Unas 240 personas se han unido en el cursillo de la Universidad de los Legionarios de Cristo en Roma titulado ‘Curso de exorcismo y plegaria de la liberación’ para aprender a combatir al diablo, la encarnación del mal, en pleno siglo XXI. Según los organizadores, al igual que la sociedad progresa y se vuelve más moderna, el Diablo también se ha actualizado y ha encontrado nuevas formas de extender el mal a través de los medios de comunicación, Internet, las redes sociales y los smartphones.
Exorcismos vía móvil y cultos satánicos con Internet
Por eso mismo, este grupo de curas, sacerdotes y monjas se ha reunido en la capital mundial del catolicismo para debatir cómo luchar contra el mal con las herramientas disponibles en el año 2019. “Cada día practico cuatro o cinco exorcismos con el teléfono móvil”, decía el único cardenal demonólogo del mundo, en unas declaraciones recogidas por el portal La Verdad durante la edición del mismo curso en 2018.
Su método de usar la tecnología para vencer al diablo consiste en rezar a través de llamadas y las redes sociales, apelar a la fe del poseído y gritarle con dureza a Satanás, obligando a callar sus malas influencias en la víctima. Aun así, la mayoría de demonólogos apuestan por los métodos tradicionales, es decir, acompañamiento presencial de la víctima durante todo el proceso y constantes oraciones hasta que se libere el cuerpo del maligno.
Explica el profesor español Pedro Barrajón a La Vanguardia que Belcebú obtiene más y más poder cada año. “En un mundo secularizado que se aleja de Dios, cada vez hay más espacio para el demonio. Las redes sociales favorecen las prácticas satánicas, ritos ocultistas y portales dedicados a este ámbito que antes eran más difíciles de difundir”. Por lo tanto, según los exorcistas, Internet se ha convertido en la puerta de Satanás hacia el mundo mainstream.
Para los exorcistas, el mal se propaga a través de estos nuevos medios pero las posesiones son igual de terroríficas que antaño. Una persona poseída por el demonio puede llegar a escupir barras de hierro que deben destruir los curas para cortar de raíz la maldad infernal. Pero este ejemplo es un caso muy extremo, la manifestación de la posesión más común es no poder tocar objetos, personas o lugares sagrados, tener poderes sobrenaturales y hablar lenguas desconocidas o muertas, asegura Barrajón.
España, tierra de exorcismos
El curso, que este año celebra la XIII edición, trató varios temas relacionados con el exorcismo. “Desde los aspectos teológicos y litúrgicos para derrotar al demonio hasta la brujería en África, la situación de las sectas satánicas en España o la relación entre la pedofilia y la pornografía infantil con los cultos satánicos”, añade La Verdad.
El hecho de que España fuera uno de los temas a tratar no es casualidad. Nuestro país es el segundo del mundo con más sacerdotes que realizan exorcismos —por supuesto, después de Italia—, “18 de las 69 diócesis españolas el 26% tienen un exorcista”, asegura que realizan exorcismos. Y, según alertan desde el seminario, también tiene una gran presencia de fuerzas demoníacas y cultos satánicos. Aunque, como apunta La Vanguardia, de esto no hay datos oficiales que lo corroboren.
Aunque siempre se ha mantenido esta práctica con mucho escepticismo desde el Vaticano, en los últimos años han gozado de un nuevo reconocimiento. En 2014, la Asociación Internacional de Exorcistas fue reconocida oficialmente y el papa Francisco ha llegado a declarar que Satanás “no es sólo un cuento de ancianas” y que sus malas acciones influyen en la sociedad contemporánea, unas palabras que algunos exorcistas han visto como la legitimación de sus prácticas.
Sin embargo, ya avisan desde las instituciones eclesiásticas que de las 500.000 personas que acuden cada año a un exorcista, la gran mayoría son personas con trastornos psicológicos que no han sido detectados ni tratados. Así, recomiendan mucha precaución y formación psiquiátrica a todos los demonólogos para saber distinguir una posesión demoníaca de una enfermedad. Sea como sea, resulta difícil creer que los exorcismos continúen siendo una de las rutinas de la Iglesia en pleno s.XXI.