro está por tu smartphone. Olvídate de inmortalizar rincones para compartirlo con lxs demás. Olvídate de grabar escenas únicas. Olvídate de todo. Es un encuentro entre tú y los misterios de la naturaleza. Esa sensación de soledad sin soledad es parte de la magia del baño de bosque.
¿Los beneficios?
Según las expertas del citado medio, “se ha descubierto que pasar tiempo en el bosque reduce los niveles de cortisol, la presión arterial y la ansiedad”, motivo por el cual sales de ahí con un sentimiento de paz que ninguna meditación puede proporcionarte. Es tu medio natural. El lugar en el que sobrevivieron y prosperaron quienes estaban antes que tú. Y eso ha quedado registrado en tu ADN. Y no es palabrería: en palabras del especialista en forest bathing, Gary Evans, “pudimos ver en los datos que tan pronto como alguien se acercaba a un árbol prestando atención y apreciándolo, su actividad parasimpática (la respuesta de relajación en el cuerpo) aumentaba.
Y eso no es lo más increíble: una investigación llevada a cabo por el doctor Qing Li y reflejada en su ensayo Forest Bathing: How Trees Can Help You Find Health And Happiness, “ha demostrado que los beneficios para la salud de una sesión de baño forestal pueden durar hasta 30 días”. Especialmente cuando la inmersión dura lo suficiente. Más concretamente, Li cree que un buen forest bathing debería prolongarse entre dos y seis horas. Pero no te rayes demasiado y, si solo tienes una hora libre, aprovéchala igual, porque tu cerebro saltará de alegría conforme comience a recibir inputs de un entorno tan connatural a él como ese. Empápate bien de bosque.