Ir de compras me da subidón pero me deja una tristeza todavía más grande

La publicidad de todo tipo de marcas lanza sin pausa el mensaje de que la felicidad está adherida a cientos de productos que sería necesario poseer pero no es así

Entras y ves los carteles de los precios rebajados. Tus ojos se iluminan como dos focos enormes. Te empiezas a sentir mejor. Vas andando por los pasillos cogiendo mucha ropa, algunas las necesitas, otras pues no tanto pero ¡están tan baratas! No suponen un gran gasto y tendrás más opciones para hacerte un outfit de fin de semana, ahora que ha llegado el verano. Sales llenx de bolsas y te diriges a una tienda de decoración. Piensas que arreglar tu casa hará que tu entorno se convierta en un espacio más agradable, en el que te apetezca estar. Vuelves a casa con un montón de cosas nuevas, las colocas donde sabes que van y hasta aprovechas para tirar lo que crees que ya sobra. Cuando está todo listo, te sientas en el sofá. O en la cama. Y todo sigue igual. Sigues igual de triste, igual de vacíx, igual de cansadx. Salir a comprar te hizo sentir mejor por un momento, pero nada ha cambiado. La solución no está en esta tendencia consumista en la que caíste.

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Ir de compras se ha convertido en una actividad de entretenimiento o de diversión. Tiempo atrás salir a comprar era, simplemente, una forma de abastecerse. En la actualidad, aunque muchos no lo sepan, salir de tiendas es una forma de relajarse o desconectar y a veces lo llegamos a confundir con una terapia, pero esta idea solo es posible dentro de un marco consumista y dentro de una sociedad plagada de anuncios que venden la idea de que con tal o cual objeto serás esa persona que deseas ser. Las nuevas maneras de mercado, en una dinámica creciente desde la explosión de la publicidad en los años sesenta pero cada vez más afinada, crearon nuevos gustos y nuevas maneras de disfrutar del tiempo libre, transformando el hecho de salir de compras como algo tremendamente positivo.

El origen inconsciente del deseo

"Irnos de compras, y más aún cuando los productos están rebajados, es una actividad satisfactoria y divertida que de alguna manera nos alivia cuando estamos tristes. Al mismo tiempo se da que adquirir productos nuevos nos proporciona cierto placer y sensación de poder. En muchos casos, cuando tenemos un problema personal, laboral, sentimental o social, las compras suelen ser un modo de evasión", explica Héctor Galván Flórez, psicólogo y director clínico del centro Instituto Madrid de Psicología. Esto es un hecho que cambiar de raíz es sumamente complicado, sobre todo viviendo dentro de esta constante vorágine gobernada por el capitalismo. Habrá que centrarse, entonces, en diferenciar cuándo salir de compras es un verdadero problema.

Uno de los mayores problemas "suele surgir cuando salir de compras se realiza de manera compulsiva, generando posteriormente más tristeza y culpabilidad", cuenta el experto, "por lo tanto, es posible entrar en una especie de espiral o círculo vicioso". Antes que acudir a otro tipo de soluciones, se busca una rápida: "se trata de una satisfacción inmediata y que no requiere ninguna reflexión. Aun así, la satisfacción es poco duradera y después puede generar más malestar. Algunos estudios sobre este tema han demostrado que ir de compras es una vía de escape para los problemas y consiste en una estimulación que —solo por un instante— hace olvidar todo aquello que genera tristeza y ayuda a evadir cuestiones emocionales", comenta Héctor Galván.

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Quienes tienen la oportunidad económica, claro pueden solamente acudir a actividades de pago o a salir de compras para rellenar diferentes vacíos que les puede generar el día a día. Esto, obviamente, crece y convive de lleno con una generación que es sacudida por sensaciones como el estrés o la ansiedad y que cree fervientemente en la idea de que el dinero sí da la felicidad. Comprar acaba siendo un intento de expresión personal, un camino para aumenta la autoestima y la autoconfianza.

Evadir la sensación

Los sentimientos negativos son algo que a nadie le gusta sentir. Hay quienes se enfrentan al dolor o al vacío anodino que genera la rutina. Quienes no pueden soportar ese estado buscan evadirlo como pueden. Hay, a su vez, diferentes vías para esquivar el hecho de tener que reflexionar acerca del dolor: tu estado de ánimo puede mejorar si haces deporte, si realizas alguna actividad como bailar, salir de fiesta, leer algún libro o mirar una serie. Algunas de estas maneras —las que conllevan un movimiento físico— no solo te ayudan a evitar la tristeza sino que también generan un bienestar corporal. Sin embargo, como explicábamos antes, el mercado se ha encargado de, además, estereotipar la satisfacción uniéndola al hecho de salir de compras. Según un estudio publicado por Psychological Science, "gastar en aquello que 'aporta' a nuestra personalidad, nos hace satisfacer nuestras necesidades psicológicas, lo cual nos genera más felicidad".

"Las compras son un mecanismo de fácil acceso para la mayoría de las personas que, de cierta forma, ayudan a compensar otras carencias o situaciones que se evitan afrontar", comenta Héctor Galván. Las consecuencias de evadir o llenar una carencia con objetos materiales son amplias: "El mayor problema que podría generarse al intentar llenar un vacío sentimental con las compras es caer en una 'adicción'. Se vuelve recurrente la conducta de las compras compulsivas, en la mayoría de los casos de objetos que no cubren una necesidad en concreto. Poco a poco esto se vuelve descontrolado y al mismo tiempo genera culpa la de gastar sin que fuera necesario. Cuando esto ocurre, vuelve la sensación de vacío, de malestar y de lo que se puede considerar como inestabilidad emocional. Por lo tanto, lo más probable es que la persona repita la conducta de volver a comprar para poder salir de este estado anímico bajo. Y lo que queda claro es que el problema de fondo continúa sin ser resuelto", explica el experto.

Enfrentarse al mal

Lo más importante es que seamos conscientes de aquellos problemas que han hecho que utilicemos las compras como una manera de evasión. Y por consiguiente, lo que debemos hacer es hacer frente a esos problemas y buscar soluciones. Por otro lado, según comenta Héctor Galván, "el principal objetivo para salir de aquel círculo vicioso será romper con el hábito compulsivo. Es esencial en esta instancia buscar y adoptar medidas concretas que nos ayuden a sobrellevarlo, como por ejemplo: salir con el dinero justo y sin tarjetas de crédito; hacer una lista con antelación de las cosas puntuales que realmente se necesitan; intentar ir siempre acompañados; evitar centros comerciales; buscar otras actividades que podamos realizar aparte de las compras tomar un café con amigos, ir al cine, etcétera y, si es posible, posponer el ir de compras".

Está muy claro: el primer gran paso es aprender a controlarse. Lo segundo, pero no menos importante, será aprender a gestionar las emociones negativas de otra forma, buscando ayuda profesional, intentando filtrarlas con amigxs o contigo mismx o buscando otras actividades que impulsen el bienestar mental y físico. Siempre existirá alguna forma de ser feliz antes que salir a consumir.