El pasaporte de carbono: así podrían limitar los viajes que hacemos

No podrás viajar todo lo que quieras, pero le estarás dando una oportunidad al planeta

En ningún otro momento de la historia ha sido tan sencillo plantarte en rincones situados a decenas de miles de kilómetros de tu casa. Y no solo por las mejoras tecnológicas del sector del transporte sino también, y muy importante, por el abaratamiento de los costes de los pasajes de avión. En cierto sentido, viajar ha dejado de ser un bien aristocrático o burgués para convertirse en un placer más democrático. Pero eso no significa que esté bien: los vuelos generan una contaminación brutal que, como sabes, con los efectos del cambio climático ya presentes en tu vida, no podemos permitirnos. De ahí que lxs expertxs hayan comenzado a debatir sobre la posibilidad de un pasaporte de carbono.

¿Y qué es esto? Pues un documento necesario para viajar que controle la cantidad de gases de efecto invernadero que emite cada persona en su ocio turístico. Así, y una vez superadas las emisiones por persona acordadas por las autoridades políticas pertinentes, las aerolíneas y los aeropuertos estarían obligados a no venderle más billetes a la persona propietaria del pasaporte o a no permitirle el embarque. Como dice un informe realizado conjuntamente por el operador turístico Intrepid Travel y la agencia de previsión The Future Laboratory, “esto obligará a las personas a racionar su carbono de acuerdo con el presupuesto global que es de 750.000 millones de toneladas hasta 2050”.

¿Qué pasa con los ricos y sus jets privados?

Por supuesto, lo ideal, simplemente por justicia social, es que esas millones de toneladas de carbono se repartieran de forma equitativa entre todos los seres humanos. Y que todxs esxs ricxs que realizan quince viajes transatlánticos al año tuvieran que conformarse con los dos o tres que pudiesen corresponderles. Quizás incluso menos. ¿Te parece demasiado estricto? ¿Una restricción a la libertad individual? ¿Una manera increíble de romper tus sueños viajeros? Ya, pero viendo el estado en el que se halla el clima mundial no tenemos mucha alternativa si no queremos lanzarnos de cabeza a un mundo en el que no haya islas paradisíacas a las que ir porque han quedado sumergidas.

De momento, el pasaporte de carbono es solo una idea. Una de tantas soluciones que quienes se preocupan por el futuro del planeta, y no te olvides, de la humanidad como especie dependiente de los recursos y del estado de este, están poniendo sobre la mesa. Otras pasan por las prohibiciones de los viajes de corta distancia, el aumento de la carga fiscal de los viajes en aviones más antiguos y menos eficientes que son más contaminantes o la regulación del número de cruceros dando vueltas por el mundo. El turismo alocado tendrá que terminar. Por suerte, podemos aprovechar para recuperar el turismo de cercanía. Tienes que aprender a valorar lo que tienes a tu alrededor.