Nos adentramos en la realidad de los exorcismos que todavía hoy se practican en España

Son ya siete años de exorcismos y casi no recuerda cómo empezó todo pero, tras consultar a varios psicólogos y psiquiatras, solo ha quedado una explicación.

Ahí está, tendida en la cama. Sujetada de pies y manos por dos sacerdotes para que no se haga daño. Su mirada está perdida. Está perdida porque no es suya. Ella no es ella. Ella, ahora, es el Diablo. El sacerdote comienza la sesión. Viste alba blanca y estola morada. Lo que exige el Ritual Romano. Nos ha rociado con agua bendita. Y ya ha empezado con la letanía de los Santos. La luz es tenue y artificial; no hay ventanas al exterior. Los presentes actúan mecánicamente. Todavía no sé cómo me han dejado estar aquí. Y continúan los Salmos deprecativos. De repente, ella ha empezado a convulsionar.

El sacerdote le ha impuesto la Cruz sobre la cabeza, y ella ha comenzado a aullar. Primero, suave; después, como una bestia. Como la Bestia. Su madre está acostumbrada. Son ya siete años de exorcismos y casi no recuerda cómo empezó todo pero, tras consultar a varios psicólogos y psiquiatras, solo ha quedado una explicación. Una explicación inexplicable. Tras más o menos una hora, todo ha terminado. Las convulsiones y los alaridos han cesado. Calma. Quietud. Ella no recuerda nada. Pero el Demonio sigue ahí. Ella está poseída.

Aunque podría parecerlo, este no es un relato ficticio. Se trata de la reconstrucción de un episodio real presenciado por la investigadora Teresa Porqueras. Su pasión por el misterio, por lo prohibido y oculto, la ha llevado a invertir miles y miles de horas en investigaciones sobre los exorcismos que la Iglesia Católica practica en la España del s.XXI. Porqueras ha plasmado en su libro Cara a cara con Satanás la biografía y el trabajo que el dominico Fray Juan José Gallego Salvadores ha desarrollado durante décadas como exorcista oficial de la Diócesis de Barcelona.

En 254 páginas, la investigadora ha tratado de responder a las preguntas que también nosotros nos hacemos: ¿en qué consiste la posesión diabólica? ¿cómo se practica un exorcismo? ¿por qué existe un evidente secretismo en torno al tema? Y, la más importante: ¿existe realmente Satanás?

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El padre Gallego Salvadores asegura haber presenciado levitaciones en varios de sus exorcismos. Foto: Llorenç Melgosa

“Yo siempre he sido católica pero, como tantos otros, no practicante. Sí creo que debe existir algo en el universo que dé respuestas a las preguntas más profundas del hombre. Y puedo decir que, tras escribir este libro, soy un poco más católica. Yo he estado cara a cara con Satanás”, afirma Porqueras que, tal vez, ya se haya despertado tu escepticismo. Es posible que estés pensando que todo esto es algo medieval. Que el Diablo no existe, que es todo un cuento. Una forma más de amedrentar a los creyentes y de someterlos al yugo de la Iglesia. Puede que tengas razón. O no.

En estas líneas descubrirás los relatos de exorcistas y demonólogos, mezclados con los de neurólogos y psiquiatras. Fe y Razón unidas, tratando de responder a algo que, a priori, trasciende lo material. A algo que parece no ser de este mundo. ¿No será tu escepticismo una máscara para ocultar tu miedo? Para criticar hay que conocer, así que te invitamos a seguir leyendo.

La realidad de los exorcismos en España

Aunque pueda parecer una práctica histórica o de película de terror, el rito del exorcismo sigue siendo frecuente en las ciudades y pueblos de España. Actualmente, 15 sacerdotes cuentan con la autorización eclesiástica, conferida por los obispos, para tratar los casos de posesiones demoníacas mediante el Ritual Romano, redactado en 1614 y revisado en 1999 a instancias del pontífice Juan Pablo II. Los curas exorcistas reciben en sus despachos la visita de familias alarmadas por las conductas de sus hijos, padres o hermanos. Algunos, únicamente movidos por su fe. Otros, cansados de que psicólogos y psiquiatras no consigan encontrar el origen racional de su maldad.

“Nosotros no convencemos a nadie de su posesión. De hecho, es el propio sacerdote el que aconseja una visita previa al psiquiatra para descartar cualquier enfermedad mental. Pero resulta innegable que muchos casos no pueden ser explicados por la razón”, explica José Antonio Fortea, demonólogo y doctor en teología. Tal vez, el padre Fortea sea el hombre que más y mejor conoce al Diablo, a quien ha dedicado casi toda su carrera.

