La lección que nos ha dejado la lamentable broma en Whatsapp que obligó a banear a 250 usuarios

La aplicación acaba de cerrar el acceso a 250 estudiantes en Asturias que habían hecho chistes sobre pornografía infantil

Es triste, pero las bromas de mal gusto nos están, dando de vez en cuando, lecciones sobre los límites de nuestra libertad de expresión. La última: 250 estudiantes de la Universidad de Oviedo que decidieron ponerle a un grupo de Whatsapp "Pornografía infantil" en inglés. No sabemos nada del contenido que compartían, pero otro chaval se dio cuenta y lo denunció. Los chicos, de repente, notaron que no podían entrar a la aplicación, según explica Xataka: "la política de esta empresa es inflexible en estos casos". Y no ha sido la primera vez.

El grupo, desde un inicio, se llamaba Economía I y estaba formado por al menos 160 estudiantes, cuando alguno de sus administradores decidió cambiarlo para hacer la absurda bromita. Antes de que volvieran a cambiarlo, todos sus miembros estaban fuera de la aplicación. Algo similar sucedió con 90 estudiantes de Medicina de la misma universidad. "Cuando uno se mete en un grupo que no controla, te pueden meter en un papelón", decía la decana de la facultad de Economía al diario local El Comercio.

Es una lección que nos llevamos, pero también una reflexión: si no habían compartido ni un solo mensaje que involucrara pornografía infantil lo que, por supuesto, es un delito, ¿por qué les cerraron la cuenta? ¿Se trata de un delito en grado de tentativa? ¿Queda demostrada alguna intención? ¿O más bien es Whatsapp quien se cura en salud? Las aplicaciones, no solo Whatsapp, sino también Instagram o Facebook están recurriendo a la política de prohibir primero y preguntar después. Y se trata de casos limitados por una línea muy fina: ¿dónde están los límites del humor? ¿Debería ser una empresa privada la que los delimite? ¿Si usamos una plataforma, no es porque nos conviene cómo está configurada y hemos aceptado sus términos y condiciones?

Internet ha pasado claramente de ser una utopía de la democratización de la palabra a un espacio controlado por el gran capital. Ellos deciden qué es o qué no es, pero también puede parecer comprensible que corten por lo sano antes de arrepentirse. La pornografía infantil es uno de los temas más delicados y la aplicación la persigue con severidad, justamente, porque al tratarse de una red donde los mensajes circulan de manera privada, es el paraíso de los pederastas. Hace alrededor de un año, una empresa de seguridad online israelí, AntiToxin Technologies, detectó más de 1.300 vídeos y fotos de niños involucrados en pornografía que se distribuían en grupos de Whatsapp. Desde entonces, la aplicación ha expulsado a más de dos millones de usuarios.

Así que atentos, porque tenemos una responsabilidad: defender la libertad de expresión, claro, siempre. Pero también tenemos que ser conscientes de que si utilizamos una plataforma privada, sabemos que va a aplicar las normas sin pensárselo dos veces. Ojalá sirva para que corten las alas a todos los pederastas. Y nosotros, defendamos la libertad de expresión en el espacio público, que es donde más la necesitamos.