¿Qué pasa si te olvidas de lavar tus juguetes sexuales?

Deberías hacerlo, especialmente si los has compartido con otra persona

Dicen lxs historiadorxs que Cleopatra solía llenar una cajita hecha de papiro con abejas vivas para colocársela luego en el clítoris. Una especie de vibrador natural con el que mastubarse a gusto. Los romanos contaban con artilugios de madera. Y en la Edad Media, cuenta Antonio Escohotado en su ensayo Historia general de las drogas, algunas mujeres eran perseguidas por la Inquisición por untar palos de escobas con estramonio para posteriormente metérselos en la vagina o frotárselos contra el clítoris. Por suerte, hoy nadie va a señalarte ni torturarte por disfrutar de los juguetitos sexuales que tienes en casa. Tus únicas enemigas son las infecciones del tracto urinario (ITU).

Así lo explica la terapeuta sexual Casey Tanner: “Cuando los juguetes sexuales no se limpian con regularidad, pueden convertirse en un caldo de cultivo para infecciones como la vaginosis bacteriana, la candidiasis o infecciones urinarias”. Y créenos: no quieres tener una de esas a tu lado. De ahí que, según esta misma especialista, debas lavar tus juguetes sexuales tras cada uso. Sí, sin excepción. Da igual si has acabado con un orgasmo triunfante que te ha dejado sin ninguna gana de moverte de la cama. O si no lo has introducido dentro de tu vagina. O si estás acompañadx y no quieres ser cortarollos. El placer es maravilloso pero la salud va antes. Sin salud el placer vale muy poco.

Y hablando de acompañamientos, ojito con los juguetes sexuales compartidos. En palabras de la propia Tanner, “si no limpias eficazmente los juguetes compartidos corres el riesgo de propagar infecciones de transmisión sexual”. Y esa ya es otra movida muy diferente. Ah, que no sabías que algunas ITS pueden contagiarte mediante el uso colectivo de juguetes sexuales. Pues sí. Por eso debes comunicar siempre a la otra persona tus resultados de las pruebas de ITS o usar condones sobre los dispositivos para “minimizar el riesgo de propagación”. Quizá parezca demasiado, pero lo verás como pequeñas nimiedades si tienes la mala suerte de pillar algo. Así que ahí van más nimiedades:

En primer lugar, asegúrate de no utilizar sustancias químicas de limpieza que puedan afectar al microbioma de tus genitales. Tanner aconseja usar un poco de jabón antibacteriano y agua tibia o algún spray limpiador de juguetes sexuales. En segundo lugar, almacénalos en un espacio limpio y seco, a ser posible dentro de su bolsa original. Y en tercer lugar, y siempre que puedas, adquiere juguetes sexuales fabricados con un material poco poroso como la silicona, pues “es más probable que un juguete sexual poroso absorba y transporte bacterias dañinas, incluso después de limpiarlo”. Cleopatra no sabía nada de esto. Ni las mujeres del medievo. Pero tú sí. No lo ignores.