El “efecto serendipia” transforma lo que te provoca ansiedad en felicidad

Ante lo desconocido, nos cerramos en banda. Tenemos miedo a fracasar, a que todo nos vaya mal. Y estos temores nos impiden construir nuestra propia suerte

El alemán Christian Busch lleva una vida llena de suerte. Cualquier pequeña desgracia que le sucede en la vida, es siempre la puerta para un episodio todavía mejor. Por ejemplo, como cuando se le cayó un café encima y encontró el amor. O cuando tuvo un accidente con 18 años, salió indemne y cambió toda su forma de ser “para mejor”. O incluso todas esas pequeñas desgracias laborales que lo han llevado a conseguir empleos todavía mejores.

Está feliz en la vida, y todo gracias a haber aprendido algo: a ser afortunado. Pero no porque estuviera constantemente ganando la lotería o escapando accidentes de tráfico, sino porque aprendió a construir su propia suerte. Es lo que Busch llama la serendipia: “es la suerte inteligente, cuando te pasa algo inesperado y aprendes a conectar los puntos para sacar una conclusión y avanzar. Es diferente de la suerte aleatoria, que no puedes influir. Esta puedes forzarla”, explica en una entrevista con The Guardian.

La clave para encontrar la serendipia está muy relacionada con superar la ansiedad, como cuenta. “Todo lo que es inesperado o desconocido puede provocar ansiedad”, es decir: equivocarte, quedarte sin empleo, mudarte de ciudad, escoger una nueva trayectoria, decidir un máster o carrera, etcétera, puede ser un foco de ansiedad. No sabes qué pasará después, y es tan probable que sea un fracaso como un éxito. Ante la falta de certezas sobre el futuro, nos encerramos en nuestra mente e inseguridades y damos rienda suelta a nuestros miedos, dejando que se apoderen de nosotros.

Así, lo que podría ser un momento de construir nuestra propia suerte y sacar lo mejor de la situación, acaba convirtiéndose en un episodio ansioso, temeroso y cuyas oportunidades no exprimimos por miedo al fracaso. “Toca repensarlo y adoptar el mantra ‘quizá lo desconocido no es una amenaza’. Porque, al contrario, puede ser muy bueno, aunque no lo parezca en el momento. Si podemos interiorizar la idea de que lo inesperado puede ser nuestro aliado, nos ayudará a conseguir la capacidad de construir nuestra propia suerte”.

Para empezar a adoptar la serendipia en tu día a día, “el primer paso es dejar de planificar todo”. Sí, tener un esquema bien organizado nos permite superar la ansiedad de no saber hacia dónde vamos, pero también nos impide salirnos del camino si encontramos una nueva trayectoria más provechosa. “Es mucho más útil tener una dirección general que un plan concreto. En mi docencia y supervisión de tesis, muchos estudiantes se me acercan y me dicen: ‘Sé exactamente lo que quiero hacer’. Pero los grandes triunfadores potenciales dicen más a menudo: ‘He leído mucho sobre esto, pero no estoy seguro de qué perspectiva específica debo elegir. ¿Podemos hablarlo?’”.

Según Busch, las personas que triunfan tienden a estar más abiertas a cambios constantes a pesar de que les produzca más ansiedad porque, aunque saben dónde quieren ir, quieren tener margen de maniobra para conseguir un resultado mejor del que pensaban. No planean cada uno de sus pasos, simplemente dibujan una dirección general. Es algo aplicable a los estudios, al trabajo, al amor y a cualquier aspecto vital. De hecho, en el amor parece que lo sabemos aplicar más: usamos cualquier herramienta para ligar, sean apps, redes sociales, amistades en común, fiestas, trabajo, porque no tenemos “nada que perder”. Sin embargo, en el resto de los campos tenemos mucho miedo a dejarnos ir.

Superar este terror es la clave de la serendipia y de construir tu propia suerte: no es tan importante la capacidad de crear planes muy detallados a largo plazo sino analizar cada una de las cosas que te suceden en la vida, pensar “¿qué salió bien?, ¿qué pudo salir mal, ¿qué podría haber aprovechado mejor?”, y usar toda esa información para, en futuras ocasiones, saber detectar a tiempo las mejores oportunidades, aunque sea ante un fenómeno totalmente aleatorio y desconocido.