Microhomofobia: estigmatizar al colectivo LGTBI sin darte cuenta

"¿Eres homosexual? ¡Pues no lo pareces!", es el ejemplo clásico de microhomofobia

Es innegable que para gran parte de la sociedad actual la homofobia es más que condenable, que los insultos, discriminaciones y agresiones en público avivan al instante la indignación popular. Pero por mucho que el colectivo LGTBI esté más alejado que nunca de la exclusión, hay comportamientos que no desisten en seguir estigmatizando su imagen. Uno de ellos es la microhomofobia, es decir, todas esas frases, bromitas y gestos adquiridos a lo largo de la vida sobre los que nunca te has parado a pensar pero que sientan como una patada en la entrepierna a quienes los escuchan  y que destilan discriminación por los cuatro costados.

"Se trata de homofobias interiorizadas que tienen las personas, todas las personas del mundo, da igual la condición sexual. Que por religión, educación o por el motivo que sea, por dentro están programadas de una manera, y eso hace que cuando llegan a la vida adulta, digan frases que conllevan una homofobia pequeñita, microhomofobia. Pero ellos no saben que la están protagonizando", explica en un vídeo la autora del libro vídeo, Vero Basku, al definir una actitud que lleva años perjudicando en silencio a un incontable número de personas LGTBI. Promueve falsos estereotipos, refuerza el rechazo que tanto tiempo les ha perseguido y les denigra para privarles de entrar en el terreno de la aceptación.

Perpetua los estereotipos

Una de las particularidades más significativas de la microhomofobia es estereotipar a las personas LGTBI. Ponerlas a todas en el mismo saco y pensar que todas tienen una estética y un comportamiento similar, como si no fueran seres individuales y, por tanto, no tuvieran sus propios gustos. Esta tendencia se refleja cuando alguien explica que es homosexual, bisexual o transexual y a su interlocutor se le ocurre contestarle con la mítica frase: "ah, ¡pues no lo pareces!". A pesar de que probablemente no se ha dado cuenta de la connotación negativa de su premisa, es un modo de decir que todas las lesbianas corresponden al falso prototipo de mujer ‘masculina’, los gais al de chico ‘afeminado’ y que a los transexuales se les tiene que notar que, un día, cambiaron de sexo.

A pesar de que, en realidad, las personas LGTBI tienen infinitas apariencias, existen más ejemplos que demuestran que muchas personas están a años luz de concebirlo. Desde amigos que dicen a su amiga lesbiana "que bollera vas" cuando viste con una camisa de cuadros y unas bambas porque le apetece y punto. Pasando por comentarios como "este o esta apuntaba maneras" para referirse a alguien que ha salido del armario. Y hasta la terrible frase: "vaya camiseta de marica" para describir una prenda que, quizás, no entra dentro del arquetipo de machote que nos han impuesto desde siempre.

Más allá del físico, también hay otros comentarios que estereotipan la personalidad de las personas LGTBI. Prueba de ello es que al hablar de su sexualidad otros les pueden responder que tienen que conocer a su amigo o amiga homosexual porque están convencidos se terminaran gustando. Aunque claro, compartir la misma sexualidad no significa nada. Porque del mismo modo que a los heterosexuales no les gustan todos los heterosexuales, con los homosexuales y bisexuales ocurre exactamente lo mismo. Uno se enamora de una personalidad, un físico y de todo lo que la otra persona le puede aportar, no de una sexualidad.

Denigra sutilmente

Además de emplear la palabra 'maricón' como insulto o para decir que una persona es 'vulnerable' o 'femenina', hay otras expresiones e ideas que denigran a las personas LGTBI. Una de las más deplorables es aquella que cree que una mujer es lesbiana a causa de una experiencia fatal con los hombres. "¿Eres lesbiana porque nunca has tenido novio?” o "¿Te han tratado mal los hombres?", son algunas de las preguntas que se pueden escuchar en este caso y que suelen venir por parte de personas que, lamentablemente, aún no comprenden que ni los gais ni las lesbianas se hacen, sino que nacen.

Se trata de una ignorancia que también se palpa cuando, por ejemplo, un heterosexual ha tenido una mala experiencia con el sexo contrario y dice: "¡me voy a hacer lesbiana —o gay—!", como si fuese algo que se puede elegir. Una actitud de coña hacia la homosexualidad que se aprecia de forma similar cuando dos hombres o mujeres heterosexuales se besan para hacer la broma. Si lo hicieran por afecto se trataría de otra historia, pero en este caso, lo único que consiguen es infravalorar el amor o el sexo de los que tienen una forma de amar 'no convencional' porque, de algún modo, están vislumbrando que su sexualidad es lo diferente y que, por tanto, 'hace gracia' imitarla.

Otra forma de recordar a la comunidad LGTBI que sus sentimientos son atípicos es preguntando a una pareja del mismo sexo: "¿quién es el hombre y quién la mujer de la relación?". Este comentario habrá confundido a aquellas parejas en las que ambos se consideran hombres, mujeres o, simplemente, ellos mismos y habrá ofendido a cualquiera que hayan interpretado que es una forma de decirles que deben adaptarse al modelo de pareja de 'siempre': hombre y mujer. Y con ello, lo único que se consigue es trasladarles a un escenario de exclusión que creían haber abandonado.

Fomenta el rechazo

"Todos los gais son unos promiscuos", es una de las premisas que fomentan el repudio hacia la comunidad LGTBI. A pesar de que entre hombres homosexuales es más recurrente tener una vida sexual activa, no se debe generalizar ni decir que son promiscuos porque se acuestan con cualquiera —tienen el mismo filtro que los heterosexuales—. Lo mismo ocurre con las lesbianas. Cuando, por ejemplo, dicen que van a dormir a casa de una amiga, en ocasiones, deben soportar preguntas hechas con picardía como: "¡ah! Que bien, ¿no?".

Esta mentalidad, que deja a entrever que las lesbianas tienen ganas de acostarse con todo lo que tiene coño, también se evidencia cuando un amigo heterosexual tumba a otro la propuesta de ir a una discoteca de ambiente diciendo: "¿qué voy a hacer yo allí? No puedo ligar con nadie". Algo con lo que no hace más que decir que en las discotecas de ambiente solo se va a ligar —error— y, otra vez, indicar que entre la comunidad LGTBI las relaciones sexuales proliferan sin control.

En alguna ocasión, casi todos hemos protagonizado alguno de estos comentarios o actitudes sin darnos cuenta. No debemos fustigarnos por ello porque seguramente ha ocurrido sin que no diéramos cuenta. Lo importante es, al menos, ser conscientes de estos fallos y ser cautelosos para no repetirlos más adelante. De lo contrario, un futuro que libre de estigmas a la comunidad LGTBI seguirá siendo un horizonte inalcanzable.