El otro día escuchaba al CEO de Ryanair: decía que quería implementar una zona en sus aviones donde fueras de pie, y no dio más detalles, gracias a Dios. Me imagino una barra, como las del metro o el bus, y todos nosotros agarrados a ella, aferrados a ella durante el despegue y el aterrizaje: por tres euros y unas horas de dolor de piernas llegas a Praga. No me explico cómo pueden bajar más los precios de los billetes de avión, aunque vayamos de pie. Tampoco me explico, claro, el avión privado más caro del mundo: de la familia real qatarí. “Ni Ryanair ni Qatar” podría ser el nuevo “en el medio está la virtud”.
Un hotel que vuela
Como si a las mejores suites del NH o del Meliá les hubieran puesto un par de motores y les hubieran lanzado a recorrer la troposfera, este avión privado, el más caro, lujoso y cualquier adjetivo de esa índole que se te ocurra, surca los cielos con el destino que elija la familia real de Qatar. 450 metros cuadrados de extensión, seis metros de ancho, 72 de largo. La familia real lo vende por 500 millones de euros, quizá se han enterado de las nuevas ofertas de Ryanair.
Detalles del interior
Para decorarlo tardaron tres años. En una ciudad suiza estuvo el avión quietito hasta que le acabaron de poner sus 33 televisiones y tabletas, sus dos salas de reuniones, sus varias bibliotecas, su bar con sillones, su enfermería y etc., etc., etc.
Tiene 10 suites con sus correspondientes baños. También hay habitaciones para los 14 empleados que hacen posible que este aparato vuele y llegue a buen puerto, y que también hacen posible que funcionen el bar, las bibliotecas o la enfermería, porque los billetes todavía no sirven cócteles ni ponen tiritas.
La venta de este avión quizá suponga que estén construyendo ya uno nuevo para colmar sus necesidades cambiantes y crecientes. Uno grande, muy grande, que pueda volar más allá de la estratosfera, que tenga campos de fútbol donde puedan jugar los mejores jugadores de las mejores ligas, que tenga piscinas olímpicas, palacios y playas, que tenga centros comerciales y cines y mucho aire acondicionado: lo podrían llamar la Estrella de la muerte.