La comunicación cara a cara está perdiendo terreno. Sí, sigues encontrándote con tus colegas todos los fines de semana, pero eso solo es una versión pobre de la enorme cantidad de socialización personal que solían tener las personas varias décadas atrás, cuando no había casi nada con lo que entretenerse y charlar con los vecinos era el pan de cada día. Y tu mente lo nota. Al fin y al cabo, eres una criatura social y necesitas de esas conversaciones para sentirte plenx. En Dinamarca lo saben, y por eso crearon unos años atrás la Menneskebiblioteket, traducible como “La Biblioteca Humana”. Un lugar en el que no aprendes de los libros. Aprendes de las personas. De sus vidas. De sus experiencias.
Como señalan desde Magnet, medio que se hace eco de esta peculiar iniciativa, el objetivo de Menneskebiblioteket es “publicar personas como libros abiertos para que otras puedan hacer preguntas y comprender mejor sus problemas del día a día”. En definitiva, servir como puente entre seres humanos, ayudar a que gente como tú, que ha vivido una existencia marcada por determinadas circunstancias, tenga acceso a toda esa experiencia vital que otras mujeres y otros hombres han acumulado bajo otras circunstancias muy diferentes. Y ahí está precisamente una parte del encanto de esta biblioteca humana: pretende servir asimismo como un mecanismo de aceptación de la diversidad.
Hasta tal punto que, escriben desde el mencionado medio, cada persona de la biblioteca, que hace las veces de libro, “representa a minorías de nuestra sociedad que a menudo han sido sometidas a prejuicios, estigmatización o discriminación por su estilo de vida, diagnóstico, creencia, discapacidad, condiciones social u origen étnico”.
De esa manera puedes conocer sus puntos de vista. Comprenderles. Romper con el estereotipo infundado y dañino. Entras en la Menneskebiblioteket, acudes a una sección concreta y reservas desde alguien “transgénero, ciego, sordo, obeso o sin hogar hasta una persona con autismo o incluso refugiados”. Tendrás treinta minutos del conocimiento más puro.
Por supuesto, y aunque la curiosidad pueda ser infinita, es obvio que no puedes tratarles como simples libros. A diferencia de estos últimos, sí tienen sentimientos. En teoría, “ninguna pregunta está fuera de los límites, aunque es posible que sean los propios libros quienes no quieran responderlas”.
En cualquier caso, es una cuestión de empatía y de tacto, de saber combinar el ansia de aprendizaje con el respeto. Sobre todo cuando te topes con ideas desafiantes. Como explican en la CNN “el método de emparejamiento está hecho para juntar a gente muy distinta entre sí”, lo que requiere de un mayor grado de tolerancia y aperturismo. ¿No te parece que sería increíble que hicieran algo así en España?