Los peluches suelen ser considerados reliquias de la infancia, objetos que abrazábamos cuando éramos pequeñxs y que cuando nos hacemos mayores guardamos en el desván. Esa es la teoría, porque a la práctica cada vez son más las personas adultas que duermen abrazadas a un peluche. No mientas, tu también alguna vez lo has hecho. Y si no ha sido un peluche, ha sido tu almohada.
Lo que pasa, es que aún hay cierta vergüenza y estigma con la idea de dormir abrazado a un peluche porque se ve como algo infantil. A pesar de que se está viendo que puede ser beneficioso para el descanso.
En su esencia, los peluches funcionan como objetos de apego. De acuerdo con la investigación publicada en Nature en 2013, abrazar un peluche puede reducir los niveles de estrés y proporcionar una sensación de seguridad. Kike Esnaola, psicólogo, explicaba a elDiario.es que estos objetos pueden tener un impacto real y positivo en la salud mental, ya que ayudan a manejar el estrés y la ansiedad. Cuando un peluche se convierte en un símbolo de apoyo emocional, ofrece una fuente de confort en momentos de vulnerabilidad, como durante una ruptura o un duelo.
Abrazar tu peluche de osito o de perrito piloto puede ser especialmente útil en momentos de estrés o cambio, proporcionando una sensación de estabilidad. Ahora bien, si el confort que te genera el peluche llega a un punto que, si no lo tienes contigo, no puedes dormir bien, entonces deberías consultar con un experto porque ahí hay un problema de dependencia. Algo que a veces les pasa a los niñxs pequeños también con sus peluches para dormir.
Proporciona confort y seguridad emocional
Desde un punto de vista fisiológico, el sueño requiere oscuridad, silencio y una temperatura adecuada. No obstante, el entorno psicológico también juega un papel crucial. El peluche puede ser un complemento que nos ayude a crear un ambiente seguro.
Es por ello que se debería dejar la mirada estigmatizadora como si fuera una cosa de niñxs y entender que un peluche puede ser clave para personas en situaciones de vulnerabilidad y con problemas de sueño.
Esto implica empezar a cuestionar las normas y prejuicios sobre lo que es aceptable en la vida adulta. Los peluches, lejos de ser simples juguetes, pueden ser herramientas valiosas para la gestión del estrés y el confort emocional. Igual que se rompen otros estigmas con la edad, este también es hora que caiga.