11 ideas revolucionarias que te abrirán los ojos o te cabrearán

Si no estás dispuesto a cuestionar tus creencias, estas ideas de Borja Vilaseca no te van a hacer ninguna gracia

Si no estás preparado para que el suelo bajo tus pies empiece a tambalearse, mejor que no leas este artículo. Aquí te vas a tener que cuestionar a ti mismo y plantearte que tal vez —solo tal vez— nunca hayas tenido LA razón. Pero si no estás dispuesto a mover ni un solo ápice los pilares sobre los que estás tan incómodamente asentado, te cabrearás como una mona y pondrás un comentario hater en redes diciendo que ‘estos de Código Nuevo son’…

En realidad las 11 ideas revolucionarias no son nuestras sino de Borja Vilaseca. Este emprendedor barcelonés de 38 años se ha consolidado como agitador de consciencias a través de sus libros, conferencias y Borja Vilaseca. Es difícil escucharle sin pensar en las toneladas de sufrimiento que te hubieras ahorrado si alguien te hubiese dicho estas cosas hace unos años. Así que coge un mazo y prepárate para estamparlo contra algunas de tus creencias más firmes.  

1. No te creas nada

Para empezar, afila tu criterio y practica el escepticismo con la religiosidad con que te lavas los dientes por la mañana, pero mantén la mente abierta. Escucha, lee, investiga, experimenta en tu propia piel y quédate con lo que a ti te funcione. Hoy en día hay infinidad de filosofías, técnicas y terapias con las que puedes mejorar la forma en la que te relacionas con la vida. Elige la que tenga sentido para ti y, lo demás, no lo juzgues porque puede que le sirva a tu vecino.

2. Deja de tomarte chupitos de cianuro

No te perturbes. O, por lo menos, cuando lo hagas, date cuenta de que no es la mirada, el comentario o la acción de la otra persona lo que te ha herido sino que te ha tocado una herida ya existente. Cuando te perturbas, te enfadas y la criticas, el que se ‘traga’ las consecuencias de ese enfado —malestar, estrés— eres tú mismo. Es un chupito de cianuro que te tomas tú pensando que le estás haciendo daño al otro. Pero, ¿estás seguro de que vale la pena?

3. La realidad es neutra

Si eres lo suficientemente valiente como para darte cuenta que la fuente de tu enfado, tristeza o desesperación no es externa sino que está dentro de ti, podrás ver también que la realidad es neutra. Ese comentario con el que consideras que te han humillado podría resultarte totalmente indiferente si en tu interior no pensaras lo mismo de ti. Un acontecimiento que podría parecer positivo, como que te toque la lotería, en función de cómo lo gestiones te puede destrozar la vida y otro, como tener un accidente, puede ser una gran oportunidad de aprendizaje.

4. Practica la aceptación para dejar de sufrir

Aceptar no significa resignarse, significa no pelearse contra la realidad. Si te han despedido del trabajo, mientras piensas en lo injusto que crees que ha sido o lo miserable que es tu jefe, no lo asumes y te pones a actuar. Podrías plantearte un cambio en tu vida, empezar a buscar otro trabajo o incluso poner una demanda por despido improcedente, pero sin machacar tu salud emocional en el proceso. La aceptación es el principio de todo, hasta entonces, estarás atrapado en el sufrimiento.

5. Conoce tus caquitas emocionales

A quien también tienes que aceptar es a ti mismo. Con tus luces y con tus sombras. Saber qué tipo de comentarios te tocan las heridas que tienes e ir sanándolas en la medida de lo posible. El autoconocimiento es el principio del fin del sufrimiento, solo conociéndote en lo más profundo puedes dejar de ir a ciegas por la vida y tropezarte con cada obstáculo que se te ponga delante. El eneagrama es una potente herramienta para entender por qué actúas como actúas y sientes como sientes. 

6. Dúchate mientras te estás duchando

Cuando piensas en lo que te dijo tu jefe el otro día, tu cuerpo experimenta la misma reacción emocional que cuando te lo dijo. De manera que, cuando estás en la ducha dándole vueltas lo estás multiplicando. Si te pararas un momento y apagaras el interruptor de ese flujo tóxico de pensamiento, te darías cuenta de que en el momento presente estás la mar de bien mientras te pones el champú y te cae el agua caliente sobre el cuerpo. Con el jefe ya lidiarás cuando llegues al trabajo.

7. Aprende de tus maestros espirituales

Las personas de las que más vas a aprender en la vida no son ni tu profesor de filosofía del instituto ni tu instructor de yoga. Más bien esa hermana que te hacía la puñeta en el cole, tu pareja que te pone negra/o o ese jefe que se cuela hasta en tu ducha. Si has interiorizado el punto 3 de que la realidad es neutra y el 4 de la aceptación, les agradecerás que estén en tu vida y te permitan conocer tus caquitas emocionales de las que hablábamos en el punto 5.

8. Nadie hace feliz a nadie

La cultura popular y la cinematografía están plagadas de ‘mi pareja no me hace feliz, voy a dejarla’ o ‘yo solo quiero hacerte feliz, mi amor’, por lo que puede que ni siquiera te chirríe. Pero igual que los demás no son responsables de que te sientas herido, humillado o rebajado, tampoco lo son de tu alegría y tu bienestar. No le pidas a tu pareja que te haga feliz sino que te acompañe en el camino.

9. Deja de creer en el sistema y empieza a creer en ti

Esa misma responsabilidad que le has quitado a la pareja, ahora quítasela también a los bancos, a las empresas y al Estado. Empieza, como decía Ghandi, siendo tú el cambio que quieres ver en el mundo y crea aquello que llevas toda la vida esperando que te llegue de fuera. Parece que es más fácil quedarse en el sofá quejándose de lo mal que está todo en vez de hacer algo que creas que puedan cambiar algo, pero a la larga resulta agotador.

10. Convierte tu pasión en tu profesión

Imagínate cómo sería un mundo en el que todas las personas tuvieran el valor de hacer lo que aman. Tendrías un panadero apasionado, una profesora entregada y un abogado comprometido, pero también cientos de profesiones nuevas que se vayan inventando cada momento esos valientes que se atreven a convertir su pasión en su trabajo.

11. Las casualidades no existen

Cuando te haces responsable de lo que sientes y te atreves a poner al servicio del mundo tus talentos, la vida tiene otro color, se parece más a una pista de baile que a un ring de lucha. Como ya no estás tan ocupado sufriendo porque no puedes cambiar tu realidad, empiezas a detectar coincidencias y sincronicidades que te traen maravillosas experiencias o grandes aprendizajes. Pero nada en la vida es casualidad. Ni siguiera que te hayas leído este artículo hasta el final.