‘Slow’: la película sobre asexualidad que nunca nos habían contado

¿Qué ocurre cuando los cuerpos generan una brecha en la pareja en lugar de unirla?

Los fotogramas te resultan extremadamente conocidos. Son dos actores que no habías visto nunca, procedentes de una Lituania de la que no nos llegan muchas películas, pero están tejiendo juntos escenas que de una manera u otra has contemplado en muchas otras pelis a lo largo de tu vida: el primer encuentro, los momentos de ternura en una cama, el instante en el que ambxs están tiradxs en el suelo uno al lado de otro con los ojitos encendidos de amor... Son las instantáneas de un romance. Y son muy hermosas, con una mirada dulce de los cuerpos que te llevan a pensar en el inevitable desenlace de ese cortejo y que no es otro que el sexo. Pero no. En esta película no.

Porque Dovydas, el personaje principal interpretado por Kestutis Cicenas, no tiene absolutamente ningún interés en el cuerpo sexual de su protopareja Elena, interpretada por una muy convincente Greta Grineviciute. Es asexual. Y ahí donde los cuerpos, en el romance convencional, sirven como un punto de unión entre lxs amantes, en Slow operan como una barrera insalvable que potencia la conexión emocional como el único vínculo posible pero abre grietas en las paredes de la pareja por las que se cuela el descontento, los celos y la inseguridad. De ellas, que no se siente deseada. De él, que no puede ofrecerle su cuerpo para satisfacerla. Es un amor fuera de los márgenes.

Un amor que nunca has visto en cines

Y si el amor resulta siempre e irremediablemente complejo, frágil e inestable, en un amor de sexualidades variadas como este se convierte en un desafío sin manual de instrucciones mucho más difícil de equilibrar. La falta de referentes es clara. ¿Cuántas parejas has visto en el cine o en las series de televisión en las que una parte sea asexual y la otra no? Es un melón todavía por abrir. Y la directora, la también lituana Marija Kavtaradze, por otro lado una auténtica maestra en la filmación del cuerpo en movimiento tal como comprobarás cuando vayas al cine a ver Slow, tiene la valentía de dar el primer tajo. Y lo hace con sentido del humor y diálogos llenos de vida.

También con una honestidad loable. Como escribe el crítico cinematográfico Aarón Rodríguez Serrano en la revista de cine independiente El antepenúltimo mohicano, “en un momento en el que se discuten en qué podrían consistir esas nuevas masculinidades y se buscan respuestas baratas que otorguen aplausos en redes sociales, llama la atención encontrarse un personaje como Dovydas, capaz de amar, de escuchar, de querer ser amado; también un personaje mediocre y celoso dominado por los miedos”. Un hombre complejo. Un ser que no se puede encasillar en estereotipos positivos ni negativos. Un misterio. A partir del 19 de enero en cines.