Probablemente hayas escuchado hablar de ello antes pero te pareciera una chorrada sin ningún fundamento. Y no te culpamos en absoluto. Al fin y al cabo, la idea de permanecer totalmente inmóvil, sin tocarte en ninguna parte de tu cuerpo, y alcanzar el orgasmo tan solo con el poder de tu mente suena demasiado inverosímil. O al menos algo no al alcance de quienes no son excesivamente expertos en la meditación. Pero la especialista en sexualidad Liz Goldwyn cuenta en un artículo para Poosh que esta técnica no está limitada a cerebros hiperentrenados en eso de la atención plena como Buda sino a todos los mortales. Simplemente tienes que seguir unas cuantas indicaciones claves.
La primera de ellas es intentar eliminar el escepticismo. Después de todo, el principal obstáculo hacia el orgasmo por meditación es tu propia inquietud mental, y puedes combatirla “poniéndote en la mentalidad de un niño”. Sé una persona ilusionada, abierta a sorprenderse, alguien que siente que pueden pasar cosas buenas que van más allá de lo que conoce. Una vez ahí, explica la propia Goldwyn, prepara el entorno adecuadamente: enciende velas, pon música o date un baño. Haz como si tuvieras una cita romántica contigo mismx para colocar a tu cerebro en el mood íntimo. Sumérgete en esos estímulos. Permanece presente gracias a una realidad exterior agradable que te engancha.
Ahora halla un lugar cómodo donde sentarte. Asegúrate de que no haya nada que te perturbe. Ningún sonido. Ningún aroma. Ninguna tensión muscular. ¿Estás? Pues clica en este enlace, cierra los ojos y sigue todas las instrucciones de Goldwyn en ese episodio de The Sex Ed Podcast centrado específicamente en la meditación de respiración orgásmica. Descubrirás cómo la clave de todo reside en sintonizar la respiración y el cuerpo para tener control de este último a través de la primera. Si haces lo que recomienda la experta lograrás concentrar tu mente en las zonas erógenas de tu cuerpo con muchísima precisión e intensidad. Tanta que quizá termines alcanzando el clímax.
Aunque probablemente no lo consigas a la primera. Como ya advierte Goldwyn, nada sucede de la noche a la mañana: la práctica hace al maestro. Lo importante es la perseverancia. “Si en tu primer intento de respiración orgásmica no acabaste llegando al orgasmo, no pierdas la esperanza e inténtalo de nuevo más tarde”. Y si tampoco lo logras a la segunda o a la tercera o a la cuarta, mantén presente que, incluso sin el orgasmo, la meditación de respiración está aportándote muchos otros beneficios mentales. Sobre todo para no entrar en una expectativa muy rígida y contraproducente que funcione precisamente como hándicap para alcanzar ese ansiado clímax. Tranquilidad. Llegará cuando tenga que llegar.