Tokio tiene un problema habitacional muy gordo y, aprovechando el drama, algunas empresas comenzaron hace unos años a ofrecer desde microapartamentos a habitaciones minúsculas e incluso cápsulas no aptas para personas claustrofóbicas. Una cosa lamentable. Algo que parece sacado de una película distópica que prefieres no ver. Pero la situación es peor de lo que imaginas: la odisea de la vivienda en España, y especialmente en grandes ciudades como Madrid, ha atraído a la misma clase de empresarixs que llenaron Tokio de alojamientos bazofia e inhumanos. Sí, las cápsulas de tres metros cuadrados ya están en la capital bajo el eslogan descansa mejor pagando menos.
Un eslogan que tiene mucha miga. Para empezar, porque lo de descansar mejor habría que verlo. Y ya no hablemos de la calidad de vida. ¿Hace falta explicar por qué una pequeña capsulita que te hace sentir como un hámster encerrado evita que puedas desarrollarte como persona en todos los sentidos que necesitas y mereces? Claro que no. Es demasiado obvio. Pero luego está lo de pagando menos. Porque, ojo, no te creas que vas a pagar 100 euritos al mes: como explican desde El Español, el alquiler mensual de la cápsula cuesta 395 euros. Si eres un joven con dificultades para encontrar habitación en Madrid esto debe ponerte de muy mala leche. Y con toda la razón del mundo.
¿Pero sabes qué?
Todas las plazas capsulares del Gallery Hostel, el establecimiento que las ofrece en el barrio madrileño de Opañel, ya están agotadas para este curso 2024/2025. Apenas han durado un mes vacantes. Y no porque sean increíbles. No porque sean saludables para la salud mental. No porque sean una oportunidad única. Que no te líen. Es simplemente porque la situación de la vivienda en este país no tiene ningún sentido. Y son los poderes públicos quienes deberían mover las manitas. No con más ayudas puntuales. No con buenas palabras. Con la construcción de vivienda social y residencias públicas para estudiantes. Lxs jóvenes necesitan ayuda para prosperar.
Porque está claro que no se puede confiar en el mercado ni en la iniciativa privada. De lo contrario no se reirían en tu cara con una cápsula de proporciones ridículas que te venden como la octava maravilla. La alquilas y casi tienes que dar las gracias por tener un enchufe propio, una cerradura electrónica, ventilación personalizable, una taquilla para pertenencias, ropa de cama y toallas. Ah, ¡y acceso a lavandería y cocina compartida! Tremendo resort. Seamos serixs: esto solo demuestra que la gente necesita unirse para reclamar dignidad en lugar de callar mientras tragan con lo que sea. Es un boquete de infelicidad. Por mucha tele o enchufe USB que le quieran poner.