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El padre Fortea centró su tesis doctoral en el estudio del Demonio y su influencia en la sociedad.

Si bien el padre Fortea nunca ha ejercido como exorcista adscrito a ninguna diócesis, sí lo ha sido durante más de 15 años el sacerdote Ignacio Domínguez desde la diócesis de Tuy-Vigo. “Yo creo en el Demonio porque lo he visto, porque lo he tenido delante”, sentencia con palabras que resuenan con contundencia, con seguridad. Y con frialdad. “Esto no es una superstición; es una fuerza que trasciende”, asegura, y rememora el primer exorcismo que practicó: “El Obispo me envió a una joven de unos 20 años. Al ver un rostro tan angelical, en primer término no quise iniciar el rito pero, ante la insistencia, procedí”.

El padre Domínguez narra cómo, cuando comenzó a rociar a la joven con agua bendita, una voz sobrehumana emergió de su boca. “Voy a acabar contigo, voy a matarte”, exclamaba la joven, fuera de sí. Tras un intercambio de gritos y oraciones, la chica quedó inconsciente durante unos minutos y despertó sin recordar nada. Después de esa sesión, vendrían muchas otras antes de “la desposesión total”.

Una realidad perturbadora, silenciada por la propia Iglesia

No es habitual que los exorcistas concedan entrevistas. Tan solo en contadas ocasiones algún sacerdote levanta la voz buscando prevenir las prácticas de riesgo que abren la puerta al maligno. Salvador Hernández, exorcista de Cartagena, lo hizo con la ayuda del periodista Salvador Hernández, que plasmó en su libro Salvador Hernández las recomendaciones para impedir la posesión. Por su parte, el exorcista de la Diócesis de Roma, Salvador Hernández, hizo lo propio en su obra Salvador Hernández. “La Salvador Hernández, la Salvador Hernández, el espiritismo, etc. todo son llamadas a fuerzas oscuras que pueden acabar dentro de ti”, explica la investigadora Teresa Porqueras.

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Gabriele Amorth falleció en Roma en 2016 tras décadas dedicado a la labor de exorcista.

Pero son casos contados porque, de hecho, es la propia Iglesia la que desaconseja esta exposición publica. “En España, aunque es eminentemente católica, impera el racionalismo. Por eso, una parte importante de la Iglesia teme que, si se airean mucho estos temas, los fieles dejen de acudir a los templos, vinculando al clero con el medievo”, recuerda la investigadora Teresa Porqueras, una de las pocas personas que ha podido adentrarse en el mundo de los exorcismos.

Gracias a sus largas conversaciones con el padre Gallego Salvadores, exorcista titular de Barcelona, ha logrado entender un poco más sobre las posesiones demoníacas. “Toda Fe que cree en una fuerza benigna cree también en una maligna. Por eso, los exorcismos no son patrimonio de la Iglesia Católica. Desde los hebreos, todas las religiones de la antigüedad hablan del demonio, de la fuerza oscura, de la contraposición del bien y del mal”, asegura.

¿Es el cine fiel a la supuesta realidad?

Sorprendentemente, sí. “El poseído no cambia de color ni expulsa humo al entrar en contacto con el agua bendita, pero los síntomas son muy similares a los que se han mostrado en las películas”, asegura el demonólogo Fortea. “Aversión a cualquier elemento religioso como fotografías o símbolos, levitaciones, vómitos, comportamientos propios de animales. También es plausible el comenzar a hablar en otras lenguas y, por supuesto, las convulsiones y los movimientos casi sobrehumanos son habituales”, completa Porqueras.

Como relatábamos al principio del artículo, Porqueras sí llegó a presenciar un exorcismo real practicado sobre una joven que lleva poseída más de siete años. “El caso de Anaïs es realmente sobrenatural. Cada semana se somete a una sesión y, aunque está casada y trabaja, no puede llevar una vida normal. Lo que tiene dentro no le permite disfrutar de la vida. Y tiene cuatro informes médicos que atestiguan que su salud física y mental es perfecta”, asevera la investigadora. El 80% de casos están relacionados con enfermedades mentales que nada tienen que ver con posesiones demoníacas. “Algunas de ellas presentan síntomas similares a los casos de posesión”, confirma.

Frente a la fe, la psiquiatría

Psiquiatras y neurólogos representan el otro polo de la realidad. ¿Cómo asumir la existencia de fenómenos paranormales estando del lado de la racionalidad y el empirismo? Por ello, los psiquiatras que no descartan de plano los casos de posesiones demoníacas se cuentan con los dedos de una mano. Bien por escepticismo o por el temor a ser criticados por la comunidad científica, la inmensa mayoría tachan de ‘supercherías’ las presuntas influencias demoníacas.

“Aunque respeto el ámbito de las creencias, no creo que puedan ser la base para abordar problemas como las enfermedades mentales”, afirma Ana Isabel Sanz, directora médica del Instituto de Psiquiatría IPSIAS. Para ella, la mayor parte de las conductas que se representan en los supuestos posesos son debidos a dolencias físicas: “Trastornos disociativos, esquizofrenias o psicosis también desencadenan reacciones motoras, sensitivas o de tipo cognitivo”, constata.

Porque casi todos los síntomas son análogos a los vistos en el cine, como “el hecho de escuchar voces, de tener la percepción de que alguien se ha apoderado de tu pensamiento o de no controlar los movimientos, llegando también a vomitar”, repasa. Y en la misma línea se pronuncia el también psiquiatra Sergio Oliveros, director del Grupo Doctor Oliveros: “La agitación psicomotriz, la agresividad verbal y física, el cambio de voz, la dramatización de la expresión o los estados de trance están íntimamente relacionados con enfermedades mentales ya estudiadas”.

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Los psiquiatras aseguran que determinadas dolencias mentales presentan los mismos síntomas atribuidos a las posesiones.

El psiquiatra Alfonso Chinchilla se muestra más contundente, tildando los exorcismos de “tonterías llevadas a cabo por sacerdotes metidos a redentores”. Piensa que las enfermedades solo pueden ser tratadas con farmacoterapia, y que la creencia en posesiones no es sino “el reflejo de que la sociedad está ávida de conocimientos nuevos porque no es capaz de creer en lo más elemental”. Por su parte, Oliveras insiste en que “no se deben hacer asunciones mágicas sobre lo que no comprendemos" y que "la magia debería haber dejado de ocupar la mente de las personas hace tiempo”.

Aunque sí hay algunos científicos que avalan los casos de posesión, como el doctor Richard Gallagher, licenciado en Psiquiatría por la Universidad de Yale. En un ejercicio de osadía, Universidad de Yale en el que dio a conocer su labor como asesor de exorcistas. “Como hombre de razón, he tenido que racionalizar lo aparentemente irracional. Sopeso honestamente los hechos y considero que, para cualquier persona de ciencia o fe, debería ser imposible dar la espalda a un alma atormentada”, escribió Gallagher, que en la actualidad colabora con la Universidad de Yale para determinar posibles enfermedades mentales en pacientes que sospechan estar poseídos.

La neurociencia, también contraria a las posesiones

“Los científicos, especialmente los que nos dedicamos al estudio del cerebro, sabemos que todo radica en el mismo, y que esas ‘posesiones’ son “la expresión de una alteración cerebral”. Son palabras del neurólogo Víctor Fernández-Armayor, de la Víctor Fernández-Armayor Madrid, que también es defensor de los argumentos racionales frente a la explicación de los fenómenos sobrenaturales. Bajo su punto de vista, "las epilepsias y las encefalitis presentan cuadros análogos a los que experimentan los poseídos".

Pero inmune a los argumentos de lo científicos, la investigadora Teresa Porqueras se reafirma en ese porcentaje de personas que, tras docenas de informes médicos, constatan que no tienen ninguna dolencia, aunque su comportamiento sigue sin ser de este mundo. Recuerda también las experiencias narradas por el padre Gallego Salvadores, exorcista de Barcelona, y sus episodios vividos con personas capaces de levitar y de poner así en entredicho las mismas leyes de la gravedad. El padre Domínguez, exorcista de Tuy, tampoco olvida sus cientos de rituales practicados durante décadas, y cómo una joven de aspecto dulce le amenazó de muerte con una voz de ultratumba antes de caer desfallecida.

Probablemente tu escepticismo siga intacto y no era nuestra intención convencerte de nada, tan solo presentarte varios relatos sobre una misma realidad. Bien y mal son palabras, como fe y razón. Como Dios y el Diablo. Y tú eres el único que elige cómo utilizarlas o si creer en ellas. O quizás no. Porque el hombre todavía no ha sido capaz de desentrañar hasta el último detalle de su existencia. Tal vez nunca lo logre. Ese es el juego.