Si crees que ser perfeccionista es tu mejor virtud, estás haciéndote daño

Considerarte perfeccionista, algo que en teoría es una cualidad para triunfar en la vida, está, irónicamente, impidiéndote conseguir tus objetivos a largo plazo

Llevas toda la vida estudiando y trabajando y en todo lo que haces te defines como unx “perfeccionista”. Lo miras todo al milímetro, no quieres que haya faltas ni pequeños errores. Un trabajo tuyo no tiene faltas —te has asegurado 30 veces—. Si haces dibujo técnico, no se te tuerce una línea ni 1 mm —para algo lo has medido hasta la saciedad—. Cuando estás ilustrando en Adobe, todo es simétricamente perfecto —sí, lo has medido píxel a píxel—. Incluso montando estanterías en tu casa has logrado que estén rectas en la pared con una precisión mecánica.

Sabes que eres perfeccionista y detallista. No toleras ni un mínimo error: tú no los cometes. Y, de hecho, si te preguntan dirás que es uno de tus mayores cualidades. Pero la periodista de la BBC Amanda Ruggeri, no coincide: “¿Sabes cuál es uno de los rasgos más tóxicos de tu personalidad? Sí, es el perfeccionismo”.

En un vídeo de la cadena británica, Ruggeri quiere desmentir el tópico más extendido del perfeccionismo, y es que te hará llegar lejos profesionalmente. “De hecho, no te hace exitosx ni tampoco feliz. Es una ‘cualidad’ tremendamente irónica: para ser exitosx te dicen que aprendas de tus errores… pero ser perfeccionista es no cometerlos”. Es decir, si no aprendes a sacar provecho de tus errores, nunca mejorarás. Pero lxs perfeccionistas los temen y evitan a toda costa, por lo que “los toman como fracaso y no como un aprendizaje”, lo cual juega en su contra a largo plazo. De hecho, tienen más tasa de abandono y más probabilidad de rendirse que los que no se consideran perfeccionistas, "hecho que les impide avanzar en la vida". 

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No es la primera vez que alguien te lo dice: aprende de tus errores, seguro que no. Pero también te han dicho muchas veces que seas lo más perfeccionista posible. Y sí, es uno de los grandes problemas del sistema actual. “Desde pequeñxs se nos regaña por nuestros errores y no se nos enseña a aprender de ellos. Como solo se nos felicita cuando triunfamos, se nos demuestra que solo valemos la pena cuando somos capaces de lograr la aprobación y cumplidos de los demás”, sentencia Ruggeri.  

La concepción tóxica del perfeccionsimo nos acompaña desde la infancia. Una toxicidad que está asociada a muchas patologías, como las autolesiones, la depresión, los trastornos de ansiedad, una mortalidad más alta… “y la lista sigue”, advierte la periodista. Pero, ¿cómo detectar que estamos cayendo en los patrones tóxicos que están resintiendo nuestra salud mental?

Para entenderlo con un ejemplo. Estás en un examen, estudias mucho y suspendes. Si piensas: “estoy decepcionado pero puedo dar más de mí, la próxima vez haré algunas cosas diferentes, al final esto tampoco determina mi valor como persona…”, bien. Es sano, normal y lógico. Pero si tu primer pensamiento es pensar “soy un fracaso y no soy suficientemente buenx”, eso es tóxico y destruye tus oportunidades de éxito a largo plazo.

La clave está en trabajar esa voz crítica que te destruye por dentro. Reducir su influencia en ti. Porque si no, por miedo a esa voz interna, lxs perfeccionistas evitan el error a todo coste, por lo que no aprenden a largo plazo, no progresan y ese perfeccionismo que han tomado para triunfar en la vida se convierte en su principal lastre para lograrlo. “Cambia el crítico interno por la compasión interna: cuando te equivoques, entiende tu decepción, pero entonces intenta animarte hablándote a ti mismo con el cariño con el que hablarías a tus amigos”, recomienda la periodista. “Siempre te dirán: trata a los demás como quieras que te traten a ti. Quizá deberíamos empezar a decir trátate a ti como intentas tratar a los que quieres”.