¿Cómo exterminar la seriedad crónica?

La vida es en cierto sentido totalmente absurda. O te ríes de ella o te hundes en la amargura

Hay una afección psicológica que no encontrarás en el famoso Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Ni escucharás nada de ella en ninguna charla TED. Ni verás carteles de concienciación sobre ella en las marquesinas de tu ciudad. Pero existe. Está ahí: se trata de la conocida como seriedad crónica que, según cuenta el doctor en psicología Seth J. Gillihan en un artículo para la revista Psychology Today, “aunque no es un diagnóstico oficial, sugeriría que es una afección grave” entre cuyos síntomas están “la ausencia de diversión, la dificultad para reír, la preocupación por la productividad, el abandono del ocio, la falta de paciencia o la falta de creatividad”.

¿Te suenan? Puede que estos también: suspiros frecuentes, esfuerzos continuos de superación personal, sentimiento de estar siempre en el límite de todo, una conciencia demasiado profunda acerca de todo lo que podría salir mal y un cumplimiento estricto y casi enfermizo de las rutinas. El pack completo de la seriedad crónica. El pack que, de no ser consciente de él y ponerle remedio, puede conducirte a problemas de salud mental mucho más graves. En palabras del propio Gillihan, “no es sorprendente que esta condición pueda llevar a la depresión”. Al fin y al cabo, mantener una actitud divertida y relajada hacia la vida es bueno para tu estado de ánimo y tu felicidad.

Vale: te sientes identificadx. El primer paso, escribe este terapeuta especializado en terapia cognitivo conductual, pasa por entender que no es una afección necesariamente permanente con la que tengas que vivir toda tu vida. Puedes salir de ahí. O al menos reducirla lo suficiente como para ganar mucha calidad de vida. Para ello debes implementar una serie de cambios de actitud existenciales, de los cuales los más relevantes son dejar de tomarte tan en serio y comenzar a reírte de ti mismx. Especialmente de lo vacío de humor que te has vuelto. Mírate. Observa el reflejo que te devuelve el espejo. ¿Quién es esa persona amargada obsesionada con lo grandilocuente y lo trascendente?

Al mismo tiempo, y para potenciar el cambio de actitud, Gillihan te recomienda introducir gradualmente más diversión en tu vida. Pero nada de ocio orientado a nada. Diversión inútil. Diversión sin más. Diversión sin la más mínima gota de intención productiva. “Date la oportunidad de desconectarte del constante sentido del deber cuando estés haciendo algo que disfrutes. Encuentra actividades que no tengan un objetivo más allá de la experiencia misma. Haz algo inesperado. Ponte algo tonto”. Y pasa tiempo con lxs niñxs si puedes. “Es casi seguro que traerán algo de ligereza a tu vida”. Algún día dejarás de existir. Morirás. Nadie te recordará. ¿Acaso no es gracioso tal absurdo